Entró el mensaje en mi teléfono después de que, quien me ama, leyera lo que escribí sobre los círculos de la violencia.
“Algunos círculos, de amor fraterno, son los que nos dan cobijo y amparo en la pertenencia”, me dijo.
La vida toda es circular, como los músculos uterinos pujando a la vida,
como el planeta en su vuelta eterna,
como los ciclos de la flor y el fruto.
Y el abrazo con brazos y piernas.
Todo es circular,
como esta maravillosa ronda de brujas,
que nunca dejan de danzar
y de reír,
como luminosa forma de resistencia,
que fluye y gira, que canta y agita,
que nos cobija y ampara en la pertenencia,
con cada vuelta que da.
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