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  • Foto del escritorRevista Adynata

Quipu. Nudos para una narración feminista (fragmento) / María Pía López

Vida, qué idea. Rondo a su alrededor. De su desmesura, su ambivalencia, lo que dispara. Nombrarla y abrir sus significados, en el corazón de todas las políticas. Difícil que alguien declare forjar políticas a favor de la muerte, aunque su hacer sea necropolítico. A lxs hacedores de la muerte no se les cae de la boca la palabra vida. Acuñan moneda falsa con su efigie. Y hasta la duplican: las dos vidas, todas las vidas, mientras tallan las puertas pesadas tras las cuales no se escuchan los pedidos de auxilio de las infancias abusadas. Vida, todo-terreno esa palabra: para vender productos, orientar conductas, generar cuidados, criticar instituciones o legitimar su hacer, discutir leyes o promulgarlas. Vida es lo tacha de la discusión pero se vuelve omnipresente. Cada vez se enlaza con otros que significados y acepta alianzas de lo más disímiles: desde la idea de calidad y sus ribetes clasistas, hasta la rebelión del grito feminista; desde la publicidad de comidas hasta la apología fascista. Principio irreductible. Se la entiende en contrapunto -como a todo signo lingüístico-, vida es no-muerte. Con mohínes, se desliza a sobrevivencia y a nuestro ser recortadito de personas humanas. Vida, la propia. La de otres humanes. Retazo nietzscheano para agrietar las imágenes que habitan el sentido común y exige la pragmática misma de la vida social: el filósofo puntuaba el vaivén entre lo que se individualiza y lo que desborda la forma individual, el desparramo en lo que vive, el pliegue entre fuerza y forma. Es difícil pensar así si esto que se escribe es porque hay un punto de organización de lo múltiple y lo que deriva, alguien -"yo"- que tira del hilo y va tejiendo, una memoria que se activa y se objetiva en discurso. Escribo "vida" y lo primero que aparece es la propia y la de las personas amadas o conocidas, humanas y no humanas. La muerte de millones es lo impensable: casi ensoñada estadística. No es aprehensible hasta que alguien afirma "murió mi padre o mi amiga", de allí el valor del testimonio y de la narración. La vida se escribe en singular, su pérdida también. Grandes incendios producen su imagen más impactante en un pequeño animal que trata de salvarse antes que en la grandiosidad de las llamaradas que todo toman. El rostro del animalito, su azoramiento, su desvelo, su huida, dan cuenta de la desmesura de la quemazón -convertida en fondo. En el contrapunto se revela la magnitud del daño. Pocas veces se escucha un grito como el de Erdosain: "Pero yo te amo, Vida. Te amo a pesar de todo lo que te afearon los hombres". Un loco. La locura como la oscilación más amplia entre el yo que enuncia y la vida que desborda. Imposibilidad de organizar la murmuración o de olvidar la multiplicidad. Perderse en ese bosque sin nombres propios o donde los nombres van y vienen, no siempre asignados a las mismas cosas o personas. Vida, te amo, a pesar de todo lo que te afeo.



Fuente: María Pía López, Quipu – Nudos para una narración feminista (2021) Editorial: EME Ediciones.


Käthe Kollwitz Die Mütter [Las madres] De la serie Kireg [Guerra]. 1922-1923. Xilografía

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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