No es difícil encontrar ya desde los primeros años la expresión de las interioridades más íntimas, y ello vale también para Tausk en relación con Spinoza y el ensayo escrito por él en 1907. Hay que destacar también el hecho de que entonces no hubiera leído o no conociera a Spinoza en su totalidad: ocurre con Spinoza que basta la lectura de alguna de sus páginas para poder decidir si una forma parte de los suyos o no, mientras que monumentales trabajos de interpretación escritos sobre él tienen como punto de partida los más doctos errores. Pues pensar como él no significa absoluto adoptar un sistema, sino -"pensar"-.
Por otra parte, la palabra <representación> que en los coloquios de los miércoles atribuí a Tausk, me resulta ahora reveladora de su íntima adhesión a Spinoza. Pues basta desarrollar la idea de captar las expresiones corporales y espirituales como representaciones para llegar hasta Spinoza. Esto es algo muy distinto al paralelismo sistemático cuyo saber final no es otro que el establecimiento de <localizaciones cerebrales> o similares: es la concepción clara e íntima de la totalidad y presencia de dos mundos que no se excluyen ni condicionan pues son uno mismo. Es ir más allá de Freud en el terreno de la filosofía, pues él ha conseguido el método adecuado para uno de los dos mundos, el psicológicamente aprehensible, y ha aplicado al mismo su método hasta el final, método que perteneció anteriormente al otro.
Hay algo en los fundamentos del psicoanálisis que lo acerca marcadamente al spinozismo: el concepto de sobredeterminación. Esta noción, de que todo se halla psíquicamente sobredeterminado, o tendría que estarlo a poco que investigáramos, es algo que se sale del concepto lógico habitual de determinación, rompe con una concatenación parcial y establece las bases de una interrelación multidireccional. Tal interrelación debe ser asumida hasta sus últimas consecuencias para alcanzar, desde el movimiento empírico, la paz eterna de la filosofía de Spinoza que incluye el más apasionado entusiasmo que haya conseguido quizá ningún otro pensador al identificar la naturaleza con Dios, sin dar un carácter sobrenatural a la naturaleza al mismo tiempo que tampoco hacía descender el nombre de su Dios hasta el nivel de las cosas.
Resulta hermoso para mí el reencontrar aquí al único pensador por quien siento, casi desde mi infancia, una profunda afinidad intuitiva y que sea, también al mismo tiempo, el filósofo del psicoanálisis. Sea cual fuere el punto sobre el que se reflexione con profundidad, se acaba tropezando con él; le sale a una al paso pues está siempre presto y a la espera en el camino.
Fuente: Libro Aprendiendo con Freud de Lou Andreas Salomé, diario que escribe mientras asiste a un curso de Freud durante el invierno de 1912/13 en Viena.
Escritora, filósofa, poeta, psicoanalista.
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