Barranca abajo / Ana Benveniste
- Revista Adynata
- hace 2 días
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Así lo siento hoy. Un derrape que pareciera no poder detenerse.
Va perdiendo el buen humor, amigos, dinero…

Vuelve la alternancia de peleas y silencios de días con la pareja. “Si tuviera un lugar dónde ir, me iría de mi casa…pero sería una fracasada, también en eso”. “Si sigo así, me voy a tirar debajo de un tren”. Le pregunto si lo está pensando. Dice que no cree que lo haga, no se anima. Está tomando más. Le preocupa y no.
Retazos de un trabajo ligado a una empresa del padre del que quedaron juicios, deudas, peleas con familiares. Ahorros que alcanzan “para 20 días… 3 meses…”.

Vivía en otro país. El padre la llama para que lo ayude. Creyó que trabajar con su padre, mejoraría el vínculo. Dice que fue ninguneada, que el padre hizo lo que quiso: no la escuchó. Le dejó “todos los quilombos”. Dice que le cagó la vida. Y también, que le da pena: “Ya es muy viejo”.
Leyó la crítica de un libro que se titula “No eras vos. Eran tus padres”. Me la envía. Eso la alivió. Una madre y un padre de más de 90 años, ¿qué hacemos con eso?
¿Cómo estoy interviniendo? No sé qué decir… Creo que intentando correrla del lugar de la “boluda” y de quien espera a que la ayuden o la salven. Pregunto por su emprendimiento nuevo, en el que no termina de creer ni confiar.
¿Estoy asistiendo a un derrumbe? Aunque sé que estos temas, que se repiten e insisten, luego se van acomodando.
Pero, esta vez me pregunto: ¿qué hacer?, ¿tendría que pensar en una derivación?

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