I
Mientras en esta ciudad las pantallas parpadean
con pornografía, vampiros de ciencia ficción,
y asalariados doblándose bajo el látigo,
también hay que caminar… nada más caminar
entre la basura mojada, con las crueldades
de nuestros barrios en primer plano.
Tenemos que entender que nuestras vidas son inseparables
de esos sueños rancios, del borboteo del metal, de esas desgracias,
y de la begonia roja que destella peligrosamente
en la cornisa de un edificio de seis pisos
o de las chicas de piernas largas que juegan a la pelota
en el patio de la escuela.
Nadie nos imaginó. Queremos vivir como árboles,
sicomoros llameantes en el aire sulfúrico,
moteados de cicatrices, pero floreciendo con exuberancia,
con nuestra pasión animal enraizada en la ciudad.
I
Whenever in this city, screens flicker
with pornography, with science-fiction vampires,
victimized hirelings bending to the lash,
we also have to walk . . . if simply as we walk
through the rainsoaked garbage, the tabloid cruelties
of our own neighborhoods.
We need to grasp our lives inseparable
from those rancid dreams, that blurt of metal, those disgraces,
and the red begonia perilously flashing
from a tenement sill six stories high,
or the long-legged young girls playing ball
in the junior highschool playground.
No one has imagined us. We want to live like trees,
sycamores blazing through the sulfuric air,
dappled with scars, still exuberantly budding,
our animal passion rooted in the city.
Fuente: Twenty One Love Poems, Elfie's Press, 1976. Adrienne Rich.
En La ley de los volcanes. Elefante poesía Buenos Aires, 2021. Traducción de Sandra Toro
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