Cuando suena Move over tomo sol en la terraza, bajo mi espalda hierve la membrana plateada impermeable y el verano y el aceite Johnson me calcinan la piel. Cuando suena Move over me pregunto cuántas cosas podré hacer en esta vida y concluyo que todas. Estoy despierta, pero el mundo duerme su antigua siesta
y en un zaguán Basil, el palestino,
me da un beso. Su lengua asoma femínea y delicada entre los pelos negros de la barba cuando suena Move over. Pero una chica como yo – y él no lo sabe- hubiera muerto por besar a Jannis Joplin entrando a la cabina de un estudio con manos anilladas y vibrando a capella Summertime. Los platillos redoblan las campanas porque ella sigue ardiendo y nunca
ardió más que cantándome Move over en mis auriculares. La música es un río que esta tarde desemboca en su boca que es el cuadro de Munch y los golpes de bata alejan cualquier pasado, con excepción del suyo. Y al sonar de Move over, Janis Joplin tiene los ojos de mi amiga Carolina, ocultos bajo lentes redondos y dorados y el pelo revuelto y abundante. me mira con el verde de esos iris que atraviesan los vidrios me mira con la fuerza concentrada de ese verde muriendo en su esplendor como el amor mientras suena Move over.
*Publicado en El corazón de los otros, 2015. Tabaquería libros, México
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