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  • Foto del escritorRevista Adynata

Post Guardia XIV / Débora Chevnik

14 años y 10 de intervenciones quirúrgicas. Ayer, la última de una serie.

Nos llaman de urgencia porque se quiere ir del hospital. Está sentado en el borde de la cama, con sus bolsos armados. No acepta que le vuelvan a colocar la vía. Ni el suero ni el ayuno ni el reposo. Conversar con lxs psi de guardia, menos. “Volvemos más tarde, por si te dan ganas de charlar o compartir un rato, vayamos viendo”.

No pasaron ni 24 hs. desde la última cirugía, y ahora, va y viene por todo el hospital. No habla. Y no para de caminar. Aún corriendo el riesgo de perder la vida, está listo para rajarse.

¿Enojado?, ¿emocionado?, ¿atemorizado?, ¿probando transgresión revitalizante?

“Che, ¿querés que charlemos un ratito?”, “lxs cirujanxs te dicen que te dejes poner la vía porque estás recién operado; están preocupadxs por eso te insisten”, “tu mamá dice que estás re podrido de tantas internaciones, ¿va por ahí la cosa?”, “¿Esa toalla es tuya, sos de River?”

No logramos hacer pasar ni una, nos ataja todas.

Hermetismo e inminencia.

Cirujanxs, psicóloga, psiquiatras, trabajadorxs sociales, pediatras, unxs diez más o menos, marchamos unos metros más atrás y seguimos la incesante peregrinación. Palpitar un raje que pone en riesgo la vida, (nos) alarma, intriga y conmueve.

Estar ahí, estar peregrinx, estar en el borde.

Estar donde (no) queremos estar: acompañando algo sin saber bien qué.

La gran comitiva dubitativa está aterrada, sin querer que una intervención desacertada dispare algo irremediable. Desespecializándose de sus saberes, tantea intervenciones sin precipitarse en solucionar vaivenes inaplazables.

La psicóloga, con unos pases mágicos, logra acercarse. Durante la inquietante caminata, ensaya algunas ideas. Entre otras, le propone que hable con sus amigos y su novia. Hacerle la segunda proponiendo… una salida posible (?).

Mientras tanto, la gran comitiva dubitativa está ahí, en una segunda línea de aguante, hilvanando algunos hilos sueltos y bancando lo que se deshilacha en cada paso.

Acerquémonos despacio. No no, mejor estemos a distancia, es más prudente. Sigámoslo de lejos. ¿Y si lo rodeamos entre todxs? No, eso lo va a apurar. Respetemos su ritmo. Sedémoslo para ponerle la vía. Imposible, con cualquier medicación se va a despertar porque se está resistiendo muy decidido. Quizá mejor anestesiarlo. No, imposible subirlo a quirófano en este estado. ¿Y si le damos algo de medicación solo para que esté más tranquilo? Hay que esperarlo, tranquilicémosnos. Llamemos a la policía, esto no da para más. Mmm…la policía lo puede detonar. O no, algo de esa investidura por ahí lo ordena. Si es el protocolo hay que llamar. Bueno vayamos viendo, esperemos un cachito. Probemos llamando a otrx familiar. Podría ser. No podemos estar toda la noche así. O si. No precipitemos que se vaya corriendo. Claro, ¿pero cómo? No sabemos. Sigamos in-tentando.

Intervenciones que no (nos) convencen. Intervenciones que casi, que si pero mejor no. Un suspenso frágil que va tallando equipo.

Con cada nueva indecisión que sostenemos, las ocurrencias se van multiplicando. Dudas, límites e incertezas producen una interesante ampliación de la zona donde lo vamos esperando.

No sabiendo bien qué hacer, colectivizando el impoder, demorando acciones conclusivas, se va componiendo un equipo.

Deambulaciones imperiosas quirúrgicamente inoportunas, acompañadas de la incómoda potencia que el poco saber trajo al equipo, van alojando la urgencia visceral del no a las (necesarias) indicaciones médicas y quirúrgicas.

El cansancio, el frío, la madrugada, un nuevo jugador que entra a la cancha, algunas palabras-a-ver-si-con-alguna-engancha, unos gestos desesperados amorosamente puestos sobre la mesa, los ecos de la madre gritando que si van a la casa la ambulancia no lo va a buscar porque no entra por los pasillos del barrio y que ya son muchxs lxs que no llegaron al hospital, van armando escenografía para una larga conversación telefónica con la novia.

Con auriculares, rulitos violetas, compu plan Sarmiento, equipo de gimnasia, acepta volver a dormir (sin la vía, pero) en el hospital.

Sabemos, porque solemos apostar fuerte a estas jugadas, que después de la reparación que traen las oscuridades y algunos sueños, habrá por venir.


Slinkachu, When a man loves a woman, técnica miniaturas. 2016

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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