Siempre que los humanos de las primeras edades colocaban una palabra, creían haber realizado un descubrimiento, creían haber resuelto el problema; y lo que habían hecho era dificultar su solución. Ahora, para conseguir el conocimiento, hay que tropezar constantemente con palabras que se han hecho eternas y duras como la piedra, tanto, que es más fácil romperse una pierna que romper una palabra.
Fuente: Libro Primero, 47 “Tropezamos con las palabras en nuestro camino”, 1881. En Aurora, reflexiones sobre los prejuicios morales. Traducción de Eduardo Ovejero Maury, Biblok, España, 2019.
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