“Ya casi no hablamos de psicoanálisis; sin embargo, aún hablamos, inclusive, demasiado. Nada más de eso. Nos fastidiaba; sin embargo éramos incapaces de cortar por lo sano. Los psicoanalistas y principalmente los psicoanalizados nos hastían demasiado. Era preciso que, por cuenta nuestra, precipitáramos esta materia que nos frenaba – sin forjarnos ilusiones acerca del alcance objetivo de tal operación -: era necesario que le comunicásemos una velocidad artificial capaz de llevarla hasta la ruptura o hasta nuestro desmoronamiento. Se acabó: no hablaremos más del psicoanálisis después de este libro. A nadie hará sufrir ya, ni a ellos ni a nosotros.”
Deleuze y Guattari, "Rizoma"
“´También a mí me repugna esta gran ciudad, y no sólo este bufón. Ni en ella ni en él hay nada que mejorar, nada que empeorar.
¡Ay de esta gran ciudad! -¡Ya quisiera ver las columnas de fuego con que arderá!
Pues esas columnas de fuego deberán preceder al gran mediodía. Mas éste tiene su propio tiempo y su propio destino.
Pero yo te doy enseñanza, bufón, como despedida: por donde ya no se puede continuar amando, ¡hay que pasar de largo!´.
Así habló Zaratustra, y pasó de largo junto al bufón y la gran ciudad"
Nietzsche, Así habló Zaratustra
A quienes investigan:
Ya nos conocíamos antes de habernos conocido.
No le hablo a la desconfianza, ni al cálculo sin experimentación.
No le hablo al miedo que da más miedo.
No le hablo a la sospecha ni a la duda.
Les hablo a quienes gustan de seguir sus intuiciones, a quienes gustan de curiosear.
Le hablo a la pulsión de conocer más.
Si no se encierra la pulsión en estructuras o teorías con único de sentido, si la palabra Psicoanálisis no se convierte en un significante o sustantivo quieto, quizás podamos verle su atracción.
Abajo de símbolos, sustantivos, adjetivos, o nombres de vínculos; hay fuerzas, funcionamientos, movimientos.
Se ama algo o a alguien porque aumenta nuestra capacidad de hacer y pensar. Porque habilita zonas no conocidas.
Por eso gustan ideas que dan cuenta de algo más allá de la conciencia, y ahí queremos ir a investigar.
No vuelvan para atrás, sigan esa intuición primera. Siempre hay más.
No vuelvan para atrás con recetas, diagnósticos, calificativos estructurantes. No vuelvan del laberinto del conocimiento con certezas de las normalidades. Métanse más, no pierdan ese atractivo inicial.
A quienes investigamos:
Mismo barco, mismos problemas, a veces distintas funciones.
Se le habla al futuro.
Solos no se puede, en el aislamiento de algunas inquietudes que se amontonan tampoco.
No tiene sentido discutir desde acá, en soledad, la psicopatologización de la vida cotidiana.
Apelo a una especie de alianza de cuidado no diagnóstica. De reconocimiento en ese dolor.
Parar, interrumpir, escrachar pensamientos, hablas, modos, formas psicopatologizantes de la vida.
Si no se discute esto, se deja todo el campo abierto para que hombres y mujeres recibidos de psicoanalistas -ex curioseantes- normalizadores, luego avasallen eso mucho que nos pasa con descalificaciones disfrazadas de saber académico.
Defender que Alejandra Pizarnik, o Nietzsche no son sujetos psicóticos o esquizofrénicos. Defender que no es digno, ni saludable, ni sanador, ni terapéutico descalificar a ninguna persona de loca.
Con toda la carga social ya hiper conocida que trae eso.
¿Y cómo se sabe de eso hiper conocido?
Todas las veces que sentimos miedo de volvernos locos y locas.
¿Saben que dicen las Normalidades?
O ustedes o nosotros. O los diagnosticamos y expulsamos lo que no conocemos afuera (inmigrantes-locxs-contagiadxs) o nos diagnostican.
¿Éste es el mundo que vamos a construir?
¿De esta manera vamos a atender el porvenir?
Salgamos de ese par.
Denunciémoslo.
Interrumpámoslo.
Y a la vez dispongamos los pensamientos y los cuerpos para habilitar más zonas.
No nos quedemos con ese primer ofrecimiento del psicoanálisis.
Los del marketing, los publicistas ya entendieron el problema hace rato.
El Capital no solo produce la mercancía que ofrece, sino también el cerebro para que desee esa mercancía.
¿No nos vamos a ocupar de este tema?
¿Hasta ahí llega su curiosidad?
¿De esta manera le hacen honor?
¿Tan individual es?
¿No tendríamos que usar ese espíritu de conocer más no solo para mí, sino también para el otro, y también para con el mundo?
¿Si atendemos multiplicidades, les vamos a decir: ´no señor, ordénese o nada´, ´no señora, ordénese o la interno´, ´ordénese o la medico´?
¿Esa es la salud que queremos? ¿Con certezas?
La incertidumbre, esa primera pista.
A veces aparece con el nombre de psicoanálisis como impulso a seguir, a veces con el nombre de covid como impulso de repliegue (momento de descando nutriente).
Eso que tiene que ver con un algo más es el elemento primario para inventar, cambiar, sentir, hacer, ser distintxs.
¿De dónde se va a sacar sino la fuerza para acercarnos a esas afirmaciones?
´No queremos más esta humanidad´, ´no queremos volver ni a la vieja ni a la nueva normalidad´.
¿Por qué aparecen más ideas en quienes venden productos readaptados para la pandemia que en quienes tienen que pensar la salud física y mental de las personas?
¡¡¡Se les ocurrió un call center. Un call center de salud mental!!!
No hay trabajo menos afectivizado, menos libidinizado que charlar con un agente de call center.
¿Es esta la ocurrencia que se tiene en relación al deseo, a la líbido, a la transferencia, a los cuidados, a la salud pública?
Nunca en las plazas, los barrios, en los parques, o en micros o patrullas de cuidados, de escuchas, de acompañamientos, de estares.
Nunca ofrecer lugares de charlas ambulantes por los barrios, a los gritos, por parlantes. Con seducciones de mercado si quieren; con actrices y actores que ficcionen pacientes si quieren.
Simuladores para agitar un germen cultural. Sembrar espacios públicos estimulantes para estar en lo que nos pasa.
¿O cómo nacen las cosas sino?
Fomentar en la cultura y en los barrios una relación amable y en confianza con la salud mental, que ya no la vamos a llamar más así.
Es lo que nos pasa y ya, sin más.
Despegar que hablar de los afectos y los humores es tener problemas.
Despegar que se habla con profesionales psicólogos, sino con escuchas cuidadas.
Despegar el par saludables-enfermos, psicólogos-pacientes, diagnosticadores-diagnosticados, normales-locos.
Siempre el mismo problema.
Separar lo extraño, lo que da miedo por no conocido.
Pero ese miedo proviene de una intuición, de un saber. Eso de lo que estamos hechxs.
Estamos hechxs de lo mismo. Negamos y separamos lo desconocido. Aparece una especie de redención. Por eso volvemos a ese primer impulso cuando nos anotamos para estudiar y producir algún tipo de conocimiento, cuando nos encontrarnos para conocer más y generar nuevas ideas.
Volvamos a ese primer impulso, no lo perdamos.
La actitud del pensamiento exige algo más.
Funciona al modo de quien necesita atravesar el caos.
La grieta que divide dos imágenes del pensamiento diferentes: una tomada por la necesidad de la protección, otra por la necesidad de la creación.
Para la protección necesitamos reglas para asegurar lo conocido.
Desde la pulsion creativa necesitamos armar caminos para trabajar sobre lo inconsistente, desconocido, e ignorado.
Pensamiento es creación de ideas. No administrar lo sabido.
Basta de la clínica de consultorio privado como único método.
¿Hacemos terapias? Si
¿Nos hacen bien? Si
¿Cambiamos el mundo? No
¿Y para qué cambiar el mundo?
¿No era que no se puede ser feliz si el de al lado está mal?
Si el de al lado está tirado en la calle, si tu amiga te cuenta quejas todos los días, si tu familia vive infleiz, si tu otra amiga te cuenta que está podrida del trabajo y la explotan, si tu otro amigo te cuenta los aburrimientos de siempre de la pareja, si tu vecino te dice que lo excluyen en su espacio de estudios por venir de otro país, si tu mamá está siendo excesivamente medicada en un hospital psiquiátrico porque ya no saben (nunca supieron) que hacer.
¿No vemos todo eso?
Si, y por eso nos quejamos tanto.
Catarsis colectiva de un mundo explotado.
Estallado de tantas desmentidas.
Volcán con esquirlas de emociones.
Manicomio a cielo abierto por negación de eso mucho.
Sobreactuación insensibilizada.
Y volvemos al principio.
Esa pulsión por conocer más.
Eso de lo que estamos hechos.
Abarquemos la locura a fondo. Mirémosla de frente.
Es lo múltiple. Es la capacidad de curiosidad.
Sino, ¿a dónde se va a ir a investigar?
¿A formas ya hechas? ¿Esto o esto?
¿Solo 2? ¿Cuánto se puede recorrer en dos? Un rato.
Y la vida luego se aburre, se apaga, se llena de certezas.
Hámster en ruedita; consumo de certezas.
¿Se mueve? Sí, pero que triste.
¿Un call center de salud mental? ¿En serio esa es la máxima ocurrencia?
Leamos el presente, miremos el futuro.
Mientras, interrumpimos esto.
Mientras, inventamos otras.
No en soledad.
Hay paralelas.
A veces se usan las ficciones de las Instituciones totales por que sabemos que tienen un valor.
¿Cuál? El del título, esa nota de valor que tanto cuesta sacar del medio para devolverle a la cosas su intensidad primaria, su presencia.
Estar a la altura de esa elección inicial. De ese enamoramiento inicial. De esa sensación de potencia aumentada con el camino a recorrer.
Estar a la altura de esa fuerza inicial, de esa intensidad.
Habilitemos más zonas de pensamiento no conocidas.
Hagamos proliferas saberes paralelos.
Denunciemos los ya establecidos.
Resulta que Joyce lleva a su hija diagnosticada de esquizofrenia a que la vea Jung. Y éste le dice: -Ambos se deslizan al fondo de un río, sólo que ud. sabe bucear y ella se hunde.
Una clínica que no quiera ordenar, diagnosticar, normalizar, o modelizar; sino que haga puente entre hundirse en el río y flotar. Acompañar hundimientos, inventar flotaciones.
Estamos en el mismo barco.
El de los y las curioseantes de las psiquis, no el de los diagnosticadores-diagnosticados.
Tiremos más botes que salgan como alojo de eso mucho que siempre es la vida,
ese mar embravecido.
Mismo barco-mismos problemas.
Abarquémoslos desde ahora, construyendo otros mensajes para el porvenir.
El futuro está pasando...
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