Escuchar no lo que podría llegar a pasar sino lo que pasa.
Perder tiempo, darse al tiempo, inventarlo, estar en una pausa.
Aceptar un diálogo enlentecido o demorado, incluso uno que no llegue nunca. Quererlo. Sostener otro ritmo, ritmar la imposibilidad del apuro, soportar eso que no es en el tiempo (del) sentido común, desenhebrarse de la demanda de prisa. Habitar un desplazamiento que lleva hacia el tiempo de una infancia dolida, hacer pasar pasados que traccionan desde el miedo y las violencias, un pasado-presente contínuo que fusiona retazos viejos con lagunas actuales.
...la guardia, la madrugada, las corridas. Una silenciosa confianza en que una demora escuchante hace lo que ningún apuro puede...
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