13-12
¿Cómo dirigirse a ese múltiple verdugo, a ese polifacético guardián que no detiene su marcha en la historia de la muerte?
¿Cómo hacerle entender (y hacernos entender) que es funcional al despojo, a la injusticia, a la supresión de la libertad?
Ese verdugo lleva múltiples uniformes, armaduras, trajes. Viles disfraces de lo inocultable.
Si le explicáramos que ha sido adoctrinado y preparado para ser uno de los cuerpos más insensibles, si intentáramos convencerlo de que es la bestia más rancia y podrida de todo el engranaje, si quisiéramos conversar con él acerca de que el poder que supone tener no es más que una ilusión, que es reemplazable por cualquier otro cuerpo execrable que quiera ocupar su lugar, que vendió su vida a quien maneja los hilos de su falso uniforme y que vendió su vida al desprecio, al privilegio y a la opresión, ¿comprendería algo? -sabemos de la ilusión del juego entender-explicar, sabemos que fue parido al servicio de la muerte, pero aún así necesitamos del ejercicio vital de la interrogación-.
Parece que resulta más sencillo imaginar un futuro de apocalipsis zombies y muertes evitables que un mundo sin policía.
Casi desde su aparición esta fuerza, brazo armado del Estado, mercenarios al servicio de la muerte, muestran lo que pueden hasta ampliar el límite de lo que son capaces.
Queda a la vista la cantidad de represiones, corrupción, violaciones, gatillo fácil, femicidios, travesticidios y asesinatos de los que son capaces.
La miseria que encarnan no entiende de solidaridades, ni de colaboración, menos que menos de otras maneras de habitar el mundo que no sea bajo lógicas patriarcales y autoritarias.
Policía de la Ciudad, Policía Federal, Policía Bonaerense, Gendarmería, eufemismos que esconden lo que verdaderamente son: extensiones del Estado, mercenarios adoctrinados, miserables con delirios de grandeza, autoritarios adictos al Poder, verdugos obedientes, un cáncer social. Diferentes uniformes que se conjugan en esa masa uniforme y pútrida que custodian los privilegios de las castas políticas y empresariales.
¿Cómo imaginar un mundo sin policías?
¿Cómo imaginar una organización autogestionada que posibilite la autorregulación de lo que se puede y no se puede en la convivencia?
¿Cómo abrevar en viejas experiencias que han intentado otros modos de organización social?
¿Cómo evitar que se envicien las formas de auto-organización?
¿Cómo evitar caer en las trampas que nos limitan a lo ya conocido como únicas opciones posibles?
¿Seremos capaces alguna vez de inventar un mundo sin policía?
¿Tendrán sentido estas reflexiones? ¿Tendrá sentido esta exhortación? ¿Algún día, verdugo, guardián, escucharás? La experiencia demuestra que no existe diálogo posible. Entonces, ¿qué otros medios podemos seguir inventando para hacernos oír?
¿Cómo vivimos en este mundo?
¿Cómo hacemos para parir un mundo sin policías?
* Publicado en la edición Nro 13, octubre 2020 del Periódico anarquista de agitación cotidiana Gatx Negrx.
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