A 53 años de la revuelta de Stonewall y cerca de otro Ni una Menos, seguimos alertas sabiendo que queda mucho, muchísimo por disputar minuciosamente en cada espacio y en cada práctica.
Aún el chineo sigue prácticamente invisibilizado, aún con políticas de inclusión que enarbolan leyes igualitarias y cupos trans, no logran llegar a transformarse en prácticas efectivas de inclusión. Aún encontramos psicoanálisis rancios y escuelas plagadas de prácticas encubridoras que sólo buscan “evitarse problemas”. Aún recurrir a lo legal nos enfrenta con la lentitud y la desidia de tantísimos jueces patriarcales y de prisiones para pobres abarrotadas de injusticias. Aún la indolencia acalla las prácticas sistemáticas de exterminio del gatillo fácil y la violencia estatal.
En Adynata Junio, Emmanuel Theumer nos recuerda que la lengua opera como tecnología de gobierno del género que “arrastra y actualiza al tomar como referente privilegiado a los varones” a pesar de las críticas cuir y trans a los esencialismos. Dice “El uso de la x y la e insiste en la indecibilidad del género, en la imposibilidad de reducirlo a dos categorías estables, en la multiplicidad de experiencias que habitan los cuerpos que han amortiguado los resortes disciplinarios de la diferencia sexual.”.
Dos afirmaciones martillan en Sesiones en el naufragio 27 “La clínica que hacemos”: “Lo opuesto a cuidar consiste en dañar.”, “Hay una lengua que ultraja, sin ella no habría crueldad.” y nos interfiere con un interrogante “¿Cómo poner en estado de conversación lo que transcurre silenciado?”
María Pía López inicia uno de los quipu de su libro escribiendo: “Vida, qué idea. Rondo a su alrededor. De su desmesura, su ambivalencia, lo que dispara. Nombrarla y abrir sus significados, en el corazón de todas las políticas.”
En una Post Guardia un insomnio desbordante logra vencerse en un diálogo entre ternuras que susurran.
Y en la última entrega de Filotropías perdemos el aire ante la pregunta “¿cómo darle la palabra al dolor sin hablar en su lugar?”
Mientras nos encuentra el frío y otra crisis económica por estos sures y el calorcito y otra guerra por aquellos nortes, nos preguntamos ¿qué fuerzas (nos) impulsan y (nos) hacen escribir? ¿Qué se escabulle en ellas? ¿Qué nos atrae, qué nos incomoda, qué decisiones (nos) acontecen?
Quizás, también en ello otra disputa minuciosa pueda ocurrir al elegir qué leer, qué escribir, qué publicar; al elegir cómo escribir, cómo leer, cómo publicar.
"Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”."
Ojalá, cada tanto, nos salga.
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