A Milagro Sala
No cerremos los ojos ni tapiemos los oídos.
No llenemos las bocas con piedras.
Nuestros presos y presas por causas políticas
siguen privados de la libertad.
Cuesta entenderlo, y más aun aceptarlo, cuando
esta dramática situación se da en nuestro país,
en toda nuestra Patria Grande,
bajo gobiernos elegidos por el pueblo.
La gravedad de la cuestión plantea una vez más
a los trabajadores de la cultura, a los poetas y artistas,
a todos los que puedan sentir como propio el dolor ajeno,
la necesidad de superar diferencias secundarias,
−sean estéticas, filosóficas, y especialmente la angurria
política, la desmesura narcisista…− y unir nuestras fuerzas,
nuestra potencia de vida, en defensa de los Derechos
Humanos, cuya violación denunciamos,
y que en la cuenta larga de la historia
no han dejado de sufrir los sectores más humildes,
desde la propia fundación del país.
La peste desnuda y agrava la situación…
¡Vaya maldición! ¡Quién se atreve a negarlo!
Hoy y aquí. Nos convoca la acción por la dignidad, por la
libertad inmediata de nuestros compañeros y compañeras
que sufren la prisión, militantes políticos y sociales,
que hicieron suyo el sueño de construir un mundo
verdaderamente humano.
Hoy pagan con usura ese sueño que es de muchas
generaciones, y cargan sobre sus cuerpos y espíritus el
accionar represivo del real Poder económico, financiero y
político, representado por un Poder judicial que ha
literalmente pervertido la Justicia, volviendo sucio y oscuro
un concepto nacido limpio y con luz.
¡Urge! ¡Urge!
No lo olvidemos: el que calla, otorga…
¡La conciencia nos crece!
¡La belleza nos pertenece!
Febrero 2021

¡La poesía puede más que la cultura de la muerte!
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