Una hoja, una calabaza, una cáscara, una red, una bolsa, un canguro,
un saco, una botella, una olla, una caja, un contenedor.
Un envase. Un recipiente
Úrsula K. Le Guin en “La teoría de la bolsa como origen de la ficción”
Gómez de la Serna en el libro “El Doctor Inverosímil” escribe un relato de ficción autobiográfica que titula “La desesperación del poeta”. Una narración que concierne al psicoanálisis, la estructura de la verdad afectada, roída y compuesta de ficción.
Un delicado escritor llamado Juan Ramón, se siente desolado porque no encuentra su silencio para poder escribir. Lo abruman todos los ruidos como al “Silenciero” de Di Benedetto. Juan Ramón, un personaje disparatado, llega hasta comprar el grillo que tenía en su patio un zapatero vecino. Consultó a muchos doctores, encorchó las paredes, se tapó los oídos, pero los consejos no servían y tampoco podía resolverlo por su cuenta. Escuchaba todos los ruidos, con oído sutil, hasta el agua de las cañerías. De pronto llegó cierta respuesta por la vía de un ensayista amigo, al que finalmente recurrió, llamado Pedro Emilio Coll. Había que acudir, según Coll, al Doctor Inverosímil. Era un médico no convencional, apellidado Vivar, a quien consultaban, en su “desfigurada ciencia”, por los casos en que los profesionales con medios habituales, no le encontraban ningún resultado.
El Doctor inverosímil, luego de escucharlo detalladamente, le dijo: aunque una palabra poética sería aconsejarle “beber silencio”, lo mejor es hacer lo siguiente: cubrir la habitación con espejos, los que, con su astringencia, no reflejarían las palabras. Además, era importante poner en su cuarto de trabajo una pecera vacía. Implicaba esta pecera una vida silenciosa y sorda, una vida sin vidas, metida en el corazón de otra vida. Un recipiente.
Juan Ramón siguió las indicaciones: los espejos que no reflejan palabras ni sonidos y un vacío en una pecera despojada. Una manera de bordear la Cosa, también una manera de pensar la sublimación según Lacan.
Juan Ramón pudo así volver a su camino de escritor, gracias a la ayuda recibida, a una mirada abierta y a un amigo. Alojar lo inverosímil, una verdad que relampaguea, que puede descomponer el lugar acostumbrado que habitamos.
Lo inverosímil da voz a las bocas de las sombras, una expresión de Breton. Las que se inventan muchas veces en los dibujos de nuestra infancia.
Martín Köhler. En silencio, Ironías #3. 2015. Impreso en 12 tintas, Giclée sobre papel de algodón. 25 × 40 cm
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