Crueldad
1. “El hombre malvado ha matado al pobre niño”.
En Chinook -dice L Strauss-se expresa así:
2. La maldad del hombre ha matado a la pobreza del niño[i]
En la primera sentencia, “hombre” es el sujeto de la acción y “pobre niño” es el objeto directo, que la padece.
“Ha matado” -pasado perfecto- es el verbo y queda invariable en ambas oraciones.
En la segunda, el sujeto de la acción es “la maldad”, y “pobreza del niño” es el objeto que la sufre.
Supongamos ahora que se trataba del relato de un sueño: el hombre malvado ha matado…
Quizás se trate de alguna variación del fantasma pegan (matan) a un niño, con su (per)versión sádica (pegar-matar) y un goce masoquista en juego (pobre niño). El circuito pulsional accede así a un objeto elaborado desde el fantasma que fija escenas, escenarios que ordenan un menú para las cenas, y otorga así una respuesta posible a la pregunta ¿qué quieres?.
El analista -con su silencio- promueve la asociación libre, invita a ausentarse (perder el hilo) para que tal vez aparezca -en un segundo tiempo- un sujeto como precipitado de la interpretación.
Pero si el relato del sueño fuera (ya sería otro sueño): la maldad del hombre...
Teoriza el analizante que la maldad del hombre aparece en la tierra con el asesinato de Abel por su hermano Caín... Pero algo interrumpe la distante observación, una asociación: su hermano que es representante de una firma deportiva (anagrama de Caín), se ha quedado -fraude mediante- con toda la herencia de su madre recién fallecida.
¿Quién es el pobre, quién niño, quién el asesino? Hablemos de la crueldad que circula -por los surcos del análisis- hacia el cruel, desde la estafa hasta la venganza que se encarna en una mano que asesina en el mito bíblico a su propio hermano.
Como un caleidoscopio gira el sujeto de las asociaciones, y la interpretación, la palabra interpolada -entre dos- por el analista creará lo que aún no estaba. Estaba por estar…a la espera.
Envidia
1.
Hablemos del asesinato del frutero. En el barrio hay un equívoco, no se entiende bien, hay rumores contrapuestos: el frutero fue asesinado o él es el asesino.
Ay! El equívoco que introduce la preposición del.
2.
Hablemos de la envidia del cuñado. Cuando su hermana le cuenta que el marido cambió el auto, él sonríe, se esfuerza para sonreír y la felicita. Se pregunta una y otra vez de dónde, cómo, desde cuándo, ellos pueden y él no. A su cuñado lo ascendieron ¿pero tanto gana ahora?
Sonríe cuando lo piensa: se detiene en la palabra ascender; si él se muriera…se sonroja, apenas. El verde de la envidia se sobrepone al rubor. El cuerpo se estremece.
3.
Hablemos de la envidia del pene.
No sólo sería objeto de envidia (genitivo objetivo) También es el pene el que envidia (genitivo subjetivo) [ii]..
Hacer el amor con el pene también es equívoco…en varios sentidos:
¿El amor se hace? ¿Con el pene? ¿Es el instrumento (entre dos) o es el partenaire de la cópula (con)?
¿Hay que elegir entre hacer el amor con el pene y/o con ella, y/o con él?
Y en el instante del orgasmo ¿quién goza? ¿Es el Yo, el cuerpo, un cuerpo, dos cuerpos …más cuerpos, y/o es el pene el que desea, goza, se estremece?
4.
Hablemos, hablar es uno de los modos de activar la lengua, tal vez sin decir nada, y ante tantas preguntas sin respuestas certeras, hay quienes creen que hablar hace bien, que hablando se entiende la gente, hasta que irrumpe un equívoco que nos sume (nos reste) en la soledad…sin desamparo.
[i] L. Strauss Claude, El pensamiento salvaje, F.C.E., Bogotá 1997, Pág. 11. [ii]M. Klein afirmaba que venganza y retaliación se conducían por orinas envenenadas, heces explosivas y una amenazante vagina voraz. J. Fukelman cedía la voz y la palabra a los objetos en las sesiones con los pequeños, D. Winnicott animaba al objeto transicional; no sorprende entonces que Lacan sostuviera que es el falo el que desea/goza y agrego por mi parte…envidia.
Dos pasiones q se anudan