top of page
  • Foto del escritorRevista Adynata

Había una vez una kermesse, redonda y de ricota / Verónica Scardamaglia

Actualizado: 2 may 2022

El poder impresionante de la música hace que el paso del tiempo, algunas veces, se transforme en otra cosa.

Hace que sus huellas aparezcan, quizás, en el alerta de las noticias de ayer, esas que advierten dolores de cuerpos que ya no pueden lo que podían pero que aún pueden animarse a algunos puros rocanroles del país.


Un hijo se resiste a las insistencias de una madre que lo empuja al baile. Asomadxs desde la planta alta, un padre acaricia la cabeza de su hijx y ambxs sonríen. En la avenida, un abuelo baila rocanrol con su nieta. El encuentro entre muchísimas edades discute soberanamente a qué se llama “una generación” y garantiza que sólo estas situaciones hacen a lo que pueden ciertas místicas.

Un saber sobre el devenir se hace presente en estas nuevas-viejas ceremonias. Algo a lo que el señor de los vientos, Sergio Dawi, nombra como “orgánico” al referirse a cómo se fue dando la aparición de la Kermesse Redonda.

Diferentes recorridos de proyectos artísticos se derivaron luego del último show de los redondos en el 2001 y de la posterior separación de la banda, y una serie de circunstancias musicales los fueron reencontrando. En retrospectiva, algunos mojones pueden situarse en 2013 y la grabación del tema “La pajarita pechiblanca” en Pajaritos, bravos muchachitos, el cuarto disco solista del Indio Solari, quien invita al saxo mágico de Sergio Dawi, el bajo-latido conmovedor de Semilla Bucciarelli y la rítmica vibrante de la batería de Walter Sidotti a tocar ese y otros temas de los redondos en Gualeguaychú (2014). Además, de cerrar con varios temas ricoteros, el festival "Cerdos, peces y pesos" organizado por el colectivo Radio Flia en El Emergente de Almagro, para juntar dinero para ayudar al mítico Enrique Symns. Allí Dawi, Semilla y Sidotti tocaron junto a The Comando Pickless, la banda del baterista compuesta por el guitarrista Oscar Kamienomosky, el cantante Jorge Cabrera, el tecladista Federico García Vior. A partir de ese momento se sucedieron varios shows "SemiDawi + The Comando Pickless", que iniciaban con un repertorio ricotero.

Parece que Patricio Rey sobrevolaba esos encuentros, insistiendo en querer volver a desplegar sus mágicos efluvios y pasearse por los escenarios.

Quizás eso hizo que también sumaran a aquellos shows más músicos increíbles como el baterista Hernán Aramberri, el guitarrista Tito Fargo y el baterista Piojo Ábalos.


El público estaba ahí, esperando las misas. La música seguía ahí, sonando y pariendo esas familias desangeladas que las lealtades únicas de la música maravillosa del rocanrol sabe inventar.

Y aquella insolencia hecha bandera que coronaba el escenario de Villa María en 1998: “El mito se hizo a mano y sin permiso”, volvió a encontrarle escenarios a Patricio Rey.

A partir de allí y pulsados por estos movimientos y encuentros orgánicos, a fines de 2017 y luego del impasse de la pandemia, Los decoradores hacen girar la Kermesse Redonda por todo nuestro país y por las tierras ricoteras del Uruguay.

En ellas, tanto la puesta en escena, piezas de comunicación, telones de fondo y flyers se nutren de los destellantes y coloridos personajes que desata la impronta de Semilla como artista plástico. Y aparece muy cercano, ofreciendo su imaginería para algunas creaciones en las visuales, como las que resplandecieron en la noche vibrante a cielo abierto de Obras a fines del 2021, el artista visual y ex vicedecano de la facultad de Bellas Artes de La Plata, Rocambole (Ricardo Mono Cohen).

Además, y casi como yapa de las complicidades, sostienen los shows muchos de aquellos técnicos que los supieron acompañar, como el iluminador Horacio Piñeiro que no se resiste a la tentación y suele subir a cantar “Ñam fri frufi fali fru”.


Claramente no se trata de una banda tributo ni de covers, porque los músicos que tocan son los redondos. Decía Semilla en una entrevista "No era fácil la banda sin el Indio y sin Skay, pero empezamos a invitar a cantantes y encontramos ahí un camino. La voz la pone la gente. Los cantantes vienen nerviosos porque vienen a ocupar un lugar complicado y cuando ven que la gente canta todos los temas, se relajan. Eso es porque es más importante la música y el sentimiento que los que tocan".

Han pasado ofreciendo sus voces al ritual ricotero Manuel Quieto de La Mancha de Rolando, Pablo Pino de Cielo Razzo, Ale Kurz de El Bordo, El Soldado, Mavi Díaz de Viuda e Hijas de Roque Enroll, Nahuel Briones. Leticia Lee, Franco Ronchetti de Cuatro al Hilo, Flopa y, de la Orquesta Típica Fernández Fierro, Julieta Laso y el Chino Laborde.


Como conocedores de la rítmica y del latir de lo que pide lo vivo, dice Dawi en una entrevista: "Hace dos meses no pensábamos que íbamos a hacer Obras. Hace 20 días no sabíamos que íbamos a ir a Cosquín. No somos una empresa, somos una pequeña familia que se va armando paso a paso. No tenemos planes ni ambiciones. Somos independientes y no dependemos de planes estructurales o empresariales. Vamos haciendo"

Y parece que hay veces que el túnel del tiempo existe.

Hay noches en las que muchísimas capas y texturas se yuxtaponen ahí, justito ahí donde un acorde, cantitos de viejos agites que se recuerdan en el cantar mismo y un saxo, ese saxo, te vuelve a hipnotizar -otra vez más, como hace más de 25 años-. Y hay cuerpos que vibran, saltan, gritan y se emocionan como si el tiempo no hubiera pasado.

Y en otra noche mítica de Obras, aquellas melodías malditas que saben anunciar lo encantador del infierno, se hacen presentes, una vez más, en la magia de los rocanroles. Con los tics de la revolución, entre tantxs humanxs rotxs y mal paradxs, con algunos pocos peligros sensatos, aún seguimos aquí, desconfiando de nuestra suerte.

Y volvimos a tener otros 28 de diciembre.

Cada kermesse se engrandece con un sincero agradecimiento que amalgama el abajo y el arriba del escenario, como en aquellas ceremonias iniciáticas que desmentían esas diferencias.

Y se escuchan agradecimientos respetuosos al Indio, Skay y Poli. recuerdos dolidos por el duende Willy Crook, homenaje a Walter (justo en Obras) y pronunciamientos sinceros -que no adulan a la corrección política- por Santiago, el Ni una Menos y tantas muertes evitables e injustas.

Un escenario ya no ocupado sólo por varones y con esa entrega entre las bandas tanto a la suspensión de ciertas morales como al mítico agite infernal y encantador que se desata y le hace decir a Los decoradores “Uno, desde el escenario, también se siente parte del pogo”.


Y doy fe redonda y de ricota que la otra noche en El Teatro de Flores, aquel que fuera el cine Fénix, entre saltos, risas y sudores; entre las luces de colores, el humo y los banderines, vi que Patricio Rey andaba por ahí.


Fe (2022) Verónica Scardamaglia. Collage digital (Fotos de entradas y tatuaje de IG: @rosicktatuajes)




Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

bottom of page