Usted, que se siente parte de la cofradía del mundillo psi. Que durante el trabajo cotidiano se limita a complacer y ejecutar la doctrina de las etiquetas y prontuarios que fabrican historias clínicas e informes. Usted, que sí estudió, pero quizás sin saberlo lo habita una vocación represora y cada vez que puede (y se lo permiten) esparce violencias por doquier. Usted, que ama el ejercicio inquisitorial y oficinesco de la profesión, que practica el marcaje de la otredad que lo asusta, que ve fantasmas por todos lados.
A usted, ahora, algunas voces irreverentes que ensayan prácticas psi quisieran decirle algo y le pedimos, desde la irreverencia, que escuche:
1) Estas voces se pronuncian en contra de una clínica jurisprudente. La misma que usted ejerce con pasión ignorante. Esa clínica que sentencia antes de escuchar, que afirma antes de conocer, que repudia antes de entender, que se pronuncia siempre ante todo, incluso cuando nadie le pidió opinión. Trate de llamarse a silencio, un poco más seguido. No lo tome como una orden, es más bien una sugerencia.
2) Estas voces cuestionan su clínica policial , que realiza fichajes psicopatológicos, por lo psicopatológico mismo, balbuceando diagnósticos con intención de dictar sentencias inapelables. La misma que muchas veces cree ver en algunos usuarios-pacientes-consultantes-derivados, o como usted prefiera llamarlos, a portadores de estigmas de marginalidad y, al mismo tiempo, al ladrón de billeteras que le robó a usted el otro día. Usted no está ahí para juzgar. Tenga al menos la dignidad de tratar de comprender algo de lo que pasa frente a su mirada severa. Y si no comprende, no pasa nada, por lo menos por un rato. Ya se dijo que apurarse a comprender también es un peligro, y es justamente lo que hace usted, en más de una oportunidad.
3) Estas voces quisieran no verse contaminadas por su clínica de la moral, con sus principios y valores, con sus prejuicios y ortodoxias, con esa escolástica que tanto gusta de alejarse de cualquier pensamiento crítico. Deje un ratito la moralina solemne. Ese ejercicio monacal de la palabra. Pruebe con un ejercicio de ética, pensante y sensible. Practique suavizar las voces religiosas que hablan en su ejercicio profesional. No hay pecadores. No hay pecados. Usted tampoco está para juzgar supuestas “caídas” o degradaciones del espíritu y menos, para perseguirlas con su hacer o decir.
4) Por último, y por ahora, estas voces irreverentes quisieran entrar en beligerancia contra su clínica pedagógica, ese aburrido y reiterado intento de hacernos parte de sus instituciones formativas aleccionadoras. Esos centros de acumulación de poder y jerarquías, que sirven para tener algún “carguito” o marcar tarjeta en los foros especializados con membresía. No, no queremos más instituciones. Igual sabemos de lo imposible de no estar en ellas. Pero no queremos nuevas. No de ese tipo. Y menos sentir la amenaza de la excomunión, por obrar en desacato. Queremos la apostasía de su credo psi. Usted no está para sermonear, y estas voces, no están para dejarse bendecir.
Estas son algunas de las cosas que queríamos decirle. Quizás algunas ya las sabe, otras las niegue o intente negarlas, en su recorrido zombie normalizador.
No pretendemos heroísmo, ni nos relamemos en la crítica simplista. Intentamos ocupar un lugar entre las voces que se escuchan habitualmente. Un pedacito de espacio en el atroz silencio de las conversaciones vacías.
Esto va para usted.
Muchas gracias por escuchar, o leer, según.
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