Pandemia, cuarentena y la invisibilización de la diversidad. Año 2020.
Este artículo fue escrito mientras se transitaba el aislamiento social, preventivo y obligatorio impuesto por decreto a raíz de la pandemia de covid 19 en el año 2020. Un año entero intentando llevar adelante un proceso de enseñanza aprendizaje a través de plataformas, computadoras, celulares, cámaras apagadas, silencios tristes y frustración. Una profesora de Historia mientras buscaba propuestas didácticas para hablar de un pasado remoto también iba analizando las soledades que día a día se profundizaban del otro lado de la pantalla, principalmente las soledades de quienes habían decidido ser y salir del capullo de una lenta metamorfosis en un mundo que ahora les impedía despegar sus alas y volar como mariposas.
La situación narrada es verídica. Por cuidado y privacidad fueron modificados los nombres reales.
Un comienzo.
“Me llamo Luz pero me dicen Juan”, así se presentó el primer día de clases de un año que terminó siendo otra cosa.
Juan se sentó en el primer banco cerquita del pizarrón. La actividad era sencilla, escribir una carta breve de presentación. Juan se abría más que un libro y que su carpeta llena de calcomanías. Allí estaba contando que sus colores preferidos son el verde y el negro y que salió del closet pero que su mamá no lo acepta.
Así comenzaba Juan su primer día de clases en su primer año de secundaria. Pero esto sólo duró una semana. A la siguiente, las clases estarían suspendidas y luego comenzaría un aislamiento social producto de la pandemia de covid 19.
La escuela y les Juanes.
Bien al norte del conurbano, hace un poco más de cincuenta años, un cura tercermundista levantaba un comedor con apoyo escolar en unos terrenos linderos al aeropuerto. Con el tiempo, ese comedor se fue transformando poco a poco en una escuela. El cura fue convocando maestras y organizando el barrio hasta que la dictadura lo acribilló en la puerta de su casa. La escuela siguió, perduró y creció hasta lograr abrir de forma paulatina todos los años de nivel medio.
Si bien la escuela es parroquial católica, allí confluye el barrio con todas sus particularidades: evangélicos, ateos, familias que viven aún en casillas, otras que se convirtieron en clase media (baja, pero media al fin), pibas de pañuelo verde, campañas “pro vida”, sabiondos y trans. De esta manera, conviven en la escuela discursos conservadores, con jóvenes que llevan en sus mochilas atado el pañuelo verde y que se ven interpelados no por la política tradicional sino por la política sexual ya que comprendieron que la política sexual les toca bien de cerca en sus vidas cotidianas (Fulco, 2018) aunque en la parroquia que queda justo enfrente a la escuela esté colgada una enorme bandera con el dibujo de una mujer sin rostro abrazando un bebé que reza “No al aborto”. Pero a pesar de eso, la ley de Educación Sexual Integral (ESI) aprobada en 2006, establece que su implementación no se restringe a escuelas de gestión estatal sino también las privadas, incluyendo a las confesionales. Y además, la realidad supera cualquier impronta, cualquier ideario imponiéndose de la mano de quienes más empujan: les pibes.
Dice Fulco que las identidades de nuestres estudiantes muchas veces estallan todos los modelos que conocemos y se inscriben en una línea que escapa a los encasillamientos. Porque por más escuela parroquial y conservadurismo hoy la escuela está para habilitar todas esas “cosas” que no se nombraban, no se explicaban y no se visibilizaban. La ESI ahora abre la puerta para ir a jugar. Pero no siempre todes les que conforman la escuela comparten esas ganas. Y esto se percibe primero, en la falta de estrategias pedagógicas que aborden la perspectiva de género y segundo, en la insistencia en seguir llamando a Juan por el nombre que él no reconoce como propio.
Existe la ley pero existen las trampas. La ESI es transversal a todos los espacios curriculares, por ende a todes les docentes. Pero lamentablemente, tal como señala su abordaje sigue siendo biologicista y con perspectiva médica organizando el cuerpo biológico bajo el eje de la “prevención” y esta prevención es por lo general vista desde la cuestión de las mujeres y la heterosexualidad. Esto queda en evidencia en las charlas organizadas en la escuela que hacen hincapié en la autoestima, el cuerpo, el cuidado pero invisibilizando lo plural de todo eso quedando al margen de una propuesta y del dispositivo pedagógico de manera integral. Les Juanes vienen a hacer visible aquello que se niega “inestabilizando” de alguna manera la escuela, rechazando las prácticas “normales” y de normalización mediante una socialización desvinculada del orden conceptual dominante haciendo de la escuela un lugar para pensar lo impensable.
Pero las tintas no pueden recaer sólo en el cuerpo docente sino también en la propia ley. Si bien el marco legal asienta las bases en temas de sexualidades incorporando una perspectiva integral de la misma, es en una sola asignatura que aparece por primera vez la diversidad sexual como tema. La pregunta es por qué, si los lineamientos de la ley están organizados por bloques de contenidos para los distintos niveles del sistema educativo, la diversidad sexual no se trata desde una perspectiva transversal ¿Cuántos alumnes transitan ese recorrido viendo invisibilizada su sexualidad siendo tal vez la escuela el único espacio que posibilite construir una identidad que muchas veces es negada en el seno familiar? Es el caso de Juan quien sostiene ser parte de la comunidad LGBTTIQ+ sin ser aceptado por su mamá. Es en estas realidades que la escuela debería cumplir su rol no sólo como espacio de construcción inclusiva y diversa sino como garante de derechos, principalmente el derecho a la identidad.
Mamá no ¿La escuela sí?
Juan no esconde quién es y menos quién quiere ser. Y fue en la escuela secundaria que comenzaría a transitar ese camino. No porque no lo hubiese comenzado. En definitiva el comienzo es cuando alguien decide que sea. Juan nos dio la posibilidad de pensarnos frente a esa realidad a la que todavía las aulas no están acostumbradas, ni las aulas ni la escuela como edificio ni como institución, porque los baños siguen siendo binarios y las filas para izar la bandera también, las listas que nos facilitan a les profes y la lista que en voz alta leen les preceptores cuando pasan asistencia. Y ahí se desnuda la no integralidad, la no diversidad o al menos el maquillaje que aún no termina de sacarse todo un sistema que por dentro y por fuera comenzó a resquebrajarse ya sea por una marea imparable como por el tiempo mismo que desgasta todo.
Sin embargo, la ESI propuso un giro pedagógico aunque a simple vista no se vea reflejado en el espacio escolar. Ese giro pedagógico permitió poner en tensión los discursos legitimados sobre sexualidad e identidades permitiendo “desclandestinizar” prácticas educativas que tal vez venían desarrollándose en las sombras, generando de alguna manera un “caos saludable” al cuestionar ese “orden” establecido en la institución escolar, por ejemplo, cuando un profesor de Literatura propone a les alumnes textos como La leva o La historia de Margarito de Pedro Lemebel ¿Era posible esto antes de la ley? Tal vez sí pero descentrado o al margen del currículum preestablecido. Pero de un tiempo a esta parte, este tipo de propuestas pedagógicas no solo convierte en centro a los márgenes, en términos de Louro, sino que permite poner atención en las formas en las que se construye el conocimiento, se ejerce el poder y se configura el deseo. Porque la escuela como esfera pública, es también un espacio para la formación y concreción de las identidades sociales.
Ahora bien, esta posibilidad de pensar más allá de los límites establecidos por la heteronorma en un punto se vieron afectados cuando se estableció la suspensión de clases a partir del 16 de marzo (a una semana de iniciado el ciclo lectivo para el nivel secundario) y el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio cuatro días después. El caos dejó de ser saludable para pasar a ser sólo caos y los márgenes dejaron de pretender ser el centro.
Eros no usa classroom.
“Hola Luz cómo estás?! Muy buen trabajo!…” se leé en el mensaje que una docente le manda a Juan como devolución de sus tareas.
“Hola Profe, si no le molesta me puede decir Juan por favor”, es la respuesta seca y sin signos de exclamación que el estudiante replica.
La pandemia y el consecuente aislamiento nos fue desdibujando las caras de aquellos chicos y aquellas chicas que vimos en esa primera semana de clases y en el caso de algunos y algunas docentes sólo una vez. Y la relación enmudeció en una plataforma que tan solo recibe y devuelve fotos de hojas de carpeta apoyadas en alguna mesa o con suerte, documentos de word de quienes tienen la posibilidad de contar con una computadora.
El classroom abolió el intercambio y la espontaneidad. Y para otres, directamente el classroom no existe porque no tienen wi fi o los “datos” del celular no permiten usar la aplicación. Sin classroom, sin computadora, sin escuela…
Así como la pandemia dejó al desnudo las enormes desigualdades en materia educativa, ensanchando aún más la brecha digital, también profundizó la enorme desigualdad social en términos de género, sexualidades y derechos.
La escuela, a pesar del enorme esfuerzo por mantener el vínculo a través del intercambio digital, ya no está para que les Juanes puedan desplegarse allí. La vulnerabilidad representa una fuente de desigualdad en la construcción de proyectos de vida de les jóvenes. Para muchos y muchas de les alumnes de la escuela “quedarse en casa” no se traduce en cuidado sino en vulnerabilidad.
¿Quiénes son ahora les interlocutores de Juan? ¿Su mamá que no lo acepta tal cual se percibe? ¿Les profesores que despersonalizan pero a la vez personalizan llamando a alguien por un nombre que no lo identifica? ¿O les profes que intentan lograr un espacio de contención en el vacío virtual intentando transformar esa virtualidad en espacios generadores de subjetividad? Pero, si es así ¿dónde quedan los cuerpos, los gestos, las miradas y complicidades que sólo son posibles con les otres compartiendo físicamente un espacio? Parafraseando a bell hook ¿qué se hace con el cuerpo en el classroom?
Hay autores que sostienen que llevar la perspectiva de género a la instancia educativa es el gran desafío de la trasposición y actualización curricular. Si en circunstancias “normales” ese es el desafío, en este tiempo de pandemia, de un no-tiempo, de distancia social y principalmente corporal, llevar esa perspectiva de género a la virtualidad se transforma no en un desafío sino en un problema. Si como dice Rueda, el material de la ESI, la Ley y su Programa no aborda las relaciones de poder que oprimen las sexualidades, las dudas y el vacío aparecen al momento de pensar la profundización de todas esas cuestiones en esta “educación a distancia” que hoy nos atraviesa por medio de la virtualidad. Más que antes se producen ausencias desdibujando presencias.
Intentando conclusiones en un tiempo de incertidumbre y “nueva normalidad”.
Cuando Giroux decía que las escuelas se habían convertido en zonas muertas de la imaginación, ni él ni nadie pensó que la escuela se extrañaría tanto como hoy.
En todo el tiempo qué llevó la cuarentena pudieron leerse y escucharse diversos análisis y opiniones acerca de les jóvenes, la enseñanza, el aprendizaje y principalmente la escuela. Rescato entre ellos algo que dijo Carlos Skliar acerca de que hoy, por primera vez, la humanidad toda extraña la escuela, no refiriéndose a la educación, sino a la “escuela” como espacio de aprendizaje.
Y es cierto.
En menor o mayor medida todes (docentes, familias, alumnes) extrañamos ese espacio de convivencia, normativizado, estructurado pero que es el espacio donde confluyen los cuerpos, un espacio en el cual en términos de bell hook, puede descubrirse el eros que hay en nosotres, haciéndonos pensar sobre el amor y el modo cómo vivimos nuestros cuerpos. Hoy las zonas muertas de la imaginación son el classroom, el zoom, el meet y cuanto dispositivo está al alcance de quienes pueden acceder a ellos, reproduciendo la peor de las caras de la escuela, la de ser centros de evaluación, desprofesionalización docente y despojo de poder de les estudiantes. Zonas muertas dónde les jóvenes volvieron a ser un sujeto único y las prácticas pedagógicas neutras y supuestamente objetivas, ahistóricas y universales que restituyen nociones normativas y binarias resituando a la sexualidad al ámbito de lo privado. Zonas muertas no solo de imaginación sino de la posibilidad de que la sexualidad pueda emerger, al decir de Judith Butler, como posibilidad de improvisación dentro de un campo de restricciones.
Una frase que circula en las redes y paredes de la ciudad dice que no podemos volver a la normalidad porque la normalidad era el problema ¿Existe realmente ese algo llamado “nueva normalidad”? ¿Esa “nueva normalidad” repensará las normas de un mundo que se cae a pedazos y que de manera obsoleta siguen rigiendo en la sociedad? ¿O frente a esta situación deberemos pensar en “queerizar” el classroom?
Si bien la propuesta es ubicar la producción de normalidad como problema ¿cómo hacer en la supuesta “nueva normalidad” que les Juanes tengan la posibilidad de deconstruirse y construirse, tengan un horizonte que vaya más allá que la puerta de su casa? ¿Cómo pensar las identidades en un nuevo escenario que propone la vinculación con distancia, sin abrazos ni cercanías? Si la sexualidad habilita la inestabilidad y la imaginación ¿de qué manera acompañar esa inestabilidad en un presente inestable y desbordado de incertidumbre?
Estamos transitando un momento de preguntas más que de respuestas, un momento de deseos vitales que no encuentran anclaje en una etapa en la cual las estructuras de inteligibilidad de las que hablaba Foucault están tambaleando.
Pero por suerte, hay rayos de sol y palabras mudas que aparecen como microresistencias, en un classroom, en la foto de una hoja de carpeta, en la voz de les Juanes que lejos de aislarse, gritan a través de una pantalla que ni las normas ni la “nueva normalidad” ejercen un control definitivo ni performa a aquellas sexualidades que decidieron ser ingobernables.
Bibliografía y Fuentes consultadas
Britzman, Débora (2016) ¿Existe una pedagogía cuir? O, no leas tan hétero. En: Pedagogías Transgresoras. Córdoba: Ed. Bocavulvaria.
Butler, Judith (2006) Introducción en Deshacer el Género. Paidos. España.
Flores, val (2015). ESI: Esa Sexualidad Ingobernable. El reto de des-heterosexualizar la pedagogía. Degenerando Buenos Aires. III Jornadas Interdisciplinarias de Géneros y Disidencia Sexual. Mesa "La escuela como productora de identidad: desafíos de una educación sexual integral no heteronormada" - Escuela Normal Superior no1. 27 de mayo del 2015.
Foucault, Michel (1999). Historia de la sexualidad. Vol I. La voluntad del saber. Buenos Aires: Siglo XXI editores 27ª. (capítulo I).
Fraser, Nancy (1997). Justicia Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición “postsocialista”.
Fulco Verónica (2018). La Educación Sexual Integral será feminista o no será. En Revista Mora N° 25, IIEGEFFyL-UBA, Buenos Aires.
Giroux, Henry (2015). Cuando las escuelas se convierten en zonas muertas para la imaginación. Revista de Educación. Año 6 N.º 8. https://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/r_educ/article/view/1331/1348
Hooks, Bell (1999) “Eros, erotismo e o processo pedagógico” en Lopes Louro, Guacira (compiladora) O Corpo educado. Pedagogias da sexualidade. Belo Horizonte, Ed. Autentica.
Ley Nacional de Educación Sexual Integral (N°26150- año 2006).
Louro, Guacira (2018). Currículo, género y sexualidad. Lo “normal”, lo “diferente” y lo “excéntrico”. Descentrada, 3(1), e065. https://doi.org/10.24215/25457284e065.
Morgade, Graciela, Baez, Jesica, Zattara Susana y Díaz Villa, Gabi (2011) “Pedagogías, teorías de género y tradiciones en “educación sexual”. En Toda educación es sexual. Buenos aires: Ed. La Crujía.
Platero, R. Lucas (2018). “Ideas clave de las pedagogías transformadoras”. En Ocampo González, A. (Coord.) Pedagogías queer. Chile: Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva.
Radi, Blas y Pérez, Moira (2014). “Diversidad sexo-genérica en el ámbito educativo: ausencias, presencias y alternativas”, en Programa para el Mejoramiento de la Enseñanza de la Filosofía Actas de las XXI Jornadas sobre la enseñanza de la Filosofía. Buenos Aires (Argentina): FFyL.
Rueda, Alba (2019). La Educación Sexual Integral: indagaciones desde las agendas travestis trans, En Revista Mora N° 25, IIEGE-FFyL-UBA, Buenos Aires.
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