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  • Foto del escritorRevista Adynata

Gramaxiomáticas del Capital / Mariano Tejo Arroyo

Texto presentado para el espacio de Hablas del Capital en las Jornada Grupos II 2019 “Hablas del Capital, hablas patriarcales, hablas emancipatorias, hablas coloniales.”



Las hablas del Capital, son actos de habla. Se propone pensar puestas en habla y en acto de eso que se llama Capital. Pensar el neologismo gramaxiomáticas, intenta poner en palabras la gramática y la axiomática de la maquinaria mundial de producción de sujeciones que es el capitalismo (escrito así, con “c” minúscula, para poner en evidencia, también, lo micro, lo cotidiano, lo adormecido de sus funcionamientos, pero de una materialidad que no genera consecuencias menores en la vida en común). Si el habla funciona como la puesta en escena de un lenguaje, las hablas del Capital podrían pensarse como la vivificación de su lenguaje y los pensamientos que piensan la vida como sujeciones al Capital.

Acontecen en relaciones entre cuerpos hablantes-hablados por sintagmas de época(s), que funcionan al servicio de la producción y reproducción del Capital. Además, esas hablas dañan. Conviene no descuidar la dimensión de daño o herida de las hablas del Capital, para no romantizar la discusión teórica acerca del Capital y su gramaxiomática, y abstraerse y descuidar los efectos concretos que produce.

¿De qué manera dañan esas hablas? Dos características del funcionamiento de las hablas del Capital: astucia y velocidad de recuperación.


Astucias

Uno de los funcionamientos de las hablas del Capital es fijar modos hablantes encarnados en relaciones y vínculos concretos, domesticados por la producción de diferentes sentidos comunes. Presenta con astucia, por ejemplo, la competencia en sociedades como el modo más “eficiente y deseable“ del vivir en común y sobresalir, alcanzar el denominado progreso, exaltando méritos “individuales” en la convivencia y reforzando un individualismo meritocrático normativizado.

El Capital Imperialista, con sus Estados y sus aparatos de “defensa”, curiosamente denominados así cuando más bien son dispositivos de ataque, guerra y ocupación, propone “guerras preventivas para garantizar la paz”, bombardeos sobre países soberanos para “fortalecer la democracia y preservar sus valores”; Invadir para “liberar” ; torturar para evitar “futuros actos de terrorismo internacional y salvaguardar derechos civiles” (algunos casos: la base militar de tortura y ocupación imperialista estadounidense de Guantánamo, en Cuba, o la cárcel de Abu Ghraib en Irak, durante la denominada segunda Guerra del Golfo, entre muchos otros ejemplos), endeudar usurariamente a países para “solventar sus gastos, equilibrar sus déficits y promover así el crecimiento sustentable”.

Llega a instaurar el animismo que logra instalar la idea de que “los mercados financieros dudan, tienen humor, o desconfían”, como si se tratasen de individuaciones anónimas capaces de sentir afectos humanizados, claro está, por el “bien común”. Presenta la “obviedad” de que la “explotación es un derecho de la clase propietaria”, o que la represión de los movimientos disidentes sociales, ejecutados por las agencias de “seguridad”, son para “preservar el orden y la convivencia social, y la libre circulación de los ciudadanos”, o bien la depredación de los recursos naturales son “fuentes laborales seguras para el desarrollo económico de los pueblos”, entre otros ejemplos que podríamos seguir enumerando.

En el plano de la salud mental, se escucha habitualmente que hay que “encerrar para curar”, sin cuestionar tiempos, modos o lógicas de tratamientos para quienes terminan siendo los destinatarios de esos dispositivos institucionales. En un plano más amplio de la salud, se fomenta la privatización y mercantilización de la oferta de atención, como estrategia “eficiente y accesible” para usuarias y usuarios, generando al mismo tiempo, pero sin asumirlo, sistemas sanitarios inequitativos y acumuladores de lucro.

Las hablas del Capital axiomatizan, es decir, proponen como “evidente” lo que no necesita demostraciones, produciendo sentidos, decires y vivencias en común, que reproducen hablas hegemónicas. Esos sentidos comunes brotan en cuerpos sociales, institucionales y grupales, como si fuesen el deseable funcionamiento de su existir. Las relaciones entre cuerpos ya no son sin esos decires axiomatizados por la gramática del Capital. Esos cuerpos hablados son vasallajes moralizados que ilusionan ejercer voces hablantes, voluntarias y activas, como si se tratase de ejercicios de libertades individuales y soberanas. Toda una narrativa actual de la "autosuperación" y la "autoayuda", como también del "emprendedurismo" se sirve de esos discursos.

Teatralizan frases y decires que ocultan el imperativo de la dominación en la carne sintiente del cuerpo social, bajo formas “suavizadas” de un hablar en común que no moleste a las hegemonías y al mismo tiempo, las perpetúe. Las gramaxiomáticas del Capital escenifican proposiciones logradas e instituidas, que no necesitan, en apariencia, ser explicitadas.


Velocidad y recuperación

¿Qué es eso que llamamos la potencia de recuperación del capitalismo?

Es el hecho de que dispone de una especie de axiomática. Y esta es, en última instancia - y tal como sucede con todas las axiomáticas- no saturable, está siempre lista para añadir un axioma de más que hace que todo vuelva a funcionar. El capitalismo dispone entonces de algo nuevo que no se conocía.

(Deleuze, Derrames, p. 20)


Frente a cualquier intento de desvío, la axiomática del Capital codifica y corrige lo desviado. La moral no acepta fácilmente indocilidades. Que las cosas vuelvan a su lugar y a su forma esperable. Torniquete conceptual, relacional, de recomposición. Ante una amenaza o posible herida que el Capital vislumbre, acciona velozmente sus sistemas de recuperación, lamiendo sus heridas, frente a cualquier intento emancipatorio que se sustraiga de su poder o sea detectado como amenaza. Potencia/velocidad de recuperación y recaptura, asimilación incluso de las apariencias disidentes, que se determinan enfrentarlo. Ante esto, ¿pueden las cercanías y distancias con intenciones emancipatorias, adelantarse por lo menos una, dos, miles de veces, a esa veloz recuperación del Capital? ¿Se pueden lograr oasis emancipatorios, dentro, por arriba, debajo o a través y a pesar de las gramaxiomáticas que el Capital impone como funcionamiento? ¿Qué se puede con las hablas de las Hablas en la Facultad de Psicología de una Universidad Pública?


Un pensamiento que no disculpe al mundo

El discurrir clínico y sus praxis no escapan a estas gramaxiomáticas. Cuesta encontrar territorialidades fecundas para el despliegue de un pensar clínico que se sustraiga de los lugares comunes. Construir un nuevo pensar, un otro pensar, que permita a su vez otras prácticas clínicas concretas con el sufrimiento, sigue siendo el desafío de lxs trabajadorxs de la salud, aún hoy que parece que todo se ha dicho una y mil veces hasta el hartazgo.

¿Seguir afirmando las intenciones de fundar lógicas sustitutivas a las lógicas manicomiales? ¿Volver a discutir el problema de los consumos problemáticos y sus mutaciones actuales? ¿Re-hacer experiencias docentes universitarias, para permitir que el virus de la curiosidad no se extinga definitivamente? ¿Qué lugar para el misterio y lo maravilloso en la clínica?

Trazar cartografías clínicas nuevas implica un pensar clínico diferente

Si los manicomios son a superar, si los consumos problemáticos son a repensar, si el Capital es a destruir, ¿cómo será el pensar clínico sin lo manicomial, sin las ataduras estereotipadas del pensamiento mediocre sobre los comportamientos excedidos en consumos, cómo será el vivir sin las gramaxiomáticas capitalistas?


La propuesta es establecer relaciones entre las sintomatologías clínicas sufrientes y las ideas de “emprendedurismo”, "autosuperación",“meritocracia” y "empresario de sí”, que cristalizan figuras y personificaciones sociales “deseables” en el actual mundo hipermoderno, todavía determinado por las hablas del Capital y su axiomática, revestido de republicanismo democrático hipócrita y expandido a través de los discursos mediáticos hegemónicos.

Una premisa muy expandida en la sociabilidad actual dice: “si deseas obtener algo, debés esforzarte -en clave individual- para alcanzarlo”. La llave del progreso, siempre individual, es el mérito que implica el esfuerzo personal en el camino para la obtención de los ansiados objetivos auto(sobre)impuestos. En ese común, la clave del desarrollo personal exitoso implicaría un entrenamiento aislado para la futura ganancia y bienestar individual, desconociendo los condicionamientos sociales de los integrantes que componen ese común, al mismo tiempo que, de fallar en ese camino, los causalidades del fracaso serán atribuídas exclusivamente al insuficiente esfuerzo del individuo en cuestión. Así, quedan conectados los términos fracaso personal-culpa-deuda, con las consecuentes sintomatologías depresivas y ansiógenas, que implican el padecer la insuficiencia de “no haber estado a la altura” de los tiempos y exigencias actuales, sentirnos culpables por ello, endeudados de angustia, y vivir solos ese fracaso.


Las relaciones entre culpa y deuda en tiempos de crueldad neoliberal-oligárquica, con sus consecuencias despolitizadoras y antiproductivas a nivel del deseo, en el sentido que Deleuze y Guattari le dan a este último término, se contraponen a las ideas de resistencia y construccion de agenciamientos colectivos de enunciación y deseo, donde éste mas que una fuerza "individual", acontezca un campo de acción y creatividad.


La culpa y la deuda desconectan al viviente del deseo, aumentando la distancia “interna”, profundizando la alienación con los instituídos, multiplicando el sentimiento de fracaso y despersonalización. No pocas veces la deriva de esto termina en depresiones graves y suicidios.


Sentirse "bueno en algo", esa extorsión emocional que la vida en común, impuesta por el sistema, exige como logro identitario para no sufrir y "ser parte", ya no puede sostenerse sin descaro. Su contraparte, el sentirse "bueno para nada", refleja en innumerables vidas que la cosa no funciona, que la pena hace su aparición en no pocos territorios y con variados efectos, y que el miedo -cuando no el terror- se convierte en personaje habitué de los vínculos existentes, sombra parroquiana de la adaptación forzosa a un mundo desagradable.


Sin embargo, la dicha es posible. El pensamiento, el amor, la amistad, el buen trato, la dialogabilidad, el accionar clínico entre complicidades que intentan un más allá, son tránsitos donde las potencias de la posibilidad puedan emerger, contrariando aunque sea fugazmente, los apasionamientos tristes omnipresentes.

Referencias bibliográficas

-Chomsky, Noam (2003) “Poder y Terror. Reflexiones posteriores al 11/09/2001”, Editorial Del Nuevo Extremo, Bs As, Argentina.

-Deleuze, Gilles (2005) Derrames entre el Capitalismo y la esquizofrenia. 1° Edición, Editorial Cactus, Buenos Aires, Argentina.

-Kazi, Gregorio (2009) “El ser socio histórico, fuente de insurgencias ante el Terrorismo Imperialista”, en 30.000 Revoluciones, revista de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, Año 3, número 3.

-Kazi, Gregorio “Imperialismo Terrorista”, inédito.

-Percia, Marcelo (2017) “Estancias en Común”, Ediciones La Cebra, Bs As, Argentina.



Armando Mariño, El desplazamiento, 1999. Oleo sobre tela con marco de incluido, 138 x 213.4 cm.

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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