Llega un tiempo en que no se dice más dios mío.
Un tiempo en que no se dice más amor mío.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas el rudo trabajo.
Y el corazón está seco.
Tus hombros soportan el mundo
y el mundo no pesa más que la mano de un niño.
Las guerras, el hambre, las discusiones dentro de los edificios
prueban apenas que la vida sigue
y que no todos se liberaron aún.
Algunos, considerando bueno el espectáculo,
preferirían -los delicados- morir.
Llega un tiempo en que nada se gana con morir.
Llega un tiempo en que la vida es una orden.
La vida, apenas, sin mistificación.
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