Santiago dejó su huella anárquica en 25 de Mayo. Tomó como propias las palabras de otro anarquista asesinado por el Estado: arrastrar una masa inerte de carne y huesos no es vivir, es solamente vegetar. Ambos caminaron hacia la nada creadora y la ruptura total.
A los Estados siempre les ha incomodado lo que no se ajusta a sus márgenes estériles, por eso mismo son Estados: niegan la vida que existe por fuera de ellos. Los mecanismos varían, las lógicas persisten. Primero de febrero. Primero de agosto. Antes fusilaban mediante pelotones en lúgubres patíbulos suavizados con climas festivos; ahora desaparecen y plantan un cuerpo 78 días después en tierras que saben de resistencias. Si antes el arreglo de cuentas lo ocupó Severino, ahora lo ocupa Santiago.
David Viñas lee la crónica “He visto morir” de Roberto Arlt y nos advierte: “Y si la fiesta era un despilfarro con desplazamientos y coqueteos, aquí solo se asiste a un ‘arreglo de cuentas’. En verdad, a una clausura después de un balance que jamás tuvo moratorias”. Y si la clausura siempre fue propiciada por los negadores de lo vivo; si la escena en la cual “Todos vamos en busca de Severino Di Giovanni para verlo morir” se convierte en una dimensión temporal-espacial perpetua contra los cuerpos que incomodan a la normalidad del Capital, entonces, seguiremos siendo insistencias: habitando el cuerpo, dándole oxígeno y partiendo de la presencia.
Movimiento, alianzas y afectos: armas que nos cuidan del arte de gobernar y de la memoria estatizada. En esta guerra, nuestra memoria es negra como la tierra. Por eso mismo, seguimos las huellas de quienes interrumpieron la paz del cemento muerto e insistimos en brindarle a la vida la elevación exquisita de la rebelión del brazo y de la mente. Insistimos en una escucha atenta de ese jardín en capullo que se abre como miles de rosas en el corazón de la tiranía.
Raúl González Tuñón nos dijo que América Scarfó le llevará flores a Severino, y cuando estemos todos muertos, América Scarfó también nos llevará flores. Escuchamos el aullido del lobo en el silencio de la madrugada y el aroma a poesía lo inunda todo. Cuando los poetas del mañana nos lleven esas flores, ¿tendremos algo más para recibirlos que tumbas de inocentes?
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