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  • Foto del escritorRevista Adynata

Acerca de algunas conversaciones y sus tonos / Verónica Scardamaglia

Desesperada, desesperanzada

Ya no creo en casi, casi nada

Entonces creo

Creo en mis amigos, creo en mis amigas

En mi compañero, en mi compañera

La única manera, creer para no desesperar

Creer para no reventar

Sara Hebe [i] (2009)


- Ay, desapareciste por mí,

y ahora aparezco por vos.

Sara Hebe (2012)



Desde antes de la pandemia el miedo como forma de gobierno venía in crescendo. En la pandemia, angustia y miedo quedaron mundialmente disponibles. Desde hace más de dos semanas, en Ciudad de Buenos Aires, la expansión de angustia y miedo avanza, cual humareda que marea los sentidos.

Por momentos, pareciera que la lengua de los análisis políticos actuales se hubiera desatado en la calle, en las casas, en los consultorios, en las escuelas, en los taxis, ¿en las plazas?

Durante el electoralísimo 2023 hemos quedado aprisionadas por una pinza que, desde ambas puntas, inyectó miedo y amenaza para ganar, miedo y amenaza para que no ganen.

Ante la crónica de un resultado anunciado, se escucha a repetición: no lo puedo creer. Y, como repetición de una carrera ya corrida, la especulación de precios y de cargos también está desatada.

Parecido a otras veces, diferente de otras veces.



Ante las certezas analíticas y diagnósticas, cabe recordar que la lengua de los llamados medios de comunicación funciona, en muchos niveles, diferente que la lengua de la calle. Que decir “medios de comunicación” ya no remite solamente a radio y televisión. Que resulta imprescindible conocer cómo funciona ese universo llamado Tik Tok, donde los mensajes ya no hacen un masaje largo y pausado sino que funcionan con golpes de sentido de 10 segundos de duración.

¿Sabemos hoy cómo se compone eso que se nombra como lengua de la calle? ¿los bombos siguen funcionando como referencia de lo popular?

Parecido a otras veces, diferente de otras veces.



La pinza de miedo y amenaza ha instalado también desesperación, sobre todo en las clases medias, en espacios académicos y de militancias progresistas. Del mismo modo ha detonado una ametralladora punitiva contra quienes lo votaron, que incluyen acusaciones de desafectivizaciones varias. ¿Funcionan del mismo modo los tonos desafectivizados en las clases medias que en la pobreza? En la calle, muchísimas veces, se necesitan anestesias para poder vivir.

Los mundos paralelos también se nos revelan en la lengua y en los tonos. En los barrios, en la calle hay desesperación hace rato, hay violencias hace rato, se grita hace rato. Quizás allí, un rasgo de identificación posible. Y un desafío ¿cómo hacer presente otros tonos desmarcados de aquellos centralizados por género, raza, clase, saber, edad, salud? ¿Cómo encontrar un tono que permita pensar y vivir?

Parecido a otras veces, diferente de otras veces.


En la conversación “Dos semanas después” se hace referencia al tono desafectado de los comisarios de a bordo.

Un recuerdo de los 90 asalta: Milagritos López. Azafata cubana de American Airlines que llenara de curiosidad al maestro de la radio Lalo Mir cuando dividía su mes laboral entre Chile y Argentina. La escuchaba decir cosas fuera de protocolo, le llamaba la atención su humor, su tono y preguntaba por ella a las demás azafatas que sólo le respondían evasivamente y con sonrisas pícaras. Finalmente, una vez al escucharla, se quitó el cinturón de seguridad, se levantó del asiento y traspasó las cortinas. Allí estaba un joven comisario de a bordo llamado Fernando Peña, quien nacería en aquel instante como el múltiple e irreverente locutor y actor que supimos disfrutar.



Una amiga comenta que en ciertos sectores de los feminismos se hizo un llamamiento a guardarse por 4 años. Otre dice del miedo a que les desaparezcan. Alguien se pregunta ¿nos van a matar a todos? Otrx cuenta que, en una actividad poselectoral de un espacio transfeminista para la reflexión y contención emocional, se termina repartiendo el Manual del pequeño detenido de la Correpi, ante el despliegue del miedo. Alguien no puede sostener una sesión virtual ante la posibilidad de infiltraciones digitales y escuchas pasibles de ser usadas en su contra en las redes. Alguien afirma, casi caprichosamente, no acepto esto.

¿Cómo canalizar la no aceptación por fuera del capricho personal, del ensimismamiento que provocan miedo y desesperación? ¿cómo transformarla en motor de acciones y estrategias políticas que se activen desde militancias que puedan otras composiciones?

Parecido a otras veces, diferente de otras veces.



Desde el 2018 Marcelo Percia viene planteando algunos sintagmas para pensar cómo se alojan la vida y sus dolores. Leemos en Corajes que atraviesan portadas (2019): “Dos sintagmas decisivos alojan la vida en los últimos años: Nunca más y Ni una menos. Manicomios no tendrían que haber ocurrido. Tampoco genocidios ni ensañamientos contra las mujeres. Manicomios, terror de Estado, violencia patriarcal, interrogan qué consentimientos hicieron y hacen posible lo que no tendría que haber ocurrido”. Agrega dos más: “Demasías no enferman, normalizaciones sí. Donde hay una necesidad nace un derecho.”



Pareciera que la postpandemia hizo proliferar una serie de canales de streaming que han abierto posibilidades a una especie de resurgimiento y reutilización de los formatos de radio y TV. Se tratan de espacios que sostienen una programación que pueden verse / escucharse a través de las plataformas Youtube, Spotify y/o Twitch. Se trasmiten en vivo y también quedan almacenados en estas plataformas desde donde circulan cortes de los programas vía Tik Tok e Instagram, con algún titular llamativo que active sus reproducciones. Una de las pioneras ha sido Vorterix, creada en 2012 por Mario Pergolini, también están Urbana Play (creada como proyecto de radio propia por Andy Kusnetzoff, Matías Martin, María O’Donnell y Sebastián Wainraich), Luzu TV (que toma el nombre Villa Luzuriaga, barrio donde naciera su creador Nicolás Occhiato), Olga TV (proyecto de Migue Granados), Blender, Gelatina y tantos otros. Funcionan como medios de comunicación y sus seguidores (ya no teleespectadores o radioescuchas) tienen menos de cuarenta abriles.


Hace aproximadamente dos meses, Camila Sosa Villada destartala los lenguajes políticamente correctos del progresismo de clase media en una larga conversación con Pedro Rosemblat, Ivana Szerman y Marcos Aramburu en el canal de streaming Gelatinaii.


CSV: Obviamente que hay un montón de gente que se queda afuera de un discurso progresista y más en un país como este, donde el progresismo viene de la clase media, no viene de las clases bajas. Yo hablo con las travas y se cagan de risa cuando vos decís todes… ¿qué estás diciendo? ¡hablá bien! Entendés…

GR: Hubo momentos igual en los que el progresismo venía de la mano del crecimiento económico, la redistribución de la riqueza

CSV: Pero eso no pasó en realidad (interrumpe)

GR: ¿Cuándo?

CSV: Preguntale a un wichi, preguntale a una trava. Es decir, la propuesta de mundo que hay ahora -que es universal, no es un fenómeno solo argentino, no es solo latinoamericano-, es un mundo en el que ya hay mucha gente viviendo desde hace muchos años. Por eso digo, hay que preguntarle a los mapuches, hay que preguntarle a los wichis, hay que preguntarle a los nibaclea, a los pilagá, a las travas, hay que preguntarle a un boliviano, hay que preguntarle a un peruano, hay que preguntarle a un somalí en España cómo es vivir en el mundo que proponen estos candidatos, porque esa gente ya lo conoce. Yo lo conozco a ese mundo.”

Cae de esta conversación una pregunta: donde hay una necesidad ¿se efectivizan los derechos?



Un llamamiento antifascista se escucha por una radio española el 19 de julio de 1936. La Pasionaria -Dolores Ibárruri- dice “Todo el país vibra de indignación ante esos desalmados que quieren, por el fuego y el terror, sumir a la España democrática y popular en un infierno de terror. Pero no pasarán…”

Por estos sures, en los abrazos en la plaza a las madres, muchísimas veces hemos sido convocadas a este llamamiento.

Ante el avance de esta concepción cipaya de libertad, quizás podamos situarlo también como un sintagma para estos tiempos: No pasarán.



Nos abrazamos en las calles, uno de los lugares donde los miedos se conjuran.

Parecido a otras veces, diferente de otras veces.





i Cantante y compositora transfeminista nacida en Trelew que pertenece al movimiento del hip hop argentino desde el 2007. En sus recitales se disfrutan ritmos que van desde la cumbia rap, el hip hop punk pasndo por rkt y electrónica. Suele estar presente en las distintas luchas, ya sea la okupa de casa Gascón, el festival en el Borda cuando las topadoras macristas y movilizaciones transfeministas.



¡No Pasarán! Shaun Slifer, mayo 2021. Impresión risográfica Cartulina rojaROJA de 80 libras impreso en un risógrafo EZ390

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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