A line is a dot that went for a walk
Paul klee
¿Cómo acercarse a un espacio vacío? ¿Pensar entre los espacios blancos de una obra plástica, colectiva? ¿Aprender a convivir con eso que está allí desde siempre, con una incertidumbre que no cesa de invitar a vacilar?
Cada vez que se nombra la palabra “taller”, esta se resquebraja. Un espacio como este parece no dejarse tomar por la palabra “taller”. Las intensidades que por allí acuden se sueltan de las paredes, abandonan camas y posturas y se estrellan en la hoja. Una detención, allí, un corte, una composición.
Un “taller” no es dispositivo de hospital, ni dispositivo universitario, ni dispositivo grupal. El taller está en el hospital, esta entre lo universitario, juega, corta, estira, amalgama las líneas que allí se tejen. Quizá se trate de encuentros de artes o diálogos entre miradas o acompañamientos al acontecimiento, de encuentros que instalan otro espacio donde no se agolpan demandas.
Ingresar a la sala, internarse, que te internen, terapias grupales, familiares, grupos que aparentan combinarse con espacios de terapias individuales, parejas, psicoterapias, tratamientos farmacológicos. ¿Quién sabe cómo transcurre esto para un desamparo?
En este encuentro de artes, denominado por el sentido común: taller, no se trata de hombrear imperativos para dar sentido a una subjetividad y de avanzar en una carrera para continuar agotando al cuerpo, sino que se trata de convocar al hacer, al obrar, al mirar. Allí donde sólo conduce un hacer, hay una fe en un hacer no domesticado, hacer se vuelve hacerse de unas líneas, hacerse y hacer de la mirada trazos por venir.
Sacar a pasear al punto, hacer línea.
Taller: conversación entre miradas que se empapan de tintas para intervenir una obra colectiva.
¿Conducir un hacer? Vibrar entre espacios vacíos, entre grandes territorios blancos y extensiones que se disipan, ondulaciones que juegan sobre un mismo eje, vibraciones que aún no son escuchadas. Se trata de intentar hacerse una línea, una vibración, acoplarse a la tensión cuya suavidad intenta acompañar aquello que se hace solo.
Acompañar es vagar
Hay miradas, gestos, movimientos que no pueden pensarse guía para la coordinación, más bien quizá se trate de elementos que pertenecen al azar y que mantienen una complicidad con ese devenir propio del “taller”. Anticipa Deligny: “Complicidad necesaria entre estos trayectos de vagar y el encuentro del azar”
Un estar vagante, estar como movimiento, vibración que se instala en el hospital, como temblor de un surco donde deliran compositores.
Vagar es ir al azar[i]
Referencias:
[i] Deligny, Fernand. "Lo arácnido". En Lo arácnido y otros textos. Ed. Cactus, 2015. pp 22.
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