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Fernand Deligny: presencias cercanas y cartografías que alumbran lo común/ Ana Laura García

  • Foto del escritor: Revista Adynata
    Revista Adynata
  • hace 2 días
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Fernand Deligny fue un educador, cineasta, poeta y etólogo francés (1913-1996). Trabajó primero como voluntario y luego como educador en un Asilo (Hospital Psiquiátrico); en Paris, fue maestro de chicos con diferentes discapacidades o retrasos (1938). En 1947 organizó la Grande Cordée (una red de acogida de chicos “delincuentes” y psicóticos) junto a miembros del partido comunista francés, la cual funcionó por 15 años. Hacia finales de los años 60, luego de una estancia en la clínica La Borde, Deligny y un grupo de compañeros llevaron a cabo una tentativa de vida con chicos autistas profundos (no verbales), que viven en la “vacancia del lenguaje”. Allí convivieron en diferentes redes de acogida en el ambiente natural de las Cevenas, de forma muy sencilla: trazaron líneas de errancia y mapas, filmaron películas, amasaron el pan, Deligny escribía…trataban de auto sustentarse. Recibieron derivaciones de casos complejos que buscaban una alternativa a la internación psiquiátrica. Desde esa cotidianeidad, el autor pensaba de una manera particular el lugar de los adultos de la red, adultos que eran figuras de cuidado que no tenían una formación profesional específica. Las llamarán “presencias próximas o cercanas”. Propongo pensar la posición de las “presencias cercanas” y abordar la práctica que las mismas llevan a cabo en ese espacio compartido en el que procuran vivir junto a chicos/as catalogados de "ineducables", "incurables" e "invivibles".


"Pensando en las orillas" por Joaquín Allaria Mena / @anarchivofotografico
"Pensando en las orillas" por Joaquín Allaria Mena / @anarchivofotografico

Las presencias


Desde sus primeras experiencias, Deligny nos anima a pensar nuestro lugar en términos de presencias. Así aparece en Semilla de Crápula (1945) y de un modo similar en Los Vagabundos eficaces y otros relatos (1947), donde plantea la figura del educador de “presencia ligera”. No vamos a detenernos en estas elaboraciones previas ya que nos interesa concentrarnos en un momento posterior, cuando elabora la idea de “presencias cercanas” en las redes de acogida con chicos autistas. La tentativa de las Cevenas radicaliza en muchos aspectos los planteos de Deligny, lo cual lo lleva a reelaborar algunas ideas previas, a buscar herramientas y a inventar nuevas prácticas. Imaginemos ¿qué puede significar para un chico autista la palabra de un adulto?, ¿desde dónde podemos hacernos presentes cuando el lenguaje está en falta?, ¿cómo hacer lugar a algo en común cuando lo simbólico está en retirada? Son conmociones muy profundas las que fueron enfrentando, un choque contra todas las inercias a las que estamos habituados los educadores, terapeutas, quienes trabajamos con la palabra como una herramienta fundamental para el lazo con el otro. Cuando el lenguaje simbólico está en falta, cuando el “monigote” o la representación de la figura humana no aparece en el dibujo del niño, cuando el otro no nos devuelve una mirada en la cual podemos reconocernos, cuando no hay un sujeto que pueda nombrarse como tal, ¿dónde nos ubicamos? Si la distancia con esos chicos es demasiado grande, ¿tenemos que abandonar la posibilidad de que exista algo en común? Esa distancia ¿justifica la inacción o bien la domesticación o eliminación de esas sensibilidades que no se nos parecen?


"Pensando en las orillas" por Joaquín Allaria Mena / @anarchivofotografico
"Pensando en las orillas" por Joaquín Allaria Mena / @anarchivofotografico

Deligny habla de “vacancia del lenguaje”, “vacance” tiene más de una acepción en el francés y ese juego nos sirve: como lugar vacante (un lugar o puesto disponible, el sujeto del Lenguaje faltó a la cita), como vacación (el lenguaje en ellos está ocioso, se tomó un descanso) y como vacío (de poder, de lenguaje). Estas acepciones iluminan la idea de que el lenguaje está en falta, pero no en el sentido de un vacío a colmar, a corregir o a interpretar. Simplemente esa sujeción al lenguaje no está. Hay una brecha que abre para Deligny la posibilidad de observar el lenguaje con distancia (Deligny, 2017b), como algo no necesariamente asimilable a nuestra naturaleza (de especie).

Isaac Joseph, quien fue durante varios años su editor, dice al respecto…tomando algunas expresiones de Deligny:

He aquí en lo que Janmari es eficaz: el hecho de vivir con él permite ver venir de lejos la palabra, como se ve venir de lejos la justicia cuando se vive con los delincuentes. "Pertenezco al lenguaje" dice Deligny, y es un mundo. [A Janmari] Le debo todo. Es mi maestro. Por vivir cerca de esos niños, que le escapan, lo veo venir de lejos." Que el lenguaje sea nuestro mundo puede enceguecernos en algunos de sus efectos que no son ni efectos de verdad ni efectos de realidad sino efectos de maestría, De ahí la necesidad de tomar sus distancias para percibir la posición de ese lenguaje. (Isaac Joseph, en Deligny, 2017a: 850; traducción nuestra)

 

Si el lenguaje es lo que nos hace ser humanos…cuando el lenguaje está en falta ¿en qué podemos confiar?




Poco a poco irán observando que, en ese espacio inhabitado por lo simbólico, no hay puras ausencias; existen otras maneras de ser, hay sonidos, crecen gestos, proliferan líneas de errancia, brotan balanceos, trazos asignificantes.

De esta manera se inicia una práctica que desde nuestro punto de vista consiste en dejarse afectar por esos modos de ser que en principio podríamos decir que son impropios. Es un cambio de orientación radical: vivir cerca de chicos muticos les permite mirar de lejos el lenguaje, desasimilarlo de lo que somos, y denunciar su complicidad con el poder. De ahí que Deligny se nombre como etólogo y poeta. La manera de ser de estos chicos afectará su relación con el lenguaje y su lugar como poeta en la red, el cual estará al servicio de la tarea constante de designificación del lenguaje. La tarea del poeta es “arrojar palabras duras que nadie más pronuncia”, palabras que no generan obediencia que no están dirigidas a nadie en particular.

El cambio de perspectiva posibilita observar qué es lo que puede identificar o requerir de nuestra presencia un chico autista sin ningún presupuesto previo acerca de lo que necesita o es bueno para él o ella. Se trata de ver de cerca qué es lo que cuenta para esa singularidad…ahí donde todos los saberes previos, las interpretaciones e intenciones vienen a morir, ¿qué es lo que verdaderamente cuenta?

En el ensayo titulado La tentativa ([1975] 2009), que forma parte del libro Permitir, trazar, ver, Deligny dice:


En julio de 1967 se daba comienzo a esa iniciativa que persiste desde entonces: vivir en presencias “próximas” de un chico autista, mutista, sin demasiadas ideas preconcebidas, más que el proyecto de sacarlo de lo que los “saberes” al acecho elaboran, difunden, decretan y vulgarizan a propósito de esos chicos, “psicópatas graves, ineducables, irrecuperables”, por repetir los términos de los profesores-expertos, que han observado durante meses a ese chico, entre otros, La Salpetrière y otros lugares previstos a tal fin. (Deligny, 2009: 45)


Desde esa afectación autista, Deligny y las presencias adultas se vuelcan a identificar referencias. Buscan percibir marcas en el espacio, movimientos errantes de los chicos, gestos reiterados, formas de actuar no conjugadas, al infinitivo. Reorientan sus intervenciones, el espacio es reorganizado como una red de presencias, los adultos se esfuerzan por devenir cosas entre otras cosas presentes en la vida cotidiana. Procura, como expresa Cardoso Pinto Miguel (2006), abandonar la forma Sujeto para devenir “algo”, piedra costumbrera, presencia o cosa y así poder ser identificado-referenciado por el niño, de acuerdo a su sistema de percepción. Las presencias cercanas trazan líneas, hacen cartografías, filman: la imagen sirve para vislumbrar lo que permanece innombrable, aquello que es refractario a nuestro entendimiento habitual.


nosotros vivimos en el tiempo (proyecto)

ELLOS viven en el espacio

ven lo que no nos concierne”


(Fernand Deligny, Manuscrito inédito y no fechado. En: AA.VV., 2013.

Traducción nuestra)


La práctica se lanza sobre el espacio (porque “ellos viven en el espacio”) y la imagen (porque “ven lo que no nos concierne”). Una forma de construir lazo y cercanía con lo que no vemos, con lo que no entendemos y escapa a nuestra percepción habitual. Allí juega un papel fundamental la práctica de producir imágenes a través del cine y de las cartografías.



Mapa de Le Serret (junio de 1975).
Mapa de Le Serret (junio de 1975).

En: AA. VV. (2013). Cartes et lignes d´erre. Maps and wander lines. Traces du réseau de Fernand Deligny 1969-1979. Paris: L´Arachnéen.



Los mapas


Los mapas pondrán atención en lo que los niños son capaces de hacer, más allá de sus síntomas: no hablan, pero se desplazan en el territorio, hacen movimientos, vagabundean. En ese reiterar ritual de los trayectos cotidianos, los niños autistas crean un territorio como “red de referencias y trazas, el cual se extiende entre unos y otros, pero no pertenece a nadie” (Isaac Joseph, En: Deligny, 2017a: 852; traducción nuestra). El “trazar” de los mapas se refiere a los diferentes gestos y trayectos que los niños de la red establecen en el territorio a partir de sus actuares cotidianos. Algunos de esos gestos o rituales luego serán transcriptos por los adultos de la red sobre papel o calco. Siguen el recorrido de un trayecto que el chico realiza en el espacio y que observan de manera reiterada, eso que observan lo trazan como línea sobre el mapa o plano que tiene la representación del espacio. Aparece, así, la práctica cartográfica del trazar las “líneas de errancia” en los mapas. Pero, ¿para qué trazar los mapas? ¿Por qué construir una cartografía a partir de los gestos, desplazamientos y trayectos cotidianos de los niños de la red? Se deben trazar los mapas para permitir que otros modos de vida afloren, para respetar esos gestos “para nada” de los niños y de los adultos, para ser capaces de ver eso que ninguna mirada alcanza a ver.

Los mapas también permitieron registrar las presencias de los niños, sus desplazamientos, sus gestos, sus formas de vivir y percibir el espacio/ tiempo. El “actuar”, según Deligny, refiere a las formas de ser de esos chicos que viven fuera del lenguaje simbólico. Sus formas de ser no son tratadas ni como manifestaciones de algo más (oculto o inconsciente) ni como síntomas. Deligny llama “actuares de iniciativa” a esas conductas en las que el niño emprende una marcha, explora un movimiento con el cuerpo, con un objeto. El “balancear”, tan característico del niño autista, pertenece al actuar del niño, así como el “errar”, el “vagar” o el “azarear”. Son gestos de ser, es decir, acciones reiteradas que están presentes cotidianamente en la vida de esos chicos.

El “actuar” deligniano es intransitivo e inintencional (Alvarez de Toledo, 2013: 9): carece tanto de objeto (o complemento) como de sujeto. Si no hay sujeto, tampoco hay proyecto o meta a ser realizada. Está desprovisto de todo “para” y cualquier exceso de “para” puede destruirlo, sostiene Deligny (2015a: 28 y 58). Lo verdaderamente importante reside en la acción misma que se está efectuando. Son actuares que se bastan a sí mismos, ya que no están supeditados a ninguna finalidad ni proyecto exterior a ellos. En tal caso, podría pensarse que esos actuares se toman a sí mismos como finalidad: tramar por tramar, errar por errar y así continuando. Existen siempre inacabados, en perpetuo retorno y haciéndose a sí mismos. Se trata de un obrar incesante que lanza una temporalidad diferente a la cronológica, en la cual vivimos inmersos como Sujetos enlazados al lenguaje. En tanto estamos sujetos al lenguaje, Deligny piensa que nuestro “ser conscientes de ser” no escapa a la vivencia del tiempo como pasado-presente-futuro. Nuestra consciencia nos hace advertir el paso del tiempo y, de este modo, los actos se vuelven útiles (“hacer para”), calculados y pensados en función de un proyecto o una meta que nos da razón de ser. Por el contrario, el tiempo del actuar es continuo e infinito, un tiempo suspendido y sin duración. Se trata de actuares perpetuamente en obra, sin un principio ni un fin determinado. Tanto en las líneas de errancia como en las redes es imposible distinguir dónde comienzan o hacia dónde se dirigen. No hay donde llegar ni adonde volver, porque el actuar no se rige por esos lugares preasignados, sino que sigue otras referencias. El actuar construye sus propias referencias intensivas. Se sorprenden al descubrir que las líneas de diferentes niños en diversas épocas llegan hasta un mismo punto del mapa y se concentran allí, atraídas por algo: el fuego, las piedras o un curso de agua que pudo haberse extinguido, pero que el niño percibe como si estuviera. El niño siente la huella, una “memoria de especie" lo conduce hasta ahí en sus desvíos. Puntos comunes aparecen al superponer los mapas: encastres o nudos intensivos de líneas, alumbran visiones de “lo común”.


Tinta china sobre papel calco. Las líneas de errancia de Philippe y Anne y los gestos de amasar el pan. Monoblet, 1976.
Tinta china sobre papel calco. Las líneas de errancia de Philippe y Anne y los gestos de amasar el pan. Monoblet, 1976.

En: AA. VV. (2013). Cartes et lignes d´erre. Maps and wander lines. Traces du réseau de Fernand Deligny 1969-1979. Paris: L´Arachnéen.



Esos mapas interesan por la visión de “eso que no nos mira” o de “eso que no nos concierne” y que escapa a cualquier significación. Más que una observación, es una tentativa para “ver” lo que escapa a nuestra mirada de sujetos hablantes, para comenzar a percibir eso que no es lenguaje en nosotros y que puede ser lo común, pero que a primera vista no nos incumbe. Existe un “resto” que un chico autista pone en evidencia con su presencia y que ninguna mirada llegará a ver nunca de forma acabada. Estas visiones (¿qué nos exceden?) son los hallazgos de una tentativa de vida que busca obstinadamente recrear lo común, sin cerrarlo ni identificarlo con la imagen previa que tenemos del “Hombre-que-somos” (Deligny, 2015a).



Bibliografía:

Alvarez de Toledo, S. (2013). “Introduction et Glossaire”. En: AA. VV. (2013). Cartes et lignes d´erre. Maps and wander lines. Traces du réseau de Fernand Deligny 1969-1979. Paris: L´Arachnéen.

Cardoso Pinto Miguel, Marlon (2016). Á la marge et hors- champ. L´humain dans la pensée de Fernand Deligny. Tesis de doctorado en Artes Plásticas y Filosofía. Université Paris 8 y Universidade Federal do Rio de Janeiro.

Deligny, F. (2017b). Lettres a un travailleur social. Paris: L’Arachnéen.

________([2008] 2015a). Lo arácnido y otros textos. Buenos Aires: Cactus.

________ (2015b). Los Vagabundos eficaces. Barcelona: UOC.

________ ([2007] 2017a). Oeuvres. Paris: L’Arachnéen.

________ (2009). Permitir, trazar, ver. Barcelona: Museu d’Art Contemporani.

________ ([1945] 2017c). Semilla de crápula. Consejos para los educadores que quieran cultivarla. Buenos Aires: Cactus-Tinta Limón.



Fotograma del documental "Ce gamin, là"  - Renaud Victor & Fernand Deligny - 1976
Fotograma del documental "Ce gamin, là"  - Renaud Victor & Fernand Deligny - 1976


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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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