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Foto del escritorRevista Adynata

El amor es un toro mecánico / Valeria Tentoni

El amor es un toro mecánico del que nadie se baja con elegancia


Una atracción de feria

abandonada,

desafiando la intemperie.


Todos se paran frente al toro y se dicen

Yo puedo con él. Todos, sin excepción, confían

en sus talones

y se montan a la violencia eléctrica

de su lomo. Confían todavía cuando el movimiento

se inicia,

como si una mano poderosa e invisible

echase una ficha al aparato

sin previo aviso.

El clic metálico se recorta en el sonido,

una topadora minúscula

derribando

al silencio de un empujón. Entonces todo comienza, y ya

no hay manera

de emprolijar el cuerpo, esa forma

de la que antes creíamos tener dominio y que ahora

se nos revela

como si hubiese estado esperando su turno

comiéndose las uñas

desde que le pusieron nombre.

Si yo fuese un ratón

preferiría

perder mi cola en la trampa

antes que mi queso.

Una y otra vez.


Adentro de la heladera siempre es de día.

Las cosas que están ahí no se quejan, no le piden a ningún dios

que apague la luz. Esperan su turno.

Algunas se vencen, pero se quedan igual.

Me gustaría ser la botella de Coca-Cola

que cargo con agua de la canilla. Algo que acepta su destino

sin escándalos.


Vivo arriba de un supermercado chino.

El otro día colgué un pantalón de la ventana

y el viento se lo llevó. Tuve que bajar, tuve que pedirles permiso.

Me dejaron entrar al depósito: fue como llegar

a la vasija de pepitas de oro al final del arco iris.

Durante mucho tiempo pensé que el ruido ese venía de la panadería

que está a mitad de cuadra. Resulta que no,

que viene de lo de los chinos.

Hay un enorme motor que usan para ventilar su mercadería.


Las cosas que están ahí no se quejan, no le piden a ningún dios

que haga silencio.

Todo lo que brilla es satélite de alguna estrella opaca.

Algún día esa estrella dejará de existir

antes que sus rayos

y caeremos a una fe ridícula.

Si no hubiese cosas más tristes que esa,

esa sería una cosa triste.



Pablo Picasso. Bull. c. 1958 Escultura Madera contrachapada, rama de árbol, clavos y tornillos. (117.2 x 144.1 x 10.5cm)

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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