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  • Foto del escritorRevista Adynata

El niño de la bicicleta / Cynthia Eva Szewach

Podés agarrarte, pero no tan fuerte

Samantha a Cyril


Se quedaron solos: aguardaban la velocidad de las últimas bicicletas

Federico García Lorca



Cyril es el protagonista de “El niño de la bicicleta”. Vive en un una Institución estatal para niñez sin familia. Tiene alrededor de diez años.1


El asunto se juega en ese cruce necesario entre un contexto político-social, los márgenes urbanos y la infancia atravesada por un escenario desafiante. Como siempre, en las producciones ficcionales de Dardenne, hay una transmisión cercana a nuestra práctica analítica, en especial de la atención pública institucional. 2

El Hogar, se vislumbra en la película como un sitio que aloja el desamparo, pero por su sistema de organización le propone a Cyril formas difíciles de espera. El niño actúa, reacciona con su lucha.

Lo que se sabe del niño, es que busca sin cesar. Lo que busca es reencontrar lo que cree desencontrado: su padre, un padre. Pero, algo doliente y crucial: éste no lo busca a él.

Cyril se encuentra deprivado 3. Parece que tuvo alguna vez un padre y esa ligazón se interrumpió sin tratarse de una pérdida, sino de un desgarrón.


En uno de los intentos de búsqueda desesperada y frenética, escapándose de la escuela hacia el barrio del padre, se suscita un acontecimiento: de manera contingente, logra aferrarse a una mujer. Ella está como otras personas, en una sala de espera médica donde el niño trató de esconderse. Cuando los coordinadores del Hogar logran verlo, él se abraza a ella, tomándola casi como reverso de rehén

- “Podés agarrarte, pero no tan fuerte” le dice la mujer llamada Samantha.

Allí, se inicia algo entre dos, una forma novedosa de encuentro. Se queda por un rato agarrado a alguien ya no tan desconocido.

Al poco tiempo, la mujer irá a visitarlo para llevarle su bicicleta, que pudo recuperar (el padre de Cyrilla había vendido).

- “Sí, es la mía” confirma el niño al revisarla.


Podemos decir: “de la bicicleta” como nombre propio, lleva su marca aún borrada.

La bicicleta, su bicicleta, un objeto fundamental, es en ese momento lo que posee y lo que lo liga a una historicidad. Lucha por no perderla, ya que se instituye como habiendo sido perdida, al volver a obtenerla. El acto de restitución de la bicicleta, también le posibilita a Cyril recuperar un sitio de niño, jugar, mostrar habilidades. 4

Samantha, cortajea en diagonal lo administrado, lo administrado que amordaza el deseo, diría M. Mannoni, y produce una forma de adopción. Una adopción que advendrá, se irá construyendo, como en el mejor de los casos. En la película sucede sin trabas burocráticas, las que habitualmente conocemos. Samantha acompaña a Cyril hasta el “extremo” dispuesta a atajar y asumir las consecuencias que esto trae. Se adoptan a su manera. Se inaugura una forma de amor, de don, de diálogo que lee entre líneas sin saber hacia dónde se está yendo.


Finalmente dan con el padre, con su nuevo domicilio. El hombre, que lo “tenía al niño en la vana espera” pronuncia que no puede hacerse cargo, que no puede con la paternidad, que no lo llamará ni lo buscará. No tiene con qué amarlo. No hay más puerta abierta: “No. Te dije que no.”

Así, algo cruel, libera al niño de una expectativa. La vida sigue siendo no tan bella. Samantha le atestigua, como acto de palabra, que el padre no estará para él. Y algo esencial: no le inventa en ese terreno una ilusión. El niño no puede seguir creyendo ni aguardándolo. ¿Una decisión ética?

Nos podemos preguntar: ¿Hasta dónde una desmentida que abona una ilusión, parte necesaria de la infancia, protege y hasta donde no deja continuar un camino? 5

El niño, se golpea. Ella está ahí, lo detiene, se deja no solamente agarrar, también con valentía marcar el cuerpo, lastimar e incluso se deja abandonar. Al mismo tiempo instala límites.

De a poco Cyril lo sabrá: tendrá que arreglárselas con lo que tiene y con lo que falta. El trayecto será largo, casi arltiano, hasta llegar a establecer, pedir y aceptar una y otra vez, un lugar con quien estar, donde estar, donde quedarse...


1 Película de Jean-Luc y Pierre Dardenne, Bélgica (2011)

2 C. Szewach “Hojas Encontradas, (fragmento de una práctica psicoanalítica con púberes y jóvenes)” Ed. del Dock. Ley Rosetta. Rosetta otro de los personajes de una de las películas de los Dardenne. (2000). Muestra frente a la desocupación laboral, una traición y un pasaje al acto de una joven, como intentos de hacerse escuchar. A partir de esa película, se revisa y establece una ley de protección laboral para adolescentes en este caso en Bélgica.

3 Término trabajado por Winnicott en “Deprivación y delincuencia”. Ed. Lugar

4 Reescritura de un texto producido en conversación con Moira Iglesias

5 “Pichon (Riviere) advierte cómo la negación, la desmentida, la naturalización, detonan perplejidades que reavivan angustias de los comienzos” Sesiones en el naufragio 18 Perplejidades. M. Percia.



Annemarie Heinrich, Bicicletas 1950 Impresión en plata sobre gelatina 530 x 500 mm


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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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