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Eróticas de lo común: entre huelgas y juergas / Gonzalo Sanguinetti

  • Foto del escritor: Revista Adynata
    Revista Adynata
  • 1 jul
  • 3 Min. de lectura

Juerga, esa palabra con la que designamos estados de embriaguez en una común voluptuosidad, se abre lugar en la lengua a raíz de la fuerte aspiración de la palabra huelga en zonas andaluces de España. Se hace un lugar a partir de una desfiguración respecto de lo correcto, de lo que corresponde, una primera desobediencia, en este caso, a una correcta pronunciación. La juerga y la huelga comparten una raíz común, provienen de la misma gestualidad corporal.


Llamamos huelga al tiempo en que no se trabaja, ya sea por ocio, descanso, divertimento, como por reivindicación, protesta, insurrección e impugnación de estados de cosas que legitiman ensañamientos que dañan, ultrajan, explotan y suprimen modos de vida insumisos a la normatividad exigida por la larga historia del patriarcado colonial capitalista.


Huelga es una derivación de holgar, que proviene del latín follicare (resoplar, jadear, respirar apresuradamente) que, a su vez, deriva de la palabra latina follis que significa fuelle, en alusión al instrumento que se utilizaba antiguamente para avivar el fuego en un hogar, para hacer arder una fragua.


Huelga y juerga comportan memorias ígneas: arrobamientos del cuerpo entre calores, sean los del fuego, los de la protesta, los de la insurrección, los de la lucha, los calores de los besos, de los roces, de los bailes, de las lenguas, calores emanados de esas formas de la voluptuosidad y la embriaguez que llamamos eróticas.


Como cualquier otra cosa que existe, no se conciben huelgas, juergas ni eróticas sin dimensión de lo común.


Juerga y huelga, toman su sentido del momento en que jadeamos y resoplamos después de un esfuerzo, de cuando necesitamos detenernos a descansar después de una fatiga que deja la respiración alterada. Juergas y huelgas marcan tiempos para recuperar el aire, para recomponer el cuerpo de la respiración, tiempos de descansar en una suspensión, en una intermitencia, una discontinuidad del mundo, una cesura del tiempo, de ahí que se las asocie a un tiempo ocioso.



Holgar, también alberga el sentido de expulsar aire que nos sobra. De ahí la expresión "huelgan las palabras" para indicar que sobran comentarios. Una definición de Huelga-Juerga podría decir: Conspiración a la que acudimos para convidarnos los soplos que nos quedan, cuando no hay dónde respirar.


De follis, también se deriva el verbo follar, que designa la cópula entre amantes, por el cuerpo que queda titilando entre jadeos, tras el paso del fragor amoroso.


Antes de quedar fijada a las imaginaciones de la protesta, la reclamación y la manifestación para impugnar lo inadmisible, en el corazón de la huelga encontramos una juerga: en la protesta, la reclamación y la manifestación ya están presentes memorias secretas de placeres, contentos, alegrías, diversiones y regocijos sublevados.


Cuando estados de ánimo se van de juerga, ¿no están también de huelga? ¿Cuánta juerga cabe en una huelga?


En ocasión del lanzamiento de "Populismo Rosa" (2019), título que fue proferido como una injuria, un sintagma de lo abyecto para designar vidas indebidas, y luego transfigurado en reivindicación gozosa de un existir popular y rosa, Sudor Marika escribe una ManiFiesta en la que se pregunta: "¿Qué es eso que tanto molesta? Eso que provoca el odio visceral, la respuesta reactiva, el deseo de extinción, ¿será acaso lo mismo que suscita ese desborde gozoso que palpita en las fiestas? Un derroche irreverente que jamás pide permiso. Puro despilfarro, berreta y popular."


Juergas y huelgas nacen de la agitación y el jadeo. Suscitan excitaciones y turbaciones, entusiasmos y ardores, fricciones y ebulliciones, frotaciones y fervores, contactos y fiebres.


La huelga constituye una juerga de erotismos: estados lúdicos de lo insurrecto. Lúdicas y eróticas se requieren, se atraen, se enredan, se entreveran, se confunden, se contagian. No se conocen eróticas sin lúdicas.


Así, huelgas y juergas se despliegan como eróticas de lo común: Tanteo de formas de re-encantamiento y re-erotización de cuerpos, palabras, ánimos, imaginaciones, espacios, pieles, el aire, las lenguas, el tiempo.

Herir de erotismo el derrotismo del presente: esa sensación de erótica derrotada, de presente derrótico, agitando exultancias, voluptuosidades, exuberancias, ferocidades, iridiscencias, de existir.


Arrebatos de insensatez: ¿festejar qué en este presente? Asociaciones ilícitas: entre desesperación y placer, desconsuelo y embriaguez, éxtasis y desánimo, desaliento y enardecimiento.


Un punto de partida compartido en juergas y huelgas es el de una radical desesperación de no saber bien qué hacer, más que auscultar y frotar eróticas de lo común que concedan ocurrencias con las que imaginar instrumentos para herir el rostro inmutable con el que se presenta lo atroz como inevitabilidad histórica.


Juergas y Huelgas: Manifiestaciones por el desendeudamiento anímico

              por el desarreglo de la economía del sufrimiento

                               por el despilfarrro de eróticas de lo común


Colita (Isabel Steva Hernández)  - Juerga gitana en Montjuich - Serie Gitanos - 1963 - Fotografía: Clorobromuro de plata virado al oro sobre papel - 17,9 x 27,9 cm 
Colita (Isabel Steva Hernández)  - Juerga gitana en Montjuich - Serie Gitanos - 1963 - Fotografía: Clorobromuro de plata virado al oro sobre papel - 17,9 x 27,9 cm 

Comentarios


Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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