El 10 de octubre fue el día de la salud mental.
Día establecido en 1992 por la federación mundial de la salud mental (con apoyo de la organización mundial de la salud) sin criterio ni conmemoración alguna. Solo porque no se pisaba con ninguna otra fecha importante.
Nunca conviene seguir las orientaciones que ofrece el Poder.
Nietzsche propone la enfermedad no como algo a resolver, sino aprovecharla para que nos muestre el punto de vista que cuando estamos más saludables no podemos ver. Por lo cual salud mental estaría del lado del bien, no más allá del bien. Más real sería decir momentos de salud y momentos de padecimientos.
En la cita Darse al fuego organizada por Percia el 1er sábado de octubre del 2024 (también texto en la revista digital Adynata) se habló sobre el problema de la idea de resiliencia y de fuerza interior.
Salud se vuelve muy ideal, muy moral. Nos topamos inmediatamente con el obstáculo del optimismo de la fuerza interior para tener salud mental. Y se discute también con el concepto de resiliencia que nos deja a merced del sentimiento de culpa.
“No hay eso. No hay interioridad” dice Percia. “Se trata de otra cosa, saber la común debilidad. El común brasero de las soledades. La intermitencia del fuego.”
Hay una relación de cercanías y distancias con lo saludable, de ir y venir. No porque queramos enfermarnos, porque pasa así.
La intermitencia con el fuego saludable, y el fuego enfermante. De hecho, volvemos a usar nuestra palabra sintagma: Phármakon, que dice remedio y veneno a la vez. Son cuestiones de dosis, de calibración, de sintonizar. No de objetos. Lo mismo que es remedio, puede ser veneno. Lo mismo que quema y destruye, enciende y apasiona. Como el fuego, los cuerpos calientes se encienden, se atraen, se enamoran; y también se obsesionan, se apropian, celan, destruyen, y se dicen calientes cosas terribles.
La expresión estar caliente tiene sus múltiples matices.
Entonces salud no, mental tampoco, y día menos. Momentos o días de salud, y momentos o días de padecimientos emocionales, y físicos.
Fíjense todo lo que todavía tenemos que discutir con el ala que cuidamos, no con la derecha egoísta, súper individualista, y de mercado.
Se quiso cerrar el hospital Laura Bonaparte (ex CENARESO), hospital escuela que se especializa en consumos problemáticos. ¿En consumos problemáticos? ¿Las vidas que vivimos no son ya sensibilidades humanas con sus conductas pasionales?
Ideas, imágenes, narraciones más cercanas a lo que nos pasa. ¿Eso no es la batalla cultural?
Narraciones que alojen, sostengan, desculpabilicen, a diferencia de testimonios de resiliencia donde se muestra un modelo de fuerza interior personal y meritócrata para tener una supuesta salud mental. ¿Y si no se logra?
"Recaí"
El problema de no considerar a la enfermedad, y solo postular salud mental.
Hay todo un arte del matiz, tanto para las fuerzas activas como para las reactivas dice Nietzsche.
El problema para él no es que haya fuerzas reactivas, sin ellas lo activo no puede existir. El estómago, por ejemplo. Hace falta deglutir la realidad, asimilarla, sin eso no hay cómo. Pero una vida calcada sólo de las funciones digestivas es una vida que no tiene deseo de mundo, que no tiene pulsión curioseante, conatus, fuego.
Por eso no se puede hacer una evaluación con un tono grosero y general de una vez y para siempre.
Nietzsche va a decir que hace falta un tipo de médico, el genealogista. Este diagnosticador e interpretador es el filósofo que trata con una materia ambivalente, no nítidamente clara.
El poder de la enfermedad
Nietzsche, que lidiaba todo el tiempo con dolores de cabeza y oculares, con cansancio físico, fatiga, náuseas, con problemas de respiración y reumatismo. Que renunció a los 34 años como profesor de filología clásica a la cátedra de Basilea porque no le quedó más remedio (seis semanas después la universidad decretó su jubilación).
Ahí se da el predominio de lo reactivo, nos limita en lo que podemos. Pero, nos ofrece un tipo de vista nuevo sobre la situación.
El punto de vista. Todo fenómeno más allá del valor que tenga, tiene siempre una enseñanza específica. Mira desde otro lado la situación. Permite comprender algo singular porque tiene un punto de vista otro. Viendo la enfermedad desde la salud, pero también se puede aprender viendo la salud desde la enfermedad.
Dice Mónica Cragnolini en el capítulo Tiempo de la salud, tiempo de la enfermedad del libro Moradas nietzscheanas (2006): “La vida se constituye para Nietzsche como tensión de sufrimiento y placer, tensión en la que ninguno de los dos polos es considerado el elemento determinante o fundamental.”
¿El que está enfermo tiene un punto de vista más débil?
¡No, no, tres veces no!
“Se trata de otra cosa, saber la común debilidad.”
Débil no es quien puede poco, sino quien está separado de lo que puede.
¿Cuáles son las imágenes y los discursos que producimos, y no solo a los que podemos reaccionar?
Esa manera débil también tiene una sabiduría. La potencia de saber recibir, de saber afectarse. La potencia de padecer. Spinoza definió al cuerpo como la capacidad de afectar y de afectarse. Si recortamos una, hacemos una abstracción que no da cuenta de la realidad. Se acerca más a lo que nos gustaría que a lo que pasa. Si recortamos la capacidad de afectarnos nos convertimos en el ideal del poderoso: no afectarse con nada y sólo afectar. Fingir demencia. Hacer de cuenta que eso no está pasando. Hacer como si todo fuera normal, como siempre.
"Que no se salga de sus cabales"
No es que la enfermedad es más verdadera y sabia que la salud. No es ir hacia la otra dimensión para darle un carácter más valido que la anterior.
Existe un devenir entre los puntos de vista. Mirar la cosa de un lado y del otro. Tener esa dimensión dialógica. Eso nos renovaría algo desde el punto de vista del sentido, y de las verdades.
Esa condición rehabilita la noción múltiple. Cuestionar en serio la identidad monovalente que, si bien por momentos nos protege, por muchos otros nos asfixia y cierra posibilidades.
¿Qué otra cosa es sino un síntoma? El llamado del cuerpo a escuchar lo que negamos. Una expresión ahogada.
La posibilidad de encontrar salidas donde parecía no haberlas.
Una crítica nietzscheana no se puede calcar sobre un mapa de la política, porque en el mundo nietzscheano la categoría política es muy pequeña en toda su obra. Nietzsche diagnostica la vida y la vida principalmente es multiplicidad.
¿Cómo puede ser que la trama de la vida en común se haya deshilachado tanto?
¿Cómo nos las vamos a narrar?
La OMS dice que la salud mental es el bienestar emocional, psíquico y social que permite llevar adelante los desafíos de la propia vida y de la comunidad en la que vivimos.
Poco dice. Traza fronteras entre la propia vida por un lado, y la comunidad por el otro. No conviene seguir las orientaciones ofrecidas por el Poder.
Mónica Cragnolini en el mismo texto que citamos dice: “Para abordar el tema de la enfermedad en Nietzsche, es necesario señalar que el cuerpo está entendido como campo y lugar de cruce de las fuerzas, en este sentido no es nunca el cuerpo individual aislado del resto del mundo, sino que siempre se halla transido por los otros: las relaciones humanas, las fuerzas históricas, las instituciones, las consignas religiosas, morales, etc. En el cuerpo están no solo las marcas del individuo (siempre entendido como dividuum, es decir múltiple) sino también las de su generación y las de las generaciones pasadas, las de su sociedad y las de todas las otras fuerzas que lo constituyen en su entrecruzamiento. Por ello la enfermedad, aun cuando pueda ser aludida de manera individual es, como el cuerpo, al mismo tiempo social.”
Mucho más interesante esta narración para volver a hilar el entramado común.
Se evidencia que la capacidad de padecer se vuelve imprescindible para reconstruir esa trama. Porque lo común es lo que está agonizando y necesita rehabilitación. (CENARESO significaba Centro Nacional de Reeducación Social).
Se evidencia que la frontera entre individuo y comunidad queda desdibujada.
Se nota el absurdo que es hablar de la propia vida individual o sus distintas acepciones: neoliberalismo o nuevos liberales, yo, sujeto, identidad, interioridad, mío, propio, subjetividad, libertario, super individual, ego, sin registro del afuera que me compone, ideal del poderoso, recorte de la capacidad de afectarse.
¿Cómo se configura un nosotros, una polis, una comunidad que vaya más allá de la mera resignación y de un sálvese quien pueda producir solo tasa de ganancia?
Cada vez que pensamos la política, pensamos el modo en que se conciben las fuerzas reactivas o adaptativas en lo político. Pedirle a eso que se active es inocente porque solo funciona en espejo a lógica de mercado: estadísticas, algoritmos, encuestas. Nos encontramos en la situación donde la política no puede renovarse a sí misma. No es la renovación generacional.
Pero, activadas ciertas fuerzas de la sociedad la perspectiva cambia. Tenemos ejemplos donde se cuestiona qué cosa es la política. Grupos, movimientos, activismos donde se le dice a la política: "la política no es lo que ustedes dicen, es otra cosa".
Ponen en juego esa otra cosa. Ponen en perspectiva momentos saludables y momentos padecientes. Renovar, rehabilitar, recuperar, reformar, reeducar, hacer retornar la política dándole vitalidad a la política versus el litigio de suponerla como función del político, de cierta retórica, de cierta alianza con la imagen, con el marketing, y con las instituciones. Cuando lo político se pone en otro orden, cuando se lo saca de las casillas. Contrapoderes, micropolíticas. Le decimos a la política: "esto no".
Porque ya sabemos que volver a lo mismo es mentiroso, estafador, desalentador.
Porque ya sabemos que nos deja en una especie de descorazonamiento. El eterno retorno insoportable. Como el día de la marmota: quedamos atrapados en un día, aunque el calendario continúe.
¿Nace un movimiento estudiantil? Perfecto. ¿Pero qué son, qué hacen? ¿Ponen en tensión la sociedad de otra manera, o son los que quieren ser dirigentes políticos en el futuro? No sabemos. Hay que esperarlos.
Algo, para nacer, se tiene que camuflar, aunque empecemos hablando de cantidad de camas, aunque empecemos hablando de salario.
¿Cómo va a seguir? No sabemos. Una fuerza que se conecta con lo que puede, mientras se va a infiltrando, y entra en conexión con cosas y situaciones que todavía no se sabe lo que podrán.
A las fuerzas nuevas y creadoras hay que tenerles paciencia y ver cómo se desarrollan. Al nacer, si nacen mostrando su novedad son liquidadas, el medio es hostil. Nacen enmascarándose en la identidad de lo que hay, para luego cuando ya haya un territorio más armado y seguro, infiltrar el martillo y la invención.
La posibilidad de encontrar salidas donde parecía no haberlas.
También el 13 de octubre fue el día del psicólogx.
Pero no es mundial, se celebra sólo en la Argentina y la historia de ese día no fue elegida al azar. Condensa muchas capas de memoria de lucha social en este país.
En el año 1974, con la derecha peronista en el gobierno se realiza el primer encuentro de psicólogos y estudiantes de psicología en Córdoba donde se reúnen miles de estudiantes y psicólogxs de todo el país. Una de las cosas que se discutieron fue la ley de ejercicio profesional en un contexto de cierre de carreras y universidades, amenazas, y asesinatos. Dentro del servicio nacional integral de salud el proyecto de ley no reconocía al psicólogo como trabajador. Se discutía sobre seguir avanzando hacia la descentralización como lo querían las empresas o si se volvía a un sistema centralizado más justo. Si la formación de profesionales iba a incluir una perspectiva con relación a lo común o iba seguir abonando una clínica individualista sin anclaje en lo colectivo, desconectada de las tramas de lo social. Otro de los puntos a abordar era salir de la dependencia biologicista de la profesión donde el discurso médico y manicomial seguían teniendo centralidad. También se debatía sobre seguir sosteniendo el concepto de neutralidad terapéutica, lo que eximía a las psicólogas a incluir lo social en la clínica.
Los trapitos de las problemáticas sociales al sol no correspondían.
Una de las capas de memoria se cuenta por esos años. Antecedentes de conquistas que se daban por ganadas.
Hasta hace pocos días las universidades seguíamos como siempre, sin salirnos de los pupitres y las aulas, como si nada pasara. Como dice Girondo “la costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas”.
Quizás sabernos en riesgo, quizás poder perder esas conquistas, despierta misteriosamente alguna de esas capas.
En ese encuentro de octubre del ´74 no se pusieron de acuerdo. Las discusiones eran intensas en torno al abordaje de la salud y el padecer mental, las condiciones de los trabajadores, sus posicionamientos ético-culturales. En lo que sí acordaron como símbolo de unidad, fue en establecer la fecha de cierre del encuentro como el día del psicólogo (en masculino). Y de la psicóloga.
Pero mejor intentar seguir nombrando. La práctica clínica: momentos, por lo general incalculables, donde coinciden fugazmente y en cualquier lugar el deseo de conversar, de hablar y escuchar, de afectar y afectarse.
Ese encuentro culminó con una represión policial en la Ciudad Universitaria de Córdoba el mismo 13 de octubre.
En estos días se leyó por las redes: “Psicología sin lucha social es coaching”. Es consejo, es psicología positiva, es sólo salud mental. Psicología sin lucha social es convertir las pasiones y emociones que desde siempre fueron comunes (los dioses eran portavoces de emociones) en propiedades personales, en interioridad.
Sintagmas como Lo personal es político, o No es depresión es capitalismo nos devuelven un poco de principio de realidad. Nos saca del espejismo de seguir creyendo en el voluntarismo mágico. Como decía Guattari: “salir del consultorio aun estando en él, salir de ahí o abrir al menos las ventanas, y estar preparados para otra clase distinta de problemas que los estrictamente de identificación al padre, a la madre, intrafamiliares o a toda esa cocina de símbolos del inconsciente”.
Ojo freudianos, cuidado lacanianos.
Sin universidad no hay parciales ni consultorios.
Psicoanálisis sólo del teatro edípico familiar se pierde de muchas capas de memoria colectiva.
Se pierde la posibilidad de encontrar salidas donde parecía no haberlas.
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