Revista Adynata
Mi memoria / Teresa Arce
Mi memoria la guardo justo
donde nace la nariz, entre los dos ojos.
Por eso los aromas me eyectan al pasado,
sin pasar por el cerebro.
Las imágenes están a mano, entran, salen,
se imprimen enseguida.
En cuanto a cuestiones del corazón,
es ardua la cuesta hacia arriba,
ando con un bagaje bastante chiquito
y repito los errores, como si nada
quedara grabado ni pudiera encontrar las señales.
Cuando mi memoria está muy inflada de historias,
me pesa la cara: no la puedo levantar de la almohada,
entonces la agarro como un trapo, la escurro
a pura lágrima y moco
así deja de abultar el ceño y se afina la mirada.
