Silencio / Edgar Lee Masters
- Revista Adynata
- hace 20 horas
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He conocido el silencio de las estrellas y del mar
Y el silencio de la ciudad cuando pausa,
Y el silencio entre un hombre y una virgen,
Y el silencio de los enfermos
Cuando sus ojos moran por el cuarto.
Y pregunto: A lo profundo,
¿De qué le sirve el lenguaje?
Una bestia del campo gime unas cuantas veces
Cuando la muerte se lleva a su cría.
Y nos quedamos mudos ante la presencia de las realidades:
No podemos hablar.
Un niño curioso le pregunta a un veterano
Sentado frente a la tienda,
“¿Cómo perdiste la pierna?”
Y al veterano lo golpea el silencio
O su mente se va volando
Porque no puede fijarla en Gettysburg.
Vuelve jocosamente
Y dice, "Me la arrancó un oso".
Y el niño se pregunta, mientras el veterano
Tonta, feblemente revive
Los flashes de las armas, el trueno del cañón,
Los gritos de los cercenados,
Y él tirado en el piso,
Y los cirujanos del hospital, los cuchillos,
Y los largos días en cama.
Pero si pudiera describirlo todo
Sería un artista.
Pero si fuera un artista habría heridas más profundas
Que no podría describir.
Está el silencio de un gran odio,
Y el silencio de un gran amor,
Y el silencio de una amistad que se ha amargado.
Está el silencio de una crisis espiritual,
A través de la cual tu alma, exquisitamente torturada,
Entra con visiones que no pueden decirse
A un plano de vida superior.
Está el silencio de la derrota.
Está el silencio de los castigados injustamente;
Y el silencio del moribundo cuya mano
Aprieta la tuya de repente.
Está el silencio entre padre e hijo,
Cuando el padre no puede explicar su propia vida,
Aún si esto lo vuelve un incomprendido.
Está el silencio que viene entre marido y mujer.
Está el silencio de los que fallaron;
Y el vasto silencio que cubre
Naciones rotas y líderes vencidos.
Está el silencio de Lincoln,
Pensando en la pobreza de su juventud.
Y el silencio de Napoleón
Después de Waterloo.
Y el silencio de Juana de Arco
Diciendo entre las flamas, "Jesús bendito":
Revelando en dos palabras todas las penas, toda la esperanza
Y está el silencio de la edad,
Demasiado llena de sabiduría como para que la lengua la transmita
En palabras inteligibles a aquellos que no han vivido
El gran rango de la vida.
Y está el silencio de los muertos.
Si nosotros en vida no podemos hablar
De experiencias profundas,
¿Por qué te impresiona que los muertos
No te hablen de la muerte?
Interpretaremos su silencio
Conforme nos vayamos acercando
Traducción por Carlos Didjazaá
