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  • Foto del escritorRevista Adynata

Una Gran Kermés / Fernando Stivala

¿Cómo se juega?


El niño es inocencia y olvido, un nuevo comienzo,

un juego, una rueda que gira por sí misma, un primer movimiento,

un sagrado decir sí.

Sí hermanos míos, para el juego de la creación

se necesita un sagrado ´decir sí´”

Así hablo Zaratustra, De las tres transformaciones.

Nietszche.


En un manicomio de la ciudad de Bs. As, sábados por la tarde, locas y locos saben que es día de rasqueteo.

Vagabundean de aquí para allá. Del pabellón a La colifata, de La colifata a Cooperanza, relojean si las puertas del Frente de artistas están abiertas.

Evangelizadores llevan alfajores y yerba para sumar adeptos.

Se lee un cartel: ´Hoy, gran kermés, muchos premios´

Lunáticas inventan nuevos juegos.

¿Funcionará?

Siempre es lindo comprobar la vigencia.


Hay zonas para embocar el aro, voltear palos, tirar el avioncito más lejos.

Hay zonas donde te podes teñir el pelo, pintar las uñas, y mirarte al espejo.

Hay zonas donde no pasa nada, o se habilita el simple estar.

Mirar, reconocer, tantear. Aclimatarse, descongelarse, desrigidizarse.

Las ideas se manchan, se tiñen.

Los encuentros se enchastran, se escupen.

Se compite por nada.

Se juega para reír.

Las pasiones, aunque sea por segundos y estimuladas, se vuelven verdad.

Entusiasmos viran entre instantes.

Mutaciones de un día.

También festejamos la duración y los años.

A los invitados de siempre se le agregan nuevas vidas invitadas.

Las potenciales, las virtuales, las semillas, las por venir, las recién venidas, las recién habladas por el lenguaje, las viejas nuevitas, las que parecen repetidas, las que parecen cansadas, las que parecen desilusionadas, las todavía esperanzadas, las todavía asombradas.

Las que parecen, las todavía.

Percia nos da algunas ideas para seguir jugando:


Presencia

En un juego, se juega. Te sentís involucradx. No es lindo jugar con alguien a medias.

Estar presente en lo que se hace.

¿Podés estar en un juego sin estar presente en lo que está pasando?

El juego pone en evidencia la presencia.


¿Otrxs?

Una presencia escuchante.

Una sensibilidad capaz de escuchar.

La promesa de una sensibilidad alojadora.

Necesidad de que haya un espectador, una recepción. La promesa de una escucha.

Estamos vivos porque confiamos que va a haber una sensibilidad que aloje lo que nos pase.

No nacemos si no hay alguien que aloje amorosamente lo que nos pase.

¿A ese alojamiento se lo llama madre, amor, ternura, abrazo, mirada, caricia?

¿Se lo llama deseo?


Reglas

No va a pasar cualquier cosa aunque las reglas pueden ir cambiando.

Un juego tiene que renovar sus reglas cuando corre el riesgo de aburrir.

Un juego aburre cuando se vuelve muy previsible.

Todo juego con reglas muy rígidas corre el riesgo del tedio.

El problema del aburrimiento. Desimplicación y desapasionamiento.

A la vez eso da seguridad.

Lo previsible es una fortaleza que nos protege de aquello que nos da miedo.

Lo imprevisible rescata al juego del aburrimiento.

Pichón Riviere contaba que los grupos tienen dos miedos: el miedo a que cambie lo previsible; y el miedo a que lo imprevisible ataque la seguridad que teníamos en lo previsible.


Confianza

No podes jugar viviendo el juego con la suposición de lo que va a pasar ahí te va a dañar.

La ficción como el pasaporte para poder salir de esa situación.

Para que haya juego tiene que haber una salida. Hablar de encierro no es solo hablar de manicomios. Cotidianeidad que también tiene que tener una salida.

La cotidianeidad también es una ficción que pasa por la realidad.

La posibilidad de jugar es volver a ese estado de la vida donde de todas las situaciones se puede salir. La posibilidad que tiene también el juego de los niños de salir de aquello que los atormenta o perturba.

Salir del padecimiento a través de una ficción.

.

El juego también ofrece otro lenguaje, otro modo de hablar, otro modo de codificar.

Ofrece la posibilidad de no sentirte afectado al modo del castigo y la persecución por aquello que vaya a pasar.

En el juego se hacen cosas y se dicen cosas que no estaban previstas.

El juego es un modo de soñar en común.

Se necesita de un clima. Un estado donde las censuras caen.

Para que haya juego tiene que haber complicidad.

O la llamada Transferencia, suponer que lo que va a ocurrir no me va a dañar.

Si se propone un juego donde la confianza está frágil, se tiene que incluir la posibilidad de no participar.


Disfrute

El juego tiene que ser una invitación a la alegría. Lo contrario al aburrimiento.

Donde Lo existente no agote lo posible.

Se disfruta cuando nos damos cuenta que no estamos destinados a vivir una sola vida. Se disfruta la posibilidad de que la vida que vivimos pueda tener otras versiones. .

Hay vidas destinadas a estar excluidas de la fiesta y de una común alegría en el vivir.

Vidas destinadas a la privación. Lo público entonces se declara contra la privación de derechos, de felicidad, de vidas limitadas en sus posibilidades.

El juego divierte y alegra porque mientras jugamos pensamos que todo puede ser posible.

Asistimos a la fiesta de la posibilidad.

En el juego hay di-versión.


Interversión

El problema de la cotidianeidad, del hábito, de los automatismos.

El miedo a vivir sin que nos pase nada.

Intento de habitar la cotidianeidad de otro modo.

La repetición del relato para intervenir en la cotidianeidad. Vaciarlo, romperlo, y al mismo tiempo amplificarlo. En esa amplificación quizás pueda ocurrir una invención.

Multiversidad. Interversión, incluir distintas versiones sobre lo mismo.

Lo que retorna eternamente no es lo mismo, sino lo diferente. Posibilidad de multiplicar las versiones.

El sufrimiento tiene relación con la construcción de una versión que acarreamos como un mal pesar sobre la vida.

El yo, la memoria, la historia personal. Una versión.

El amante trata de parecerse más a la historia que enamoró que a la versión que acarrea.

El amante quiere estar en la ficción del enamorado.

El amor: momento propicio para la interversión.

A veces, el amor también es la solidifación de una versión.

¿Y cuándo el amor denuncia que no hay otras versiones?

Para Pichón Riviere versión era rol o papel que se jugaban en los espacios. Estereotipos.

Quienes practican mejor la deshabituación son las prácticas estéticas.

El arte que no construye técnicas sino instalaciones de solo una vez.

Deshabituación que siempre tiene que renovarse y sorprender.

Las técnicas se vuelven previsibles.


Antiutilidad.

Un porque sí

Época que interroga '¿ésto para qué sirve?,´ o ´¿qué sentido tiene?´, o ´¿para qué lo hacen?´. La especulación de si lo que hago me va a dar algún beneficio o no. De si voy a tener mérito en el mercado social o no.


Lo decimos alto y fuerte: PENSAR Y JUGAR NO SIRVEN PARA NADA.

Pero esa nada es de una afirmación extraordinaria.

Tiene lo que el pensamiento y el juego tienen que tener: Un porque sí.

Porque queremos, porque lo necesitamos, porque nos gusta, porque sí.

Pensamos porque sí.

Jugamos porque sí.

Porque sí, afirmación del deseo.

El deseo encanta la nada, el amor encanta la nada, el pensamiento encanta la nada, el juego encanta la nada.

Nosotrxs que sabemos la nada, nos habilitarnos a decir: todo puede ser pensado de otra manera, el mundo puede ser encantado de otra manera.


Demasías

¿El juego tiene la posibilidad de aparecer como relevo de demasías?

El juego puede ser una de las formas más preciosas de alojar demasías.

¿Pero cómo?

¿¡No sabemos, pero dale que jugamos a buscarlo!?

¿¡Pero dale que seguimos intentando!?


Robert Rauschenberg (2000) Vamp (Marrakitch) impresión de pantalla 59.7 × 80 cm

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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