A esta edición de Adynata, contradiciendo este otoño en el que andamos, le crecen ramas, flores, frutos y hojas, hojas que titilan.
Jardines, malezas y hasta la maravillosa desmesura de un ecosocialismo.
También viento árboles / de aguacate chirimoya y taxo.
A veces rosas, a veces zapallos cósmicos.
Incluso naranjas, en el año de la humillación.
Hay nogales de un jardín con boquete en la medianera, en la Ciudad Jardín de la conmovedora Caligrafía Nómade de este mes.
Y en Dijiste, un lobo se asoma “en la maleza gruesa de mi casa”.
Otro lobo más, amante de las plantas, se cuela en la escritura que trae Fabio Lacolla.
Y otro amante de las plantas, Sigmund Freud, aparece viajero en la tercera entrega de Plaza Miserere.
Hay también flores del mal, en la presencia de su autor entretejido con Lacan vía nuestro querido Oscar Masotta - el organizador de la Primera Bienal Mundial de la Historieta celebrada en el Instituto Di Tella de Buenos Aires en 1968- que entreteje Fernando Dawidzon, en el texto Lo mismo es lo otro, a través del mito de Atreo y Tiestes en una lectura del cuento La carta robada del magnífico Edgar Alan Poe.
Coni Banús nos trae muchos picaflores, esos que “no saben cómo llegaron ‘hasta acá’” y esos que, "Nunca se posan. Están a dos metros del suelo".
Hay también objetos perdidos y unas claraboyas para Confeccionar la defensa.
Y entre muchas tentaciones de lecturas más, Doris Lessing y la señora directora Marce Guevara hacen brotar irreverencias furibundas contra esas lecturas obligatorias y obligadas.
Así, mes a mes en estos poco menos de tres años, Adynata insiste en sostener esa maravillosa y casi obstinada decisión “de pensar la clínica pensando la literatura”.
ความคิดเห็น