Calle del sentido único (Extractos) / Walter Benjamin
- Revista Adynata
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Dos personas que se aman están apegadas sobre todo a sus nombres.
Clavel cartujo. A quien ama la persona amada le parece siempre solitaria.
Asfódelo. Detrás de quien ama el abismo del sexo se cierra como el de la familia 1.
Flor de cactus. Quien ama de veras se alegra si la persona amada no lleva la razón en
una discusión.
Nomeolvides. El recuerdo siempre ve empequeñecido a la persona amada.
Planta de adorno. Si a la unión se opone un impedimento, la fantasía de una vida
juntos, sin deseos, en la vejez no tarda en presentarse.
Oficina de objetos perdidos
Objetos perdidos. Lo que hace tan incomparable y tan irrecuperable la primera visión de una aldea, de una ciudad en el paisaje es que en ella lo lejano resuena en lo lejano con la más estrecha unión. La costumbre todavía no ha hecho su trabajo. No bien comenzamos a orientarnos, el paisaje desaparece de repente como la fachada cuando entramos en un casa. Este aún no ha conseguido la supremacía debido a la investigación constante, convertida en costumbre. Una vez comenzamos a orientarnos en el lugar, esa imagen primera nunca puede restaurarse.
Objetos hallados. La lejanía azul que no cede a ninguna cercanía ni tampoco se diluye al acercarse, que cuando se la aborda no se extiende anchurosa y prolija sino que solo se yergue hermética y amenazadora ante uno, es la lejanía pintada del telón de fondo. Esto es lo que confiere a los decorados teatrales su carácter incomparable.
Parada para no más de tres coches de alquiler
Llevaba diez minutos en una parada esperando un ómnibus. «L’Intran… Paris-Soir…La Liberté» 2 gritaba a mis espaldas ininterrumpidamente, con cadencia inalterada, una vendedora de periódicos. «L’Intran… Paris-Soir… La Liberté», una mazmorra de planta triangular. Veía ante mí lo vacío que parecía en los rincones.
Vi en sueños «una casa de mala fama». «Un hotel en el que se mima a un animal. Casi todos beben solo agua de animal mimado». Soñé estas palabras y un instante después me desperté de nuevo sobresaltado. De puro cansancio me había tumbado sobre la cama vestido y con la habitación iluminada, y enseguida me dormí durante unos segundos.
En las casas de vecindad hay una música de alborozo tan mortalmente triste que uno no quiere creer que sea para quien la interpreta: es música para las habitaciones amuebladas en las que los domingos uno se sienta absorto en pensamientos que no tardan en adornarse con estas notas como un plato de fruta demasiado madura con hojas mustias.
1 Cfr. «Si en general existe una señal para los enamorados, es que para ambos no solo se ha cerrado el abismo del sexo, sino también el de la familia», en «Las afinidades electivas» de Goethe, en Walter Benjamin, Obras, libro I, vol. 1, Abada, Madrid, 2006, p. 179.
2 L’Intran [L’intrasigéant], Paris-Soir, La Liberté: cabeceras de periódicos parisinos.

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