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  • Foto del escritorRevista Adynata

Aquí Manifiesto / Selva Casal

Cuando se siente que ya nada es posible y nuestros pasos se hunden con una dureza tal, cuando el tiempo es un asesino oculto en la sangre, y muertos y vivos se confunden en una misma soledad, en donde la locura tiene un íntimo equilibrio y nos lanza hacia las horas con sus manteles claros, a veces dulces, acaso desde una brizna, el poema comienza.

Trataríamos de explicarle a la madre que no es así, que tampoco las casas tienen culpa. Pero ella no nos comprendería. ¿Cómo decirle que hemos llegado a una hora de silencio y que por nuestros ojos descendían las imágenes de los veleros lejanos ansiosos de hacerse a un mar ahora definitivamente perdido? ¿Cómo decirle todo esto, si su sangre se enraíza de misterio y se nutre de extrañas oraciones?


La luz está tan firme como una herida definitiva y de las grietas de la tierra nace el silencio.


Amábamos aquel callado retornar a casa con sus cuadernos de lluvia; hoy volveríamos aun sabiendo que nadie nos aguarda, para recorrerla como a una ruina amada, recogiendo sus viejas caracolas, los dorados atardeceres, la húmeda soledad.



¿Cómo comienza un poema? A veces, de un modo extraño se incorpora a nuestra experiencia todo lo que de nosotros mismos hemos dado, en una honda conjunción del tú y del yo, en infinitas y repetidas voces, porque, a veces, aún antes de morir se ama.

Un poema puede escribirse sin lápiz y sin papel. Lo supe desde el día en que encontrándome yo en lugar inseguro, desconocido, pregunté ¿dónde estaba? Advertí que había muerto. ¿Qué haré aquí? Y escuché una voz: Cuando vivías, ¿qué hacías? Escribía, dije. Seguirás escribiendo, me respondió; ¿cómo? ¿sin lápiz y sin papel? Sí, me dijo, sin lápiz y sin papel. Y comprendí.


Fuente: Casal, Selva (1988) El mundo es simplemente un alarido. Editorial Llantén. Bs. As. 2021.



Jie Qi, Andrew Circuit Stickers (Dandelion) Tinta sobre papel, fieltro, circuitos con respaldo adhesivo y cinta de cobre 27.9 × 21.6 cm


Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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