Las voces de las mujeres que se fueron
dicen cosas todavía. Pequeñas cosas acerca
del funcionamiento del hogar, secretos
para que todo siga andando sin ellas
como si ellas todavía anduvieran,
silenciosas y diligentes, caminando por la casa.
De la casa sólo quedan ruinas, campo ralo
donde uno, o unos pocos, sobreviven
se miran a sí mismos o entre sí
sin entender qué cosa es la que falta.
…
Decía: cuando se rompe un objeto querido
que guardábamos en un lugar
secreto de la casa, el mundo entero pierde el orden
que tenía hasta entonces. Cada cosa que hemos tocado
con la delicadeza del amor, al desaparecer
se lleva nuestras huellas, nos arroja consigo allá lejos,
donde es abandonado aquello que ya no es útil,
que está incompleto.
Decía: dónde vivir si se ha roto... decía algo
acerca de las cosas que se quiebran, cosas en las que una
había aprendido a vivir, no se sabe cómo, porque eran
tan pequeñas algunas que cabían en la palma
de una mano, y otras ni siquiera podían ser vistas
o tocadas. Decía, sin embargo, que esas cosas eran
más poderosas que el principio de gravedad
cuando se trataba de mantener un cuerpo
anclado a la tierra.
….
Decía: a veces, cada vez con más frecuencia, olvido cosas.
Pierdo algo que un segundo antes había dejado
sobre la mesa, cuento una historia de mi infancia
una vez y al poco rato la repito textual:
por la expresión cansada de los otros
me doy cuenta. Mi vida es como esos sueños
que tienen los chicos cuando se duermen bajo un árbol,
a la siesta: luminosos y frágiles, llenos de pequeños
y leves incidentes que al despertar-no se recuerdan.
Decía que algunas veces, cada vez más seguido, olvida cosas.
Yo quisiera recordárselas, pero no sé cuáles son esas cosas
que viven en su cuerpo, cuáles incluso ella preferiría
que no le fueran mencionadas por nadie,
porque quizás le ha llevado años hacer ese arduo y minucioso trabajo de olvido,
por un camino que no desea desandar.
….
Dice: ahora soy una pendiente por donde cae la dicha,
a veces frágil, de no tener la pena de mi cuerpo
atada a mi.
Dice que el hilo se ha roto y, suelta al fin,
ya no responde a fuerza alguna que se quiera
ejercer sobre ella. Que ahora es ligera y joven
otra vez, y habla en voz muy alta,
y como ya no le da miedo
por las noches sale a ver cómo era
el mundo que perdió.
….
Dice: ya no hay nada que temer.
Si cosas tan frágiles
como el olor de la tierra mojada, permanecen,
y hasta crecen, en medio de la tormenta,
es porque lo invisible está a salvo
de la prepotencia.
Fuente: El secreto (2007) en La desobediencia. Poesía reunida. Resistencia, ConTexto Libros. 2018.
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