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  • Foto del escritorRevista Adynata

Post Guardia XXXIX /Débora Chevnik

Instrucciones para constreñir una vida sin desorientarse.

Profesionales y familiares acabando juntos con los pánicos mor(t)ales - Si esa joven vida está buscando un nombre, o incluso si eligió uno, usted siga llamándola por el nombre que le han puesto al nacer.

- Si habla de sí en masculino, y a usted no le parece, sin querer, pífiele.

- Póngale siglas al padecimiento. Diga: es un t.c.a. o un t.o.c. o un t.e.a. o un t.l.p. Aclarando siempre que “depende del caso por caso”.

- Empatice con la madre con un “hay que entenderla, no es fácil ser madre de una adolescente”.

- Encuentre explicaciones para todo, no deje cabos sueltos, evite los enigmas.

- Si usted percibe alguna extrañeza, apúrele alguna idea clara que contenga el verbo ser.

- Si la joven vida se practica cortes buscando alivio, dígale que son recaídas y que tiene que ser más responsable y no lastimarse. Hable con firmeza, no crea que está violentando un cuerpo.

- Si olvidó todo lo anterior y no sabe cómo hacer, esta máxima puede ayudar: mate lo innombrable con un nombre que (no) nombre.


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Entre las figuras poéticas y retóricas, Adynata (plural de Adynaton, que suena a palabra femenina en castellano) compone lo imposible. Procura insurgencias, exageraciones paradojales, lenguas inventadas, disparates colmados, mundos enrevesados, infancias en las que “nada el pájaro y vuela el pez”.

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