La fantasía y la necesidad de la solidaridad / Entrevista a Sarah Schulman (parte final)
- Revista Adynata

- 2 dic
- 13 Min. de lectura
Charis Books & More presenta a Sarah Schulman en conversación con la Dra. Moon Charania.
Parte final.
Leer la 1ra parte en https://www.revistaadynata.com/post/la-fantas%C3%ADa-y-la-necesidad-de-la-solidaridad---entrevista-a-sarah-schulman-1-parte
M. Ch.:
Cuando hacemos trabajo de solidaridad —sea en el contexto del trabajo lésbico, el trabajo queer, o, en particular ahora, en el contexto de Palestina—, yo siento que estoy en un estado constante de duelo. Por eso abrí con las condiciones materiales que compartí con la audiencia esta noche. Es esa rabia que sentimos. Pienso en Audre Lorde, en los usos de la ira.
S. Sch.:
Ella fue mi profesora.
M. Ch.:
No sabía eso.
S. Sch.:
Sí, fue mi profesora en la universidad.
M. Ch.:
Tenés que contarlo. Por favor, compartí más. Yo me callo ahora.
S. Sch.:
Yo estudiaba en Hunter College, en la City University of New York, en 1982. Había una materia llamada Literatura de EE. UU. después de la Segunda Guerra Mundial. Entonces llega Audre el primer día. Tenía un solo pecho en ese momento, y usaba un montón de joyas del otro lado de su cuerpo.
M. Ch.:
Coraje amazónico.
S. Sch.:
Sí. Y anuncia: “Vamos a cambiar el nombre de esta clase a La poeta como outsider.” Excelente.
Y los tres textos obligatorios eran: Understanding the New Black Poetry, Lesbian Poetry y Native American Poetry. Así que nos hacía llevar este libro que se llamaba Lesbian Poetry en el subte para ir a la facultad. Y bueno, podría seguir y seguir… pero fue una experiencia que me cambió la vida.
M. Ch.:
Absolutamente. Sí. Increíble. De hecho, Alexis Pauline Gumbs tiene una nueva biografía de Audre, y dedica un capítulo entero a entrevistar a sus estudiantes. Y vos sos una de ellas.
S. Sch.:
Sí. Muy interesante.
M. Ch.:
Estoy pensando en eso, en el duelo y la rabia. En lo que compartís en tu libro, como el ejemplo de Artforum. El capítulo que leíste de The Zone of Interest continúa en el piquete frente a Artforum, en la protesta con PEN America. Y tenés colegas, amigxs, con lxs que estabas en solidaridad, que en algún momento cruzan el piquete. Y te sorprendés, estás en una conversación con alguien cercano que te dice: “Bueno, yo estoy publicando en Artforum.”
Entonces, ¿qué pasa cuando estás en solidaridad con alguien y esa persona te abandona a mitad de camino? En el contexto de Palestina, en el contexto del trabajo que hacemos: ¿podés hablar de lo que estás lamentando en este momento? ¿Cómo recogemos los pedazos cuando estamos en un duelo tan profundo y con tanta rabia? Porque en tu libro hay mucha esperanza, pero yo —quizás es mi melancolía lesbiana— quiero saber, Sarah: ¿qué estás llorando? ¿De qué estás furiosa?
S. Sch.:
Bueno, yo crecí en una familia atravesada por el Holocausto, ¿no? Sabía del Holocausto desde el día en que nací. En serio. Mis padres no ocultaban nada.
Y después viví la crisis del sida. Y yo tenía esa personalidad, me atrajo ACT UP. Antes había sido reportera de temas de sida. Y fueron 15 años así, donde pensabas que nunca iba a terminar, veías morir a la gente sin razón. Morían por negligencia gubernamental.
Pero terminó. Y tuve el privilegio de haber estado en un movimiento que sí logró cambios. Así que sé que es posible. Y lo que vos percibís como optimismo en mí, en realidad es simplemente pragmatismo.
Entiendo muy bien que estas entidades fascistas no duran para siempre. Pero no podemos quedarnos sentadxs sin hacer nada.
Y también, cuando asumís riesgos… Yo tengo privilegios por muchas razones. En esta lucha, porque soy judía, por ejemplo. En 2016, me acusaron de antisemitismo en la City University of New York porque era asesora docente de Students for Justice in Palestine.
El abogado que contrataron para procesarme era el mismo que defendió a Dominique Strauss-Kahn cuando violó a una mujer africana en un hotel. ¿Se acuerdan de eso? Fue una locura. Yo tengo dos nombres judíos, ¿por qué me acusaban de antisemitismo?
Al final, porque soy judía, fui absuelta después de seis meses. Pero hoy la situación es distinta. Personas como Maura Finkelstein acaban de ser despedidas de cargos con posibilidad de permanencia.
Así que sí, hay peligros. Y yo tengo protecciones que otras personas no tienen. Pero también siento que la coherencia interna es muy importante.
Lo único que podemos controlar es nuestra integridad. Es lo único sobre lo que tenemos control. Y si no hacés nada, de todas formas te pueden pasar cosas terribles.
No sé cómo decirlo de otra manera.
M. Ch.:
Lo valoro mucho. Sí.
M. Ch.:
Creo que voy a hacerte una última pregunta y luego abrimos el espacio, porque mencionaste el tema del privilegio.
S. Sch.:
Sí.
M. Ch.:
Mi pregunta es: como judía antisionista con enorme visibilidad pública en el mundo académico y artístico —y, de hecho, es por ser antisionista que la gente te escucha y lee tus libros—, sabiendo este momento de disyunción en el que la gente busca voces judías para autorizarse en el contexto de Palestina… Al cerrar nuestra conversación, una pregunta que me pesa mucho después de leer tu libro sobre la solidaridad es: ¿cuál pensás que es la manera más efectiva de dar espacio y visibilidad a voces palestinas como interlocutoras tuyas, dado el tipo de plataforma pública que vos tenés, ya sea en el contexto de tu libro u otros espacios, o como práctica general más amplia?
S. Sch.:
Bueno, yo formo parte del consejo asesor de Jewish Voice for Peace, que es una organización antisionista y pro-BDS que hoy tiene 35.000 miembros. Y tenemos lo que llamamos liderazgo palestino.
En nuestra conferencia nacional en Baltimore —éramos 2.000 personas—, casi todxs lxs oradorxs principales fueron líderes palestinos. Estuvieron Rashida Tlaib, Noura Erakat, Sandra Tamari; Omar Barghouti habló por video. Y lo mismo había pasado en nuestra conferencia anterior, hace cinco años.
Fue interesante porque en el escenario el gran cartel de fondo decía: Liberación palestina, judaísmo más allá del sionismo, justicia para todxs. Así es como está estructurado.
Obviamente, yo no tengo suficiente poder: por más visibilidad que tenga como judía estadounidense, no logro penetrar medios como MSNBC o The New York Times. El Times es un pasquín cuando se trata de Israel-Palestina. Y creo que Rachel Maddow nunca pronunció la palabra Gaza. Una amiga mía intentó googlear su nombre junto a “Gaza” y no encontró nada. Eso también vale, por ejemplo, para Kimberlé Crenshaw. Hay figuras clave que simplemente no se atreven a tocar el tema.
M. Ch.:
Es raro.
S. Sch.:
Sí. Podría nombrar a más, pero no lo voy a hacer.
M. Ch.:
Vos y yo.
S. Sch.:
Sí. Alguien muy famoso por el concepto de lo subalterno, si alguien aquí es académico… En fin, es una posición relativa de poder, pero no tenemos suficiente poder para transformar el discurso.
En cuanto a otras decisiones: no estoy presentando mi libro a los premios de PEN. Y nunca hablaría en la 92nd Street Y, porque cancelaron al escritor vietnamita ganador del Pulitzer, Viet Thanh Nguyen, por haber firmado una carta. No voy a hablar ahí. No me importa.
Quizás porque escribo libros lésbicos y pasé la mitad de mi vida en la clandestinidad, ya entendí lo fuerte y poderoso que puede ser eso. No entiendo a mis colegas que quieren un premio PEN. ¿Quién quiere eso? En serio.
Y respecto a lo que decías de mi amigo que dijo: “Voy a publicar en Artforum porque es importante”. No, no lo es. Lo importante es no publicar ahí. Ese es el tema del estatus, el estatus y el acceso.
Pero quizá porque vengo del viejo mundo queer, donde todo ocurría en el underground, ya sé lo potente que puede ser eso.
M. Ch.:
Muchas gracias. Gracias, Sarah. Creo que ahora tomamos preguntas de la audiencia.
S. Sch.:
Sí. Gracias. Gracias. Y también pueden disentir, no tienen que ser solo preguntas.
Miembro del público (Alex):
No voy a disentir. Me llamo Alex. También vengo de una familia del Holocausto. Mis abuelos sobrevivieron, y mi nombre es en honor a un hombre gay que murió de sida. Así que gracias por tu trabajo en ese tema también. Voy a hacerte una pregunta que no tiene nada que ver con tu charla. Pido disculpas.
Cuando tengo estas conversaciones en espacios judíos, siempre me encuentro con la misma respuesta: el antisemitismo, el miedo al antisemitismo, y específicamente la instrumentalización del miedo. Entonces trato de llevarlo al terreno personal y digo: “Yo nunca experimenté antisemitismo. Me siento profundamente segurx en Estados Unidos.”
Pero ahora quiero recurrir a tu experiencia para preguntarte: ¿cuál es la mejor respuesta? Y creo que esto también conecta con la última pregunta sobre el privilegio, porque en los espacios judíos siento esta contradicción: lxs judíxs estadounidenses quieren ganar las olimpiadas de la opresión, pero también quieren tener un Estado seguro, protecciones, seguridad, y una voz dominante en medios mainstream como The New York Times. ¿Cómo pueden ser ciertas ambas cosas? ¿Cómo convencer a la gente de que quizás hay algo de antisemitismo y tal vez alguna razón para sentir miedo, pero que su opresión no es la que prevalece aquí?
S. Sch.:
Bueno, primero quiero dejar en claro algo: nadie está siendo perseguido en ningún campus estadounidense por ser judío. Eso no está ocurriendo.
Lo que sí pasa es que las personas que apoyan al Estado de Israel o sus políticas están siendo confrontadas por una oposición que les pide que se reimaginen. Y sobre esto escribí todo un libro, Conflict Is Not Abuse. Cuando alguien en una posición de poder es invitado a cuestionarse, lo vive como si lo estuvieran victimizando.
Y especialmente lxs estudiantes están siendo alimentados con este discurso por organizaciones como Hillel, que antes era para todxs lxs estudiantes judíxs pero ahora es una organización sionista. Entonces caminan por ahí usando este lenguaje de sentirse “insegurxs” y lo equiparan con los asesinatos masivos y la hambruna que está ocurriendo en Gaza. Es completamente falso.
Mucho de esto viene del argumento tramposo de que criticar a Israel es antisemitismo. Eso es completamente falso. Fue inventado por el movimiento sionista como estrategia.
¿Y qué pasó? Lo de siempre: cuando usás mentiras para impulsar tu política, otros las capturan. En este caso, lxs cristianos nacionalistas.
Esas audiencias que vemos en televisión, esas audiencias macartistas donde arrastran a rectorxs universitarios y los humillan… Esas personas no son judías. Virginia Foxx, por ejemplo, es cristiana renacida de Carolina del Norte. Elise Stefanik es católica y fue a Harvard.
Existe una organización llamada Christians United for Israel, con 10 millones de miembros pagos. ¡En EE. UU. ni siquiera hay 10 millones de judíos!
Así fue cómo sucedió esto.
Lo interesante de lo que vos decís es que ahora las propias organizaciones judías que facilitaron este proceso están hablando en contra, porque ven que se está instrumentalizando. Y, otra vez, se posicionan como víctimas a través de esa crítica.
Alex:
Gracias.
S. Sch.:
No somos las víctimas. Sí existe antisemitismo actitudinal. Hay gente a la que no le gustan lxs judíxs, que tienen todo tipo de ideas sobre lxs judíxs. Pero lxs judíxs no están siendo asesinadxs por la policía. Eso no está pasando. Y por eso es una falsedad y una distracción para no asumir la responsabilidad de lo que está ocurriendo en Palestina. Esa es mi opinión.
Otra persona del público:
Hola, gracias por estar acá. Te admiro muchísimo, así que valoro todo tu trabajo. Quiero hacer una pregunta —no sé si me va a salir bien—. Nací y crecí en el cristianismo fundamentalista. Soy trans. Antes me identifiqué como lesbiana. He tenido muchas experiencias de exilio, de comunidad y de familia, intentando ser activista. Y lo que encontré es que —creo que se relaciona con el duelo del que hablaban— es el abrumamiento del dolor. Cuantos más temas me importan, cuanta más solidaridad intento tener con comunidades, más me abruma.
Y lo que noto es que, sin importar de qué comunidad u opresión hablemos, hay un tema que atraviesa todo: la deshumanización. Me pregunto si a veces temés que, al tener tantas identidades y comunidades, nos distraigamos de ese núcleo: que todxs estamos atravesando experiencias de deshumanización. No lo digo para blanquear ni pinkwashear, sino porque hay un límite a lo que una persona puede luchar a la vez. Me pregunto si poner la misión en “luchar contra la deshumanización” podría habilitar más a la gente.
S. Sch.:
Entiendo lo que decís, pero lo veo diferente. A mí me gusta que tengamos demandas ganables. Soy muy concreta en ese sentido. Y vi que eso fue lo que funcionó en ACT UP. Pedir una revolución social inmediata no es algo que se pueda ganar ahora.
Es interesante porque el Dr. King tenía la misma estructura. Nos volvemos expertxs en nuestros temas. Diseñamos las soluciones para evitar ser infantilizadxs y pedirle a los poderes que lo resuelvan todo, porque no quieren, no van a hacerlo y tampoco saben cómo. Entonces elaboramos soluciones razonables, alcanzables, ejecutables. Y cada unx tiene esa experticia en un ámbito diferente.
Por eso digo que el liderazgo consiste en ayudar a la gente a ser eficaz allí donde está. Que sea cual sea el campo de lucha, podamos ser eficaces.
Uno de los problemas de la izquierda es que hacemos algo, no funciona, y luego lo repetimos. Y si no funciona, ¡no lo repitas! Lo que sí funciona es formular una demanda ganable, como la desinversión, y construir las acciones alrededor de esa demanda. Eso es una campaña: que todo sea dinámico.
Fallamos cuando hacemos acciones que no están vinculadas a una demanda. Estoy segura de que todxs han tenido la experiencia de que lxs llaman a una manifestación, llueve —siempre llueve—, caminás bajo la lluvia y después te quedás escuchando discursos que te dicen cosas que ya sabés. Eso no funciona.
Así que, en lo que decís, yo diría: sea cual sea tu lugar, tu identidad, tus temas, tratá de encararlos de un modo eficaz.
Y algo que aprendí: primero en ACT UP, y después estudiando ACT UP, es que nunca tuvieron teoría alguna. Todo era acción. Porque la gente tenía sida, se estaba muriendo, y necesitaba cosas concretas. Entonces actuabas.
Una de las líderes, Maxine Wolfe, observó que si empezás con la acción, tu teoría va a emerger. Porque tenés que decidir cómo hacer tu acción, y de ese modo se cohesionan tus valores. Si empezás con la teoría, te polarizás por nada.
Moderadora:
Tenemos una pregunta online, creo que de la profesora Tiffany King: ¿quién era tu público imaginado, tu “nosotrxs”, para el libro? ¿Ese nosotrxs cambió en tu mente desde que salió el libro? Lo pregunto porque hay tensiones, lealtades, apegos residuales al sionismo que muchxs afrodescendientes e indígenas antiimperialistas no tienen que atravesar para comprometerse con la solidaridad palestina. Estoy pensando en la organización en los campus, viendo a estudiantes lidiar con la fractura dolorosa de sus coaliciones. Hay genealogías e historias de solidaridad que a veces entran en tensión.
S. Sch.:
Bueno, hay muchos libros palestinos. Hay muchos libros escritos por personas de color. Creo que mi audiencia más eficaz son lxs judíxs confundidxs, lxs sionistas y quienes están cerca de ese marco. Ahí es donde el libro tiene más efecto.
Obviamente, todxs escribimos esperando que nuestro libro sirva a cualquiera. Y yo pienso en públicos diversos. Pero estoy limitada por mi perspectiva. Así que entiendo lo que dice la profesora.
Otra persona del público:
Gracias por tu charla. Tenía curiosidad sobre tus pensamientos acerca de cómo equilibrar solidaridad y estrategia. Algo que noto en la izquierda es esa tendencia a correr detrás del incendio del día. Los temas de hoy no son los mismos de 2018 o 2020. Es como si siguiéramos lo que está en tendencia, lo que circula en redes, lo que aparece en las noticias, pero sin trabajar hacia objetivos de largo plazo. Por ejemplo, hoy ya no hay discurso sobre BLM, cuando hace cinco años era central. Y lo que es relevante hoy, ¿lo será en seis meses? Entonces, ¿cómo pensás la solidaridad con distintos movimientos y, al mismo tiempo, la necesidad de enfocarse estratégicamente en algo que logre un resultado a largo plazo?
S. Sch.:
Bueno, yo creo en todas las estrategias.
S. Sch.:
No creo que una estrategia sea mejor que otra, pero sí pienso que tenés que guiarte por tu contexto. En Palestina existe este concepto de radicalismo estratégico: que para cada contexto necesitás un tipo distinto de estrategia para poder formular una demanda que sea ganable, ¿no?
Yo estoy muy enfocada en ser eficaz. Y uno de los problemas es que en realidad no sabemos qué está pasando en el país. Por ejemplo, ¿la gente que lucha contra la violencia policial en Milwaukee está haciendo algo interesante? No tengo idea. Sé de Cop City, pero no sé mucho de lo que pasa en Atlanta. No hay un lugar único donde enterarse qué estrategias se están usando en distintas ciudades, quién responde a qué.
He estado de gira con este libro, lo cual fue genial porque estuve en 17 lugares y ahí escuché bastante sobre lo que ocurre localmente. Pero creo que si te enfocás en lo que más te importa, en lo que más conocés, y formulás una demanda que creés que puede ganarse frente a un objetivo local, y encontrás cinco personas para trabajar con vos, tenés más chances de ser eficaz. Esa es mi visión.
Moderadora:
Vos sos, además de organizadora y escritora, profesora. Y yo soy librera, así que, si pudieras recomendar a la gente acá uno o dos libros que te cambiaron de manera fundamental, ¿cuáles serían?
S. Sch.:
Bueno, Minor Detail de Adania Shibli es una novela increíble, también en lo formal. Es una novela que muestra cómo, para lxs palestinxs, el pasado y el presente existen al mismo tiempo. Es extraordinaria. Ese sería mi favorito número uno.
Moderadora:
Lo mencionás también en el libro.
S. Sch.:
Sí, hice una lista de varios libros. Los más interesantes que se publicaron durante el año en que estaba escribiendo, todos de editoriales pequeñas. Minor Detail salió en Fitzcarraldo.
También, Raja Shehadeh, si así se pronuncia, con We Could Have Been Friends, My Father and I. Es una memoria extraordinaria sobre la relación con su padre y una pelea que tuvieron hace 40 años. Y, de fondo, los israelíes construyen el sistema de rutas que se usaría después para levantar los asentamientos. Todo esto sucede mientras ellos están enfocados en su relación personal. Es un libro notable.
Digo, fui jurado en dos premios grandes en los últimos cinco años, el National Book Award y el Pulitzer. En ambos casos revisamos el campo: en un caso, 600 libros; en otro, 400. Y, la verdad, no son buenos. La edición estadounidense está atascada en la repetición. Todo es repetición. Es difícil encontrar diez libros realmente vitales.
Tenemos confundido lo familiar con lo bueno. Y el entretenimiento es decirle a la gente lo que ya sabe. En cambio, el arte es expandir cómo la gente sabe. Y en EE. UU., nuestras dos exportaciones más grandes son entretenimiento y armas. Y la mayoría de nuestro entretenimiento son publicidades de armas. Eso es lo que es la edición corporativa: repetitiva. Fue bastante aterrador ver qué mal está la edición en EE. UU.
Moderadora:
En ese sentido, la buena noticia es que Sarah Schulman también ha escrito muchas novelas. Y, aunque creo que la no ficción creativa también es arte, no quiero caer en esa dicotomía. Pero tenemos una mesa preciosa con los libros de Sarah a lo largo de las generaciones, realmente, a lo largo de décadas. Y también tenemos el libro de Moon ahí arriba, que es igualmente increíble.
Así que ahora vamos a hacer un giro y lxs vamos a invitar a que se conozcan entre ustedes. Sarah mencionó que el capítulo de Lesbian Avengers se fundó en un evento en Charis con ella en los 90. Quién sabe qué puede nacer esta noche. Les animo a averiguarlo, a encontrarse.
Y ahora vamos a pasar a la firma de libros en un minuto. Voy a traer la mesa y vos te quedás ahí.




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