Enrique Pichon-Rivière es siempre un Psi (psiquiatra, psicoanalista, psicólogo social…). Será por eso que siempre fue surrealista. Porque ser verdaderamente Psi es conversar con la latencia, con lo no consciente de los otros.
Es poder responder a lo no dicho, es meterse en el intersticio que dejan las palabras para entender en ese silencio lo que la gente no se anima a decir. La represión o los prejuicios hacen esos agujeros en el mensaje, impidiendo que los sujetos, los grupos o las instituciones digan y hagan lo que verdaderamente les corresponde llevar a cabo.
Entonces Pichon respondía esto, contestaba lo que se creía absurdo, cuando en realidad era la aparición de lo negado socialmente lo que señalaba, provocando desconcierto y perplejidad.
En todo momento lo instituido le fue gracioso, como a mí, será por eso que fue mi maestro. Siempre me asombró su asombro del asombro de los demás frente a lo interpretado, obvio, pero ocultado o disimulado en una mueca de formalidad.
En ese entrecruzamiento de asombros aprendí; además era la fórmula de todo aprendizaje. El sorprenderse fortalece todo proyecto. Lo imprevisto emerge con la fuerza necesaria para romper toda estructura de precaución. Por lo tanto la flexibilidad es la regla única en el juego del conocer, los ahorros no sirven para después, todas las energías deben estar en el aquí y ahora para entender.
El pars destruens de la dialéctica, Pichon lo ejercía a través de la ironía. El otro elemento (pars construens) a través del humor.
Ironía y humor constituían el vaivén de tratar de captar la vida. Ironía y humor que constituyen la vida misma se reflejan en ese conocimiento.
El conocimiento surrealista es ir más allá de lo manifiesto, no creer en el día sino en la noche. En la oscuridad están la traición y la revolución, el amor y el terror, es la Venecia de los fantasmas que navegan, van y vienen por tierra y mar, moviendo nuestras contradicciones.
Fueron ellas, esas múltiples contradicciones, las que nos enseñaron que el por qué de aquellos que se sienten el saber absoluto se halla en la lucha entre la herida narcisística y la muerte. Entonces esos sabios, como los viejos jerarcas, creen que la historia termina con ellos, y por lo tanto sus obligaciones están en darle un reglamento organizativo a la gente. Les resulta inaguantable que la gente sola, en su conjunto, trabaje para establecer cómo será su vida.
– ¿Pichon, qué es la Psicoterapia?
– Que cada uno aprenda que es como es y que los demás son como son.
Fuente: http://www.polemos.com.ar/docs/temas/Temas20/Psi%20y%20surrealismo.htm
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