Cartas cruzadas / Verónica Scardamaglia
- Revista Adynata
- hace 4 días
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Que tengamos presente que, a veces, pensar sucede como espera sin pensamientos. Como estiramiento del cuerpo sin pensamientos. Como honda respiración que nos hace cerrar los ojos sin pensamientos. Como interrogación de un horizonte mudo. Como disolución de sí. Como intento de preservar el presente de su inmediata e instantánea desaparición.
Marcelo Percia
Pensar desde innumerables líneas de partida que sobrevienen de un silencio.
Michel Foucault
Carta 1 (de jugar)
El azar y el tiempo juegan sus cartas, distribuyen momentos de vidas en tableros que pretenden cuadriculaturas que, muchas veces, pueden trampearse.
Por momentos, algo se escurre pulsado por curiosidades y entusiasmos.
Por momentos, algo desborda y despechos rompen el cascarón del huevo de la serpiente.
Por momentos, recordamos que no hacen falta esos tableros.
Carta 2 (de escribir)

Un castillo de leyenda neerlandesa asoma en un bosque desde el que se escucha el mar.
Viajerxs se reúnen allí con la pretenciosa atribución de estar pensando.
(¿Cuántas horas puede un cuerpo pretender estar pensando?
¿Cuánta inmovilidad-movilidad soporta un cuerpo que pretende estar pensando?
¿Cuánto resulta suficiente? ¿Cómo medir mucho?)
Carta 3 (de menú)
Una cocina, rebosante de colores que alimentan, queda habitada por un ejército de hormigas comandado por una abeja reina. Hay alimentos para animales onmívoros y ovolacteovegetarianos. Alguien corta frutas. Alguien corta el pan. Alguien cuida del fuego.
La luna llena asoma entre los médanos y se levanta, soberana, en las orillas.
Ternura como textura ética para vivir (¿y pensar?). Abrigo, miramiento, alimento, buen trato.
Entre risas y lágrimas.
Carta 4 (de leer)
A su turno, se cuentan historias.
A su turno, saltan comentarios, preguntas, inquietudes, halagos, incomodidades. Quedan desparramados en la sobremesa, en el estar de la sala, en la cocina, en el supermercado y camino a él. Y en las arenas, bajando hacia las orillas del mar, bajo los influjos de los brebajes lunares.
Mapas arácnidos se contornean desmarcando recorridos previstos.
Entre luciérnagas, colibríes, pericos y letras H, un conejo pasa corriendo y se le caen pesadillas.
Carta 5 (de tarot)

En una mesa, 30 postales esconden sus imágenes. Se ofrendan ahí, a la espera de quedar develadas.
En una proyección, otras postales se asoman. (A)traen paisajes y se proyectan voces que acompañan esos (y otros) viajes. Ternuras migrantes que, en el leer, nos acercan respiraciones y pausas, aceleraciones y conmociones, desde otras orillas.
Luego se invita a que el azar nos tome de la mano y elija una postal. Y con ella se entone el mantra “ocurrió una vez que…” para hilar historias.
Comienza el juego que inmediatamente se transforma en ceremonia al dejar sorprendido y conmovido a lxs jugadorxs y al maestro ante el primer golpe: Vicente nos mira desde la ventana.
7 post postales que se le cayeron al conejo.

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