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Foto del escritorRevista Adynata

Zaratustreanas X De adicciones y voluntades / Fernando Stivala

Una nueva voluntad


Una nueva voluntad enseño yo a los humanos ¡querer ese camino que el humano ha recorrido a ciegas, y considerarlo bueno y no apartarse furtivamente de él, como hacen los enfermos y las moribundas! *

¿De qué se trata esta nueva voluntad propuesta?

La voluntad de seguir por el camino del más acá, aunque nos perdamos y estemos expuestos a los peligros del cuerpo.


La otra voluntad quiere descansar, está enferma y moribunda, se inventó un cielo.

Eran enfermos y moribundos los que despreciaban el cuerpo y la tierra, y los que inventaron lo celestial y las gotas de sangre redentoras: ¡pero también estos dulces y aciagos venenos los tomaron del cuerpo y la tierra! *

El vino que supuestamente es sangre de trascendencias sale de la tierra, aunque lo vendan como algo del más allá.


Una experimentación


¿Alcanza con ser conscientes de que estamos pobladas de clichés para romper con algo? ¿Si somos conscientes de que somos oprimidos vamos a dejar de serlo?

No se trata de tomar consciencia, sino de hacer una práctica. Esa voluntad es voluntad de cuerpo, de práctica, de experimentación.

No es voluntad de pensar las diez cosas que hicimos durante el día para dormir tranquilas.

Hacerlas, experimentarlas.

Experimentar = Decisión.

Un ritmo.

La experimentación se da a partir de colapsos. Una práctica más que una reflexión. Aquí situamos a la voluntad.

En nuestras prácticas damos con rupturas.

¿Dónde y cuándo se dan las rupturas? ¿Cuáles son? La pregunta conviene sostenerla y no anticiparla previa a la práctica.


Y dos dudas

El delirio de la razón era semejanza con Dios, y la duda, pecado. *

La duda conocedora, que para el delirio de la razón es pecado, es la que se pone en el borde de lo desconocido.

La que hay que recuperar. Termómetros.

Esa sensación de tener una intuición.

Se duda porque esas sensaciones e imágenes no vienen con la mayoría de las normalidades.

Pulsión de investigar siempre en relación con ese borde, ese afuera que no sabe, atrae, seduce.

Podemos llamarla conatus, quizás deseo, motor.

Hay otro tipo de duda: la completadora.

La duda que nos dice que está mal dudar, que tenemos que saber quiénes somos.

La duda insatisfecha, chusma. La duda que se siente inferior y se mide frente a las certezas.

La que no se corre de los valores de normalidad.

Pregunta solo para confirmar respuestas ya sabidas, respuestas ya conocidas.

Se la podría llamar mejor: inseguridad sobre las variaciones que ofrece la vida, búsqueda de control de lo mucho disfrazada de preguntas, respuesta cerrada por temor a experimentar o diseñar relaciones.

Esa sensación que llega a decir: ´¿Para qué preguntas si igual haces lo que querés?´ o ´¿Para qué nos reunimos si ya está todo cocinado?´.

El show del entrevistador.

Asistimos al espectáculo de la duda.

Adictos

Siempre hubo mucha gente enferma entre quienes fantasean y son adictos a la divinidad; con furia odian al conocedor y a la más joven de las virtudes, que se llama: honestidad. *

Adictos de solo ideas,

pobres y enfermas.

La adicción ya no del lado del cuerpo.

Contagiarse de excesos de normalidades es adictivo.


Odian el movimiento de conocerse-desconocerse.

Odian lo que cambia y varía.

Odian la pulsión que mueve, la pulsión de curiosear.

La más joven de las virtudes.


*Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra (Primera parte ´De los trasmundanos´)



Lautaro Oliver 100 metros Liebre, 2020 Escultura 71 x 45 x 24 cm

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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