Adynata late y va tomando forma entre suspiros, entre parpadeos, entre sueños.
Hace recepción a escrituras cercanas que se lanzan a rodear la incesante pregunta de cómo vivir en el momento en el que estamos. Escrituras que se ofrecen como lecturas posibles para acompasar el vertiginoso ritmo del mientras tanto.
Adynata insiste - como desde hace tres años en plena pandemia mundial- en tartamudear la actualidad con asomos de palabras que nunca alcanzan. Y las imágenes...
Intenta entender, esta vez con la lectura de La mirada de Orfeo de Blanchot, por qué la clínica sólo puede balbucear en las penumbras. Clínica que tantas veces acontece como el acto de abrir un libro querido en cualquier página y dar (o no) con "una línea escrita para mí". El regalo único y momentáneo de una palabra que sentimos dedicada. Magia de la lectura a la que se refiere la Yourcenar. La poesía de Massin nos acompaña y sostiene “porque lo que nos damos los unos a los otros, / aún el terror o la tristeza, / viene del mismo deseo: curar y ser curados. “
En el puñado de escrituras de este setiembre, titila la memoria que, como escribe Sebastián Scolnik, “tiene esa extraña capacidad de “interrumpir”, con su aparición intempestiva, el momento en que uno intenta concentrarse en alguna cosa.”
Memoria de setiembres inquietantes.
En éste -como en otros- asoman desconciertos, confabulaciones, inquisiciones, ficciones de resistencias, pasiones, elogios, cartas de amor que Adynata ofrece como lecturas.
También y desde hace tiempo, pululan miedos. ¿Nos gobiernan?. Miedos de los que “se desprenden dolores que aún no encuentran palabras suficientes para ser nombrados.” escribe Ioni Bockowski. Y afirma “Aunque suene como una obviedad, es necesario señalarlo y subrayarlo: hay dolor. Hace tiempo que hay dolor. Que el dolor se traduzca en bronca me parece, al momento, secundario. (…) ¿Cómo colectivizar un dolor individualizado?”
Otro mes de escrituras y lecturas que desean okupar a Adynata como si los textos-pensamientos respondieran a impulsos incontenibles de meditaciones estremecidas, tantas veces trasnochadas; a arrebatos atragantados que sólo en la escritura lograran algún enhebrado posible.
Otro mes Adynata sostenido por esa simple y apasionada convicción que nos legó Vicente
Sentí en la madrugada / como un soplo en el pecho, / un rayo en la cabeza, / y escribí…
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