La selección natural perdió el rumbo
y el hombre se siente por encima de la fauna
y de la flora,
los cazadores por encima de la victima.
Los jóvenes se sienten superiores a los viejos,
los hombres creen ser mejores que las mujeres,
sin saber que incluso la más débil es mejor
que un hombre egresado de la escuela de varones.
Hombres, mujeres, niños, adolescentes y ancianos
creen ser superiores a las travestis.
El rico se siente superior al pobre,
el contemporáneo se siente mejor que el clásico
y el clásico hace volar el barrilete de su eternidad.
Los heterosexuales se creen mejor que los homosexuales,
pero el homosexual con dinero se siente mejor
que el puto pobre.
El homosexual atlético saborea su imagen
en el espejo,
y su narcisismo le hace creer que es mejor que
el maricón gordo que lamenta no ser mejor que nadie.
Los bellos subestiman a los feos,
los inteligentes a los tontos,
los tontos a todo el mundo. Por mi parte, signo el mundo a partir de algunas jerarquías, [por ejemplo,) sé que las plantas son superiores a todo lo puesto sobre [esta tierra] y los perros son las mejores mascotas.
Nina Simone es mejor que sus colegas,
y nadie podrá igualar a Jessica Lange.
No creo en merecimientos ni en historias de superación.
Mi historia de amor más hermosa, que hablo en primera [persona,] la tengo con un amigo gay y qué más da...
Al fin y al cabo, en esta partida de justicias
e injusticias,
la muerte siempre tiene las mejores cartas.
*publicado en La novia de Sandro, Ciudad de Buenos Aires, Tusquets Editores, 2020.
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