¿Y si nos vamos anticipando de sonrisa en sonrisa hasta la última esperanza?
¿Y qué? ¿Y qué me das a mí, a mí que he perdido mi nombre, el nombre que me era dulce sustancia en épocas remotas, cuando yo no era yo sino una niña engañada por su sangre?
¿A qué, a qué este deshacerme, este desangrarme, este desplumarme, este desequilibrarme si mi realidad retrocede como empujada por una ametralladora y de pronto se lanza a correr, aunque igual la alcanzan, hasta que cae a mis pies como un ave muerta? Quisiera hablar de la vida. Pues esto es la vida, este aullido, este clavarse las uñas en el pecho, este arrancarse la cabellera a puñados, este escupirse a los propios ojos, sólo por decir, sólo por ver si se puede decir: «¿es que yo soy? ¿verdad que sí? ¿no es verdad que yo existo y no soy la pesadilla de una bestia?».
Y con las manos embarradas golpeamos a las puertas del amor. Y con la conciencia cubierta de sucios y hermosos velos, pedimos por Dios. Y con las sienes restallantes de imbécil soberbia tomamos de la cintura a la vida y pateamos de soslayo a la muerte.
Pues esto es lo que hacemos. Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa hasta la última esperanza.
Fuente: Las aventuras perdidas (1958) Ed Altamar. Poesía completa Ed. Lumen
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