Potencia del tacto, técnica de reconocimiento y sabiduría entre-pieles: encuentra en la versatilidad de los movimientos de las manos su inspiración, su principio de acción y de ruina. Palpar, como una forma de conocer el mundo, de leer con los dedos, de acercarnos a lxs otrxs, y a nosotrxs mismxs. Palpar un territorio, una piel, una posibilidad, una situación, otras veces un peligro, una pérdida o una emboscada. Palpar con los dedos apenas apoyados, con las manos presionando el plexo, con las uñas afiladas de los animales de presa, con el roce involuntario del codo en una pared fría, y con el borde rasposa de nuestras más in-mundas fantasías. Palpar como lo hacen lxs que se entregan a las fiestas de placer, como las bandas de pájaro que anticipan las tormentas, o como la carpintera que comprueba su pericia rozando la madera recién cepillado. Palpar como una manera de hacer de la piel y el contacto un saber, una apuesta a la vida, una potencia indeclinable. Palpar con destreza felina y con paciencia vegetal, con todos esos terrenos afectivos, esas tesitura del ser-con, y esos matices del con- tacto que habitan nuestros contra-tiempos y que rozan los cabellos de mundos más amables.
Fuente: Vir Cano (2021). Borrador para un abecedario del desacato. Buenos Aires: Madreselva editorial.
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