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Foto del escritorRevista Adynata

Plaza Miserere II: Hogwarts, las aulas y los libros / Sebastián Salmún


Querido señor Potter:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia.

Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre.

Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall

Harry Potter y la Piedra Filosofal - J.K Rowling


Termina el cuatrimestre y como toda tarea bien realizada, es decir, hecha de juegos, constancia y compromiso, empiezan las preguntas. Preguntas sobre la vuelta al aula después de la pandemia y su actividad virtual. Preguntas sobre la salud mental en estos tiempos que corren. Preguntas sobre el rol de la psicología en dichos tiempos. Preguntas. En particular quiero detenerme en una serie de preguntas relacionadas con la presencia de los libros en la universidad ¿Acaso leemos libros en la universidad? ¿Acaso leemos libros?


¿Acaso son sustituibles?


Dichas preguntas desde luego son una invitación a reflexionar. Y surgen tanto del intercambio en las aulas con alumnos y alumnas, así como del diálogo con otros y otras docentes a quienes la cuestión de los libros, es decir, de la escritura y la lectura en el campo académico (sintetizada en la presencia del nombrado libro) más específicamente en la Facultad de Psicología, nos parece fundamental en función de la formación de futuros y futuras profesionales.


Hablar de libros en espacios universitarios acaso sea problematizar ciertas tendencias naturalizadas sin caer en las redes melancolizadas del todo tiempo pasado fue mejor. En verdad hablar de libros es hablar del presente y del futuro. Los libros son a la vez un artefacto de la historia y un instrumento actual donde inventar un porvenir.


Libros. Brolis. Leer para escribir. Escribir para preguntar. Preguntar para leer.


Y de repente……….. abrakadabra


Los libros y su magia.


Libros que abren puertas donde sólo había dogmas. Libros que incomodan la confortabilidad de los datos. Libros que eluden el algoritmo y donan algo de ritmo a la creatividad. Libros como pases de magia que posibilitan derrotar al innombrable señor oscuro cuyas intenciones son hacerle creer al lector que no puede sostener una lectura. O hacerle creer que no los leemos porque hay otras formas de leer. Claro que las hay. Pero no reemplazan a los libros ¿O si?


Me pregunto y comparto la inquietud: ¿Cómo vamos a imaginar nuevos saberes, renovadas intervenciones clínicas, innovadoras formas institucionales sin los libros? ¿Cómo se inventa sin la imaginación? ¿Acaso el complejo mundo del imprescindible lenguaje cabe en un digitado y digitalizado tweet? Y de repente…



Expecto patronum


Los libros le roban la uniformidad a la época. Época hecha con moldes algorítmicos. Época de hierro invisible que ordena las masas individualizadas. Época también de aperturas a la diversidad, de nuevos bienestares en la cultura. Época de tensiones inciertas. Los libros le roban uniformidad a la institución.


La uniformidad es aquello que se viste con su único traje dejando de lado otras posibilidades del sastre. Automatiza la cotidianeidad de lo similar provocando que la burocracia, es decir, los papeles permanentes de las carpetas administrativas escriban el futuro en letra muerta.


Los libros son el lugar de lo inesperado, lo inapropiado, lo incomodo. Los libros entonces reparan los efectos del adormecimiento que debajo de las máquinas del dato, de la cifra, del reel anestesian, no siempre, las sensibilidades. Insisto en algo: no siempre. Pero creo, apuesto, comparto la idea de que el libro despabila, despierta, hechiza. Los libros encantan.


Como bien señala el poeta Olga Orozco nos encontramos con que En el final era el verbo “Cada palabra a imagen de otra luz, a semejanza de otro [abismo] cada una con su cortejo de constelaciones, con su nido de [víboras] pero dispuesta a tejer y a destejer desde su propio costado [el universo/ y a prescindir de mi hasta el último nudo…”

Nudos. Nidos. Libros. Escuelas de magia, pero sin magos, sin magas. Magos y magas sin magia, decía un libro de psicología comunitaria. El hechicero y su magia enseña Levi Strauss. Psicólogos y psicólogas cuya magia reside en darla a la palabra un lugar. Un lugar para encantar el mundo, para contar el mundo. Un lugar de escucha donde cada uno y una y colectivamente se digan los cuentos.


Ilusiones en la universidad de los magos y magas sin magia, es decir, con ilusiones y sin arrogancia. Ilusiones donde terminar la cursada y empieza el pasillo. Ilusión que nos encontremos y me cuenten, y se cuenten, y nos cuenten que libro están leyendo.

Y entonces otra vez… Abrakadabra




Feliciano Centurión - "Ave del paraíso florecido" - 1995

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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