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  • Foto del escritorRevista Adynata

Entrenotas / Daniel Rubinsztejn


Esto lo estoy tocando mañana.

Esto ya lo toqué mañana.

Hoy mismo es bastante después, de ahora [i].

 

No es un adelanto, tampoco un apresuramiento, tal vez sea un ataque a la continuidad, un elogio a lo discontinuo que resalte más los silencios que las notas.

Los silencios del analista ofrecen la palabra: ¡diga lo que se le ocurra!, ¡no piense!... ¿improvise?

Silencios como condición de creación. Como un cero que alienta una nueva serie desde lo nonato hacia lo neonato.

“El trazo negro de cada palabra se torna inteligible en el libro merced al blanco de la página. Ese blanco del que la palabra brota y en el que acaba por desaparecer es el silencio primordial. El blanco escribe para nosotros lo fundamental de toda escritura: el círculo de misterio que envuelve nuestra existencia. La palabra portadora de misterio demanda una lectura lenta, que se interrumpe para meditar, tratar de absorber lo inconmensurable, pide relectura, consideración del blanco”.[ii]

 

Vive un cuarto de hora en un minuto y medio.

Ocurre que a veces se resignifica un cuarto de siglo en un minuto y medio de sesión. Tiempo inestable de ninguna parte. Desfasaje del transcurrir cotidiano, corte y ebullición en la vida

 

 

 

Cuando empecé a tocar me di cuenta que entraba en un ascensor de tiempo.

Su música acaricia un destiempo sublime. La vida pulsional se recrea (re-crea) en la sublimación.

La interpretación musical y la interpretación analítica suspenden de a ratos -preciosos ratos- la neurosis. Introducen un tiempo de olvido -sin represión- que permite jugar (to play music; to play a game).

 

 

Si yo pudiera vivir como cuando estoy tocando, podría vivir mil veces más de lo que estoy viviendo por culpa de los relojes, de esa manía de los minutos.

Unas notas, una escritura musical, inscriben algo nuevo, reescriben lo que estaba borroneado en la vida. Irrumpen notas como palabras/flecha que desgarran la simetría[iii].

 

 

Yo no me abstraigo cuando toco, solo cambio de lugar.

Johnny (Charlie Parker/Bird) vuela cuando toca, y hace volar al espectador, que cómplice, vuela con él (Now´s the time[iv]).

El analista flota entre palabras y a veces -solo a veces- si dice, baja de un hondazo: caída. Un instante que transmuta a quien dice y a quien escucha.

 

 

Es un saxo formidable, ayer me parecía que estaba haciendo el amor cuando lo tocaba.

Un desliz entre saxo-sexo, tocar-acariciar. Hay palabras que parecen esculpir un nuevo cuerpo de esas palabras.

 

Es imposible impacientarse con Jhonny, es como enojarse con el viento porque nos despeina.

Casi un consejo para el analista: paciencia expectante, si no: ¡Ay! La resistencia... (del analista).

 

 

Hoy te amo ya y ya es mañana (Luis Spinetta)

También el amor (de transferencia), desaloja al tiempo lineal.

Analista da (el) tiempo; da lo que no tiene a alguien que no (sabe qué) es.

 

 

Lo que yo toco es Bee muerta, mientras que lo que yo quiero, lo que yo quiero…

El vacío del saxo llora la muerte de su hija, un duelo metálico que la heroína y el alcohol no apagan, tal vez lo encienden una y otra vez…


 

[i] Cortázar Julio, El perseguidor, Cuentos completos, Aguilar, pág. 299, Bs.As. 2010.

[ii] Murena Hector, “Historia del silencio”, en La metáfora y lo sagrado. Visiones de Babel, FCE, México, 2002. Pag 436

[iii]Los músicos del bebop exploraron armonías avanzadas, complejas síncopas, acordes alterados, acordes extendidos, sustituciones de acordes, fraseo asimétrico y melodías intrincadas.

La invención freudiana, el retorno de Lacan, los desarrollos de Winnicott, Klein, Khan y tantos otros, exploraron las disarmonías de la vida.





Rolando Rojas - "El Saxofón" - Siglo XX - Óleo sobre lino - 122 x 152 cm

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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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