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  • Foto del escritorRevista Adynata

Hablas Náufragas / Entusiasmos cursantes de la comisión 21 y Santiago Samara

Un lenguaje rebuscado, puede funcionar como distinción extravagante y como intento de escape de las limitaciones tendidas por sus lugares comunes. También como una búsqueda, que se emprende nuevamente. Una perfecta lengua definitiva soñaría con eliminar su letal inadecuación.

Hay veces que no se puede nombrar la vida.

En 1984, novela de la primera mitad del siglo pasado, se narra una sociedad totalitaria que se ocupa, como modo de dominación, de destruir ciertas palabras creando una neolengua. La proliferación puede funcionar como un escape de la finitud de un código establecido. Ideas pensadas entre entusiasmos cálidos, animan a dar un paso más. El corte, puede oficiar también como recurso. Abandonada la idea de nombrarlo todo puede nombrarse menos.

Algunos códigos conocidos pueden ofrecerse como un terreno familiar, agradable, para quienes aún, no lo cuestionan. Un lenguaje rebuscado puede buscar salvar una palabra, la palabra. ¿Existe una salvación posible? ¿Dónde se pisa precariamente? En un punto, el código, el hacer jerga, resulta inevitable. Se traza un círculo en el que entran algunos. La advertencia de su insalvable limitación, podría aplicarse tanto en uno como en otro. Hoy no se encuentra un afuera, no se sabe cómo nombrar la vida.

Propuesta de revuelta. ¿locuras? ¿revolución? ¿naufragios? ¿Sostener un código implica quedarse en las costas conocidas, aún sabiéndose perecedero? ¿Habitarlo implica no cuestionarlo?

Duelen las palabras. Duelen los nombres que la vida carga a cuestas. Desde el dolor, una lucha identitaria puede enorgullecerse contra categorías opresivas. ¿Existe un progreso en tal pasaje?¿Se declarará en algún momento el fin de las categorías y con ellas el fin de la opresión? ¿Palabras bondadosas alivian el dolor? ¿Tranquilizan? ¿Qué sacrifica una vida al amparo de una palabra como garantía de seguridad? ¿Toda palabra se ofrece como desgraciada respuesta obturante? ¿Qué queda si un sentido puede vaciarse?

Sin una respuesta definitiva quedan los intentos. Intentar palabras nuevas que caigan como las hojas en este otoño. Que florezcan en una nueva primavera.

Con el entierro del yo, dentro del psicoanálisis la idea de sujeto puede servir para nombrar un instante en el cual, un acontecimiento de origen incierto, irrumpe. También puede utilizarse para nombrar a quien entra al consultorio o al portador de una estructura. ¿Acaso el término “sensibilidades” necesariamente evita que se lo use para referirse a una cantidad de individuos?

Nuevas jergas ofrecen nombres para aquello que el lenguaje existente no alcanza. Crear conceptos no reemplaza términos, sino intentos de referir a algo más. ¿Para cuestionar ciertas ideas hace falta crear otras? ¿Nuevas formas de mirar lo mismo lo transforman? ¿Puede estarse constantemente corriendo de las capturas que la repetición de fórmulas genera? Quienes forjaron algunas de las jergas comunes dentro del campo, así lo hicieron.

¿La repetición terminológica genera confianza, y la diferencia incertidumbre? ¿La familiaridad dentro de un código favorece la difusión de un pensar? ¿Importan más las cautelas a la hora de nombrar que las palabras elegidas?

¿Qué palabras hablaron hoy en esta boca? ¿Qué dijeron?


“Siége” (2019) bronze 35 x 14 x 13 centimeters

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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