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  • Foto del escritorRevista Adynata

Dejemos hablar al viento de Agosto… / Vicente Zito Lema

Hay épocas en que la poesía se plantea una última cuestión: ¿cuándo lleguen los poetas del mañana, los que anunciarán la alegría, tendremos algo más para recibirlos

que tumbas de inocentes sin justicia y la moneda de la vida jugada a cara o cruz...?


¿Qué sucede con nuestras vidas llevadas y traídas, conmovidas, sea por azar o gracia del destino, decíamos ayer, o mucho más por nuestros actos, por la conciencia que se hace y que nos hace, y por la manera en que reproducimos materialmente nuestra existencia, aventuramos hoy...? ¿Estamos preparados para la interrogación de la historia, que súbitamente nos sorprende y nos sacude mientras el cuerpo avanza a los tumbos en las lejanías de la tragedia sureña, donde nunca fuimos más que espectros asombrados de la crueldad del mundo? Leo con cuidado y ligera sospecha, no fue previsto pero sucede así, los papeles amontonados, mios y de otros, que pronto serán un libro sobre el Agosto infausto (he aquí una palabra que tiembla, una hoja del ser en el viento sacudido de los seres), y la emoción acorrala; es una emoción que no desecha la conciencia, de allí su fuerza; como en toda poética, el delirio dolido de lo perdido nutre la verdad... Como espacio y como tiempo, estamos en la tierra del dolor social; conozco estas nubes que vienen del ayer... Estas nubes espesas como el puño de un ángel jamás serán una lluvia sin memoria, no traerán la muerte por la muerte misma; ninguna derrota se arrogará la eternidad, ningún espíritu de la época, ningún pragmatismo oscurece la noche, la tan noche del ayer hasta olvidar el día, ni transforma en juego del silencio a la conciencia. Lo que ahora irrumpe a caballo de los recuerdos es la rebeldía; lo he dicho y lo sostengo ante el paso de los años: se trata, en el arte, en el pensamiento y en la vida, vividos como actos de potencia, de ser cómplices ante lo dado, acomodados con ropas nuevas a las viejas servidumbres, o para bien de nuestro destino, aún en el dolor, animarnos a ser simplemente subversivos. La vida entonces será un arte sin representación, y la belleza por fin dormirá en los brazos de la verdad, que espera y necesita. La lectura que hoy hacemos del ayer pensando en el mañana, nos mueve, nos sacude, nos ata y nos desata... nos advierte que la entrada al paraíso del poder establecido no es más que el confín de un precipicio... ¿No hubo acaso en el ayer o fue mañana, ardiendo el alba que alguien de pie frente a las nubes, caminando sobre los ríos tumultuosos agitó aquellas palabras: hay otro cielo y está en la tierra?.

¿Adónde nos lleva sacar a luz las huellas del pasado, como quien intenta tallar el árbol de la vida? ¿Qué cielo nos descubre, qué estación nos espera? ¿Memorar es acaso un último viaje del corazón abierto, a pura contra ola? O sea: ¿sucede como espíritu de alegría y no como temblor agónico la decisión final de soñar, hasta que la historia sea resucitada del crimen continuo que la deshumaniza?

Habrá que preguntarse: ¿Sentir como propio el dolor ajeno es el amor?

¿La memoria de los otros es el amor?

¿El otro que miró lo que yo moraría es el amor?

¿La historia que nos resucita y da sentido y latido en el silencio es el amor?

¿Qué hiciste con el amor? (Es la pregunta final)

El viento que entra por la ventana no conoce más piedad que nuestro rostro frente al espejo... Las hojas de aquel agosto se mueven de aquí para allá como si la mano del pasado todavía temblara...

¿Qué fue de la gloria que alumbró las frentes celestes en la fuga de Rawson? ¿Qué de los fusilados en la base naval de Trelew, pagando con sangre hasta el hartazgo la victoria de la libertad que pudo ser y no fue? ¿Habrá respuesta en la escritura, la palabra vivirá como un acto del que no se resigna? ¿El hilo de Ariadna nos ahoga o nos guía, o sólo es una marca en nuestra garganta? La historia de nuestra historia crece a contrapelo, a contraolvidos y a contramuertos en la memoria que le gana la continua brega al cementerio. Ya no soporta el corazón abierto un mundo enjaulado por el hambre... ¡Contra todo! ¡Contra todo! ¡Vamos a navegar! ¡Hay que destruir las jaulas!

¡Desde las hojas luminosas, una tras otra las hojas de poesía puestas sobre la piel de Dios!

¡A pesar de todo! ¡A pesar de todo!

Está escrito aquí (la mano del ayer, la mano del hoy...)

Hay una poética de la dignidad que no escurre su mirada ante la muerte. Surge y resurge en estallidos, a borbotones, una interrogación de la verdad que desnuda su respuesta desde los actos. La historia de la esperanza es la historia de las luchas que construyen todas las esperas. No dejaremos en los labios de la muerte las últimas palabras. Menos todavía que la derrota sea el destino obligado de la historia, ni el olvido la sombra que destruya el legado de tanta luz de amor, de semejante combate, de tamaño heroísmo... ¿Acaso nuestras almas no guardan en esta luz de agosto que nos consuela y desafía la música del viento...? Agosto de 2015

Fuente: Trelew, una ardiente memoria. Coordinación general de Vicente Zito Lema. Ediciones La Llamarada. CABA 2015.



Thomas Jackson. “Collaborative Nature,”. 2023. Instalación movida por viento ( Tiburon, California)

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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