top of page
  • Foto del escritorRevista Adynata

Post Guardia XX: Insomnios saben demasiado / Débora Chevnik

Actualizado: 25 ene 2021

Cada madrugada, en un hospital, retumba una muerte igual de ajena que de propia. No es la confusión ni la imitación lo que mezcla los tantos. En la imprecisión de las orillas se alimentan las cercanías cuando hacen mucha falta.

En las noches saturadas de pena se escucha decir "se quitó la vida"; expresión que, tal vez, diga la última ilusión de que eso llamado vida sea una posesión.

La temperatura bajó de golpe, también, para esas vidas nombradas como "pacientes" en la jerga de los hospitales.

Una sangre desnuda inunda cansancios sin párpados.

No existe una sola vigilia, paciente o impaciente, en la que quepa tanto espanto.

Fríos extremos han salpicado vidas muy jóvenes.

Han dejado cuerpos insomnes que de tan insomnes flotan caen se aceleran. Y se detienen justo un momento antes. Y flotan y no duermen y duermen todo el día y llaman y no hablan y hablan y no saben y saben demasiado.

Sin (con)suelo, planeando en la extenuación.

Sin paréntesis para abrazar la vida que, cada tanto, visita la misma vereda.

Con escuchas de oídos muertos se paren preguntas institucionalizadas, rituales sin recreos ni pasillos.

Llama reanimar oídos, humedecer lenguas resecas.

Suavizar la clínica para inventar conversaciones con la muerte -y con la suerte- que insuflen brisas -y risas- cálidas que abriguen las melancolías noctámbulas.

Urge reponer instantes donde se puedan de-morar vitalidades juveniles tiritantes en pleno verano.

Estamos en la oscuridad,

(con sus estrellas,

con sus enigmas...)



Miniatura. Vincent Bousserez De la serie vIda plástica

Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

bottom of page